Las mayores catástrofes medioambientales causadas por vertidos en España

Los vertidos contaminantes han provocado algunos de los mayores desastres ecológicos de la historia de nuestro país.

Por Cristina Crespo Garay
Mar Menor
Cientos de agujas mula aparecen muertas a las orillas del Mar Menor.
Fotografía de Javier Murcia

A lo largo de más de 50 kilómetros de la costa de Perú, los trabajadores aún tratan de retirar la marea negra ocasionada por el derrame de más de 10 000 barriles de petróleo que tiñen el océano, desde el pasado 15 de enero. Este suceso ya ha afectado a por lo menos unos 18 000 metros cuadrados de costa y ha alcanzado áreas naturales protegidas en el municipio de Ventanilla, de la provincia del Callao, junto a Lima.

Entre las zonas afectadas se encuentra la Reserva Nacional de Islas, Islotes y Puntas Guaneras e Islotes de Pescadores y a la zona de Ancón, balneario del norte de Lima. El vertido de petróleo se produjo, según ratifica el INDECI y el presidente de Repsol en Perú, Jaime Fernández Cuesta, debido al fuerte oleaje provocado por el volcán de Tonga en el océano pacífico. 

Mientras el lodo aún anega las costas de Perú, repasamos la lista de los vertidos de petróleo y otros contaminantes que han afectado a España a lo largo del último siglo.

La marea negra del Urquiola

El buque bilbaíno de Urquiola provocó, en 1976, otra de las peores catástrofes ecológicas de España. Aquel día, el buque petrolero, a manos de la empresa Petroliber, sufrió un accidente a la entrada de la ría del Burgo, en Galicia, y quedó encallado contra las rocas.

En aquel momento los daños no impidieron su entrada al Puerto de La Coruña , pero la Comandancia Marina tomó la mala decisión de alejarlo 200 millas de la costa. Durante aquel trayecto, la estructura sufrió más daños y, ya durante las tareas de rescate, el buque se incendió y explotó.

El capitán del barco murió intoxicado y el petrolero vertió más de 100 000 toneladas de crudo que anegaron las rías de Ferrol, Betanzos y Ares. Días más tarde, con la ayuda del petrolero Camporraso, se sacó el resto de la carga que quedaba en su interior, 7 700 toneladas de crudo, en una operación que fue controvertida por la falta de seguridad.

En los días sucesivos, otras 4500 toneladas fueron recogidas a flote o en las playas, pero la carga restante arruinó la pesca durante una temporada y, para desgracia de la fauna marina, entre 10 000 y 15 000 toneladas fueron tratadas en el propio mar con químicos dispersantes.

Un Mar Menor muerto tras décadas de vertidos

Cientos de animales desplomados en las orillas por falta de oxígeno, peces que atacaban a caballitos de mar o anguilas que devoraban animales muertos. Así fue el trágico escenario que vivió el Mar Menor en 2019, tras décadas de vertidos contaminantes que han provocado uno de los mayores desastres ecológicos de nuestro país.

A pesar de que los investigadores llevaban años avisando de la pésima gestión desde entorno natural, esta crisis ecológica y social puso de manifiesto el fracaso de las administraciones para llevar a cabo una protección real.

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    Izquierda: Arriba:
    Un gobio ataca a un caballito de mar debido al desequilibrio ecológico y la falta de alimento.
    Derecha: Abajo:
    Una anguila flota muerta entre miles de seres vivos más que afloran a la superficie y plagan las orillas del Mar Menor.
    fotografías de Javier Murcia

    La industria agroalimentaria que rodea la laguna ha llevado a la acumulación de más de 300 000 toneladas de nitratos en este acuífero del Campo de Cartagena. El biólogo y asesor científico técnico de proyectos de conservación de la naturaleza David Berdiel Cubedo afirmó en este reportaje de National Geographic que la industria agrícola había modificado cauces rotulado campos y puesto pozos y desaladoras que vertían directamente a la laguna de forma ilegal además el incremento de abonos químicos sobre todo del nitrógeno ha sido el despropósito que produjo la eutrofización.

    La primera eutrofización, es decir, un desequilibrio provocado por exceso de nutrientes en el agua, sucedió en el año 2016, cuando la laguna se volvió una sopa verde. Los científicos también advirtieron del gran impacto que tendría el turismo y la edificación masiva, además de las miles de hectáreas de cultivos intensivos qué acordonan la laguna.

    Aguas ácidas en la Ría de Huelva

    En 2019, Greenpeace y la Mesa de la Ría denunciaron el vertido de la empresa Fertiberia de 4 millones de metros cúbicos de aguas tóxicas a la Ría de Huelva. Estos lodos tóxicos fueron dragados por las autoridades, es decir, “los sacan del fondo de la ría y los depositan en la peor zona que han podido elegir, el espigón Juan Carlos I”, afirma la bióloga Paloma Nuche, responsable de la campaña de costas de Greenpeace.

    “Esta zona es dominio público, y hacer cualquier tipo de vertido es una actividad prohibida por la Ley de Costas, y también por tratarse de un espacio natural protegido, catalogado como Reserva de la Bioesfera”.

    Según denuncian, las balsas, que contienen al menos 120 millones de toneladas de lodos contaminados, ocupan una extensión de casi siete kilómetros y no están cerradas ni impermeabilidazas, por lo que la contaminación continúa afectando a entornos naturales tan valiosos como las Marismas del Odiel, y Doñana.

    "Con esta operación ilegal, Fertiberia se ha ahorrando más de 20 millones de euros que le hubiera costado el correcto tratamiento de estas aguas tóxicas", han denunciado afirmando que el Parlamento Europeo declaró este caso como la contaminación industrial más grave de Europa.

    El desastre de Aznalcóllar

    El desastre de Aznalcóllar fue un desastre ecológico, producido por un vertido de entre 5 y 6 millones de metros cúbicos de lodos tóxicos y aguas ácidas en el parque nacional y Natural de Doñana, en Andalucía, el 25 de abril de 1998, causado por la rotura de la Balsa Minera de Aznalcóllar

    El accidente se produjo cuando un muro de contención de la presa, propiedad de la empresa sueca Boliden, se rompió, provocando que lodos y aguas tóxicas llenas de cadmio, zinc, plomo y azufre y otros contaminantes se desbordaron sobre los ríos Agrio y Guadiamar, llegando a afectar al parque natural de Doñana.

    Cerca de 4600 hectáreas se vieron afectadas en un vertido que tuvo un impacto contaminante cien veces superior al del hundimiento del Prestige, el petrolero que en 2002 dejó 63 000 toneladas de fuel óleo en las costas gallegas, según el Centro Superior de Investigaciones Científicas.

    El Prestige 

    El petrolero Prestige fue uno de los desastres ecológicos más graves de nuestro país. Un buque operado bajo bandera de las Bahamas que se hundió frente a las costas de Galicia en 2002. Cuando el barco se encontraba navegando, con 77 000 toneladas de petróleo a bordo, a 52 kilómetros de Finisterre, Galicia, cuando un temporal provocó una avería en el casco del buque.

    Al tratar de alejarlo de la costa, cinco días después se partió en dos y se hundió a más de 3000 metros de profundidad. El petrolero se encontraba en ese momento a unos 250 kilómetros de la costa en una zona de especial importancia ecológica, como las Rías Bajas, y además era una zona de notable industria pesquera, por lo que el desastre ecológico fue de grandes dimensiones.

    El vertido provocó un gran impacto social, político e incluso legislativo, ya que la legislación de la navegación de petroleros monocasco en las costas españolas fue equiparada a la de otros países que ya prohibían la navegación de estos buques por sus costas.

    Los vertidos de río Tinto

    Los constantes vertidos de las localidades de Nerva, Minas de Riotinto, El Campillo y varias aldeas de la Cuenca Minera convirtieron en una cloaca el río Tinto, un río costero que discurre a lo largo de la provincia de Huelva, en Andalucía y que está considerado Paisaje Protegido del Río Tinto, Lugar de Interés Comunitario (LIC) incluido en la Red Natura 2000 y Bien de Interés Cultural (BIC). 

    Hace años que los científicos alertan sobre el peligro de verter agua en las piscinas donde las minas acumulan sus residuos, pero el método se sigue empleando en esta zona minera. Las mayores balsas del país, que llegan a los 100 metros de profundidad y una superficie de 595 hectáreas, incorporan cada año 10 millones de metros cúbicos de residuos tóxicos. Desde el cielo, la estampa genera llamativos lagos naranjas.

    Según una empresa que evaluó los riesgos de reabrir la mina, Ayesa, si se produjera una rotura de las balsas el vertido de lodos tóxicos podría alcanzar más de 34 000 metros cúbicos por segundo, afectado a más de 140 000 habitantes de los municipios de Gibraleón, Palos de la Frontera y Punta Umbría. 

    Embalse de Flix: un vertedero de residuos tóxicos

    La empresa química Ercros, antes llamada Erkimia, vertió durante más de un siglo 8000 metros cúbicos de lodo radioactivo y tóxico en el embalse de Flix, situado en el Ebro, según afirmó Acuamed, la sociedad estatal de española de aguas de la cuenca mediterránea en 2020.

    En ese tramo, los índices de contaminación afectan a casi un millón de personas a las que abastece el Ebro. Según un informe de Greenpeace, la empresa vertió 300 000 toneladas de residuos que contienen compuestos radioactivos y metales pesados como el mercurio, el arsénico o el plomo, entre otros.

    Según afirmó el Ministerio de Transición Ecológica a El País, las tareas de limpieza tendrían un coste de más de 220 millones de euros, pero afirma desconocer si la empresa responsable pagó alguna cantidad.

    Contaminación de un acuífero en la mina Cobre Las Cