¿Cuál es la diferencia entre el magma y la lava?

¿Y por qué algunos volcanes explotan mientras que otros solo rezuman? Todo se reduce a sus viscosos núcleos.

Por Michael Greshko
Publicado 9 may 2018, 13:26 CEST, Actualizado 15 oct 2021, 10:53 CEST
La lava de los volcanes de Hawái
La lava de los volcanes de Hawái suele ser bastante líquida debido a su bajo contenido de sílice.
Fotografía de Servicio Geológico estadounidense

El volcán Cumbre Vieja, en la isla de La Palma, Canarias, continúa en erupción desde el domingo 19 de septiembre, con grandes flujos de lava viscosa saliendo de su cráter, un ardiente recordatorio de la capacidad destructiva de la naturaleza. Después de semanas copando los titulares, quizá te hayas hecho la siguiente pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre el magma y la lava?

La distinción entre el magma y la lava está en la ubicación. Cuando los geólogos hablan de magma, se refieren a la roca fundida que todavía está atrapada bajo tierra. Si esta roca fundida llega a la superficie y continúa fluyendo como un líquido, se denomina lava. 

En su ascensión por el volcán, el magma o roca fundida va rompiendo la roca que tiene a su alrededor, lo que produce pequeñas ondas que miden los sismómetros y que, según su intensidad, pueden sentirse en Tierra como terremotos. En el caso de Cumbre Vieja, más de 25.000 temblores han formado un enjambre sísmico mucho más activo de lo habitual que anunciaba la posible llegada de la erupción. Posteriormente, el Instituto Geográfico Nacional ha informado de más de 2600 terremotos en la zona desde que el volcán despertó.

El delta de lava de La Palma
Apenas tres días después de que la lava del volcán de La Palma llegara al mar, el 2 de octubre 2021, el buque oceanográfico Ramón Margalef grabó el delta de lava que se está formando en la superficie del océano Atlántico.

“En su camino, estas intrusiones por lo general terminan por perder su energía, y por tanto su potencial para ascender, se enfrían lentamente y ahí termina todo. Si la energía que tiene la intrusión es la suficiente como para seguir rompiendo el material que encuentra en su camino, el final es el que todos imaginan: una erupción volcánica en superficie”, explica a National Geographic David Calvo Fernández, responsable de comunicación del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcán).

El magma, o la lava, varían en composición química, que les confiere —a ellos y a los volcanes que los contienen— propiedades diferentes.

En el caso del Cumbre Vieja, su alternancia entre fases estrombolianas y hawaianas ha determinado el desarrollo de sus coladas. El primer campo de lava que se formó era de tipo malpaís, de lava fragmentada y rápido enfriamiento.

“Esas lavas no hacen tubos, para tener tubos necesitas que corra lava caliente a velocidad constante y muy fluida, que va fundiendo y erosionando el terreno por dentro, haciendo que estos tubos se conviertan en desagües que reactivan los frentes de colada”, explica Raúl Pérez, geólogo del Instituto Geológico y Minero de España

“Si, de pronto, cambias a una fase hawaiana, entra un río de lava caliente con mucha capacidad para disolver y aislado térmicamente del exterior, por lo que crea un tubo que llega al frente de lava y lo reactiva. Por eso encontramos situaciones en las que la colada ganaba medio metro en días y de pronto en horas avanza cien metros”, explica el experto.

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Los magmas máficos, como los de Hawái, suelen formarse cuando se funde la corteza más pesada que compone el lecho oceánico. Contienen entre un 47 y un 63 por ciento de sílice, el mineral que compone el vidrio y el cuarzo. En cuanto a las rocas fundidas, los magmas máficos son bastante líquidos, con viscosidades que van de la miel a la mantequilla de cacahuete. También son la variedad más caliente de magma, con temperaturas de entre 980 y 1.200 grados Celsius.

Por su parte, los magmas silícicos suelen formarse cuando se funde una corteza continental más ligera. Estos magmas tienen más de un 63 por ciento de sílice, que los hacen más viscosos: en su estado más líquido, los magmas silícicos fluyen como la grasa o la masilla, es decir, que no fluyen bien. También son más fríos que los magmas máficos. La riolita, un tipo de lava bastante rico en sílice, alcanza temperaturas de entre 650 y 815 grados Celsius.

El Kilauea es un volcán en escudo, con laderas suaves formadas por la lava que rezuma.
Fotografía de Servicio Geológico estadounidense

Como los magmas silícicos son más fríos y pegajosos que los magmas máficos, es más difícil que ventilen los gases disueltos. Esto hace que los magmas silícicos sean más peligrosos: como se acumula más gas en el magma, es más explosivo, como si se añade más carbonatación a un refresco.

Cuando los magmas silícicos no están confinados bajo una presión lo bastante alta, los gases disueltos dentro de ellos se desprenden de la solución y forman burbujas. Y, al igual que cuando abres una lata de refresco agitada, la avalancha de vapor resultante provoca una erupción explosiva. Los emblemáticos volcanes con forma cónica llamados estratovolcanes, como el monte Pinatubo, están cargados de magmas silícicos.

Por su parte, los volcanes de Hawái contienen magmas bastante bajos en sílice compuestos de basalto, lo que significa que son mucho menos explosivos. En su lugar, rezuman y salpican, creando volcanes en escudo, formaciones con laderas suaves que se han convertido en la silueta geológica propia de las islas.

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