España, líder europea en abandono de animales: 700 cada día

Nuestro país se sitúa desde hace años a la cabeza de Europa en cifras de abandono animal. La falta de concienciación y la dejadez política ponen en jaque un sistema de protectoras y perreras completamente saturado.
Un galgo espera adopción en su chenil de la protectora Nueva Vida, en Madrid.
Fotografía de Cristina Crespo Garay
Por Cristina Crespo Garay
Publicado 17 dic 2021, 11:19 CET, Actualizado 17 dic 2021, 13:10 CET

Lejos de mejorar, la realidad de la protección animal en España mantiene, año tras año, sus nefastas cifras: más de 258 300 animales fueron abandonados en 2020. Dicho de otro modo, se traduce en la friolera de más de 700 animales que terminan en las calles o perreras de nuestro país cada día, según los datos del estudio de abandono y adopción 2021 que recoge la Fundación Affinity.

"Cuando se dice que en España se abandona ese número, en realidad son muchísimos más que no han podido ser registrados", afirma Matilde Cubillo, presidenta de la Federación de Asociaciones Protectoras y Defensa Animal.

“El abandono de un animal de compañía es un tipo de maltrato extremadamente cruel. Y también es un delito", denuncia Helena Arce Surós, veterinaria experta en protección animal. “Es fruto de tener unas expectativas irreales respecto a lo que significa compartir la vida con estos seres sintientes”.

En 2020 llegaron a centros de acogida un 6,6 por ciento menos de animales que en 2019: 306 500. Según la fundación, se trata de la reducción más importante de en los últimos años. ¿Qué papel ha podido desempeñar la pandemia en las cifras de abandono de 2020?

“Nos llegan muchos animales a los que llamamos la generación COVID, porque comenzó a llegar un boom de animales con la edad exacta para haber sido adoptados de cachorros durante el inicio de la pandemia”, afirma Lola Bernardo, fundadora de la Asociación Abrazo Animal que dirige el Centro Municipal de Protección Animal de Las Rozas de Madrid.

Según la organización, en 2020 se observaron variaciones importantes a lo largo del año en cuanto al número de perros recogidos por entidades de protección animal. Las restricciones en la movilidad y el estilo de vida derivadas del estado de alarma por la COVID-19 parecen haber tenido un impacto significativo en el ritmo de llegada de animales a los centros de acogida a lo largo de 2020.

Roco observa el exterior de su chenil, asustado aún por los ladridos y el estrés propios de muchos centros de rescate abarrotados. Este cachorro de diez meses, cruce de galgo, fue abandonado en este albergue madrileño a raíz de un divorcio. 

Fotografía de Cristina Crespo Garay

Se produjo una disminución significativa de los animales recogidos en los períodos de mayor confinamiento, en especial durante la primera ola de la pandemia, de marzo a junio. Tras unas cifras en enero y febrero incluso superiores a las de 2019, el número de entradas se frenó hasta la llegada del desconfinamiento parcial de junio. En ese momento se observa una recuperación del número de entradas.

Estos datos sugieren, en primer lugar, que las restricciones impuestas por el estado de alarma crearon un efecto barrera temporal frente a la pérdida y el abandono de animales de compañía. En segundo lugar, no debemos olvidar que la parálisis que experimentó el país durante los primeros meses de confinamiento afectó y limitó el normal funcionamiento de muchos centros de acogida de animales.

Por primera vez en los últimos años, los factores económicos se colocan a la cabeza de los motivos declarados de abandono de un animal de compañía. En 2019, las razones financieras ocuparon la quinta posición. Tras este factor se encuentran las camadas indeseadas, los problemas de comportamiento y el fin de la temporada de caza.

La lacra de los regalos de Navidad

Aunque el estudio no lo refleja, los centros de animales sí afirman sufrir la llegada de estas fechas. “Sigue habiendo muchas personas que regalan mascotas. Cuando llega la Navidad, empieza a llegarnos un chorreo de petición de cachorros de gato y perro para regalar como si fueran un juguete”, afirmó Lola Bernardo en este artículo de National Geographic. “Resulta impensable que, a día de hoy, aún tengamos que decirle a la gente que no regale animales”.

Según explica Bernardo, "al poco de terminar la Navidad, la gente vuelve a trabajar y los perros comienzan a desarrollar problemas de conducta derivados de la pérdida de impronta y la desinformación. Puedes imaginar dónde acaban”.

La pérdida de impronta, provocada cuando se vende demasiado pronto a los cachorros para maximizar el beneficio, produce una falta de aprendizaje clave cuando las crías no están con la camada un tiempo mínimo de tres meses. Durante este período vital, que suele desarrollarse entre la tercera y la octava semana de vida, los animales aprenden lo más básico del comportamiento: a identificarse con su especie, a comunicarse mediante su lenguaje gestual y a reaccionar correctamente ante los estímulos que hay a su alrededor.

Además de perros y gatos, la demanda de animales exóticos ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años, advierte la Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales (FAADA) en un comunicado.

Fábricas de cachorros

“Muchos de los perros que se están abandonando aquí ahora están comprados en Toledo”, denuncia Bernardo. Esto se debe a que “la ley de la Comunidad de Madrid es muy buena, pero como en Toledo no hay ley, compran los perros allí con un mes de edad. Todos los que estamos recogiendo en Las Rozas están comprados en Toledo y entregados con un mes, o mes y medio”.

Estas  ventas irregulares nos llevan a otra de las problemáticas más difíciles de atajar con la que se encuentra la situación de los animales en España: las llamadas granjas de cachorros y el tráfico ilegal dentro de la Unión Europea. La falta de información sobre los puntos de venta de cachorros, al margen de los criadores que operan de forma correcta, es enorme.

“Nos podemos hacer una idea de cuántos de ellos vienen de estas tramas por el precio”, explica el educador canino Pedro Sánchez. “Criar animales, si lo haces bien, tiene un alto coste, y es incompatible con vender cachorros a 150 euros. Si compras animales procedentes de las malas prácticas de este tipo de criadores o tiendas de animales, no sólo nos encontraremos con fuertes problemas de comportamiento en el futuro por las experiencias en su etapa de cachorro, sino también de salud por no haber seguido las normas para evitar la consanguineidad y por las condiciones de hacinamiento e insalubridad que hay en las granjas de cachorros, donde los animales a menudo no ven la luz del día”.

Llamadas a nivel internacional Puppy Mills, “estas fábricas de cachorros son instalaciones de cría de perros y gatos que producen animales de manera industrial a precios muy por debajo del mercado y sin prestar ninguna atención a su bienestar. Suelen estar situadas en países del este, donde el control de los estándares de bienestar es menor y  abastecen a todo el mercado español”, denuncia FAADA.  

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    Miles de animales se encuentran esperando adopción en perreras y protectoras de animales como el albergue de Nueva Vida Adopciones.
    Fotografía de Cristina Crespo Garay

    Según esta organización, nadie sabe cuántas hay en Europa, ni cuántos animales se transportan, pero los accidentes de camiones en autopistas y controles rutinarios de tráfico han sacado a la luz animales procedentes de Hungría, Rumanía, Eslovaquia, Polonia y República Checa. “Sin embargo, el mayor número de Puppy Mills del que se tiene constancia se encuentra en EEUU, donde se calcula que hay aproximadamente 10 000 de estos criaderos de perros”, denuncian según los datos  IFAW (International Fund for Animal Welfare).

    En el modus operandi de estos centros, las hembras son mantenidas de por vida en jaulas pequeñas de naves industriales, en condiciones muy deficientes y, a menudo, apenas sin atención veterinaria, según FAADA. Son forzadas de forma continua en cuanto tienen el celo, encadenando un parto con otro. Los cachorros son separados de sus madres prematuramente, y con pocos meses, son transportados hacinados en camiones por toda Europa. Muchos mueren en el camino o llegan enfermos con enfermedades como parvovirus, coronavirus, panleucopenia o enfermedades hereditarias.

    “En una escala más pequeña de cría puramente comercial, tenemos lo que se conoce como Back Yard Breeding, o cría en el patio trasero”. Según la organización, se trata de vendedores que crían en función de las razas que más se venden y suelen tener varias hembras y uno o dos machos a los que obligan a reproducirse sin cesar, con el fin de maximizar el beneficio.

    Las perreras, el infierno de España

    "España tiene unas perreras terribles, y se exterminan miles de animales al año. Un panorama así debería ser suficiente para hacer los cambios que sean necesarios", afirma Matilde Cubillo.

    Al contactar con diversos centros municipales para contrastar los datos ofrecidos por el estudio de abandono, National Geographic solo ha obtenido respuesta por parte de tres, todas ellas gestionadas al margen del ayuntamiento por protectoras o voluntarios: la perrera de la Roda, en Albacete, la perrera de Azpeitia (País Vasco) y el centro municipal de Las Rozas (Madrid). En algunos casos, los mails y teléfonos de contacto de estos centros ni siquiera existen. Al pasear por las opiniones dejadas por los usuarios en internet de centros a lo largo y ancho de nuestro territorio, como la perrera de Sevilla, a menudo reflejan un panorama de dejadez política desolador.  

    “Yo me hago cargo de sacar a los perros de la perrera de Azpeitia, por llamarlo de alguna forma, porque en realidad es un señor con un caserío al que el ayuntamiento paga por recoger a los animales”, afirma Francisco, al que conocen como Paco en Bilbao, y que se  encarga de manera voluntaria de mover a los animales para que salgan adoptados. Tras cuatro años sacando las castañas del fuego con sus propios recursos, afirma que a pesar de ofrecer su ayuda de manera voluntaria por los animales, en muchas ocasiones se ponen problemas desde los ayuntamientos de las localidades colindantes.

    “El ayuntamiento paga al caserío durante un mes por la tenencia de los animales, por lo que las adopciones y las salidas de los animales son retrasadas o impedidas adrede para cobrar el total de la ayuda por ese animal, como sucede en casi todos los centros de la zona”, declara. “Esto no solo va en contra de todos los objetivos que debería tener el centro, sino que además lo satura aún más de manera innecesaria, porque no pueden entrar más animales”.

    Una pareja de adoptantes de Barcelona que prefiere mantener su nombre en el anonimato cuenta el mismo caso sobre su adopción en Madrid. “El centro madrileño de Fenixcan no nos quería entregar al animal, que había sido recogido por un particular y había estado todo el tiempo en una casa de acogida, hasta que este estuviera varios días en sus instalaciones porque afirmaban que era el protocolo”.

    Además de las trabas y los tejemanejes políticos, estas personas se encuentran al otro lado con la enorme desinformación y falta de concienciación. “A menudo me piden que me quede con un animal y, al pedirles algo de tiempo porque no hay recursos, y me dicen que si es complicado, no pasa nada, le meten un escopetazo en el campo y solucionado”.

    Esterilización, identificación y adopción

    La constante aparición de casos de abandono y maltrato en nuestro país refleja una falta de sensibilidad, de información y de recursos. “Las leyes y los presupuestos del estado deberían facilitar la acción a estas asociaciones, refugios y centros de acogida”, afirma Arce Surós.

    Las protectoras de animales y perreras municipales, desbordadas, tratan de vaciar a cubos un mar que podría empezar a contenerse con tres medidas: control de la cría, de la identificación y esterilización, tal y como hicieron en Holanda, que hoy en día puede presumir de ser un país sin abandono animal.

    Galería relacionada: Los perros callejeros de la India.

    La solución de este problema pasa necesariamente por la esterilización, tal y como alertan insistentemente las protectoras de animales, haciendo hincapié en que la cría no controlada de los particulares y las camadas no deseadas aumentan exponencialmente el número de animales y, por tanto, de abandonos.

    El abandono es todavía en nuestro país un importante problema de bienestar animal. El descenso observado en la cifra de perros que llegaron a centros de acogida en 2020 en comparación con el año anterior sea probablemente coyuntural, reflejo del impacto de la pandemia en la movilidad y el estilo de vida de las familias.

    Rumbo a la nueva ley de protección animal

    Matilde Cubillo es positiva al respecto, y afirma que "sí se puede hacer, pero con voluntad. Si sacas una ley de sacrificio cero, pero no tomas otras medidas paralelas para frenar el número de abandonos y la sobrepoblación, deja de haber hueco y hay ayuntamientos que cierran sus puertas y no recogen más animales, aunque estén atropellados o al borde de la muerte. Primero debemos ir a la base del problema".

    Las asociaciones protectoras, los centros de acogida y todas las personas involucradas en el bienestar de los animales ven "cómo cada año se abandonan cientos de miles de animales domésticos y las leyes no son capaces de frenar estos actos. El abandono de un animal es un delito que sale muy barato", denuncia Arce Surós mientras explica que algunas personas, cuando abandonan a su animal en una protectora, creen estar dándole una segunda oportunidad.

    "Este intento por justificar el abandono de un animal no es válido, ya que, siendo este animal parte de una familia y habiendo crecido en un hogar y con una familia, sufrirá un elevado grado de estrés y tristeza al estar de pronto en un entorno totalmente desconocido. Además, no se puede saber con certeza si ese animal será capaz de adaptarse a la nueva situación o si saldrá adoptado a corto, medio o largo plazo", declara la veterinaria.

    La esterilización, la identificación y la adopción son las tres estrategias más importantes para prevenir y minimizar el impacto del abandono de animales de compañía. Para cambiar la realidad actual, legislación y concienciación deben luchar a un mismo nivel. Para poner solución, será necesaria una ley nacional urgente que unifique los criterios en todas las comunidades. El pasado mes de octubre salió el anteproyecto de la nueva de Ley de Protección y Derechos de los animales, publicada en el BOE este 15 de diciembre. En el nuevo texto se concreta seis nuevas medidas destinadas a modificar régimen jurídico de los animales.

    En primer lugar, controlar la cría de los animales para frenar la sobrepoblación y el abandono, lo que no solo afectará a los criaderos industriales, si no que la cría por parte de particulares quedará prohibida. Respecto a la cría de animales exóticos, quedará prohibida por completo por su riesgo para la salud pública y el medio ambiente. Por otro lado, la ley prohibirá la utilización de animales salvajes en los circos, las peleas de gallos y la cría de visones, siguiendo el ejemplo de otros países europeos. Por último, el control de las colonias felinas callejeras será otro de los objetivos marcados para terminas con el aumento de los animales que viven en las calles.

    La concienciación, por su parte, va de la mano de educar a la sociedad sobre las necesidades y responsabilidades que conlleva tener un animal, así como es importante denunciar casos conocidos de abandono animal. El abandono está recogido como delito en el artículo 337 del Código Penal, que fue renovado en 2015 para incluirlo como delito leve o tipo atenuado.

    "A mi parecer, las sanciones y multas que se describen en el código penal contra el maltrato y el abandono de animales son totalmente insuficientes y, al no conllevar penas de cárcel por son inferiores a los dos años, se permite que el abandono siga siendo una auténtica lacra en nuestro país", denuncia Arce Surós.

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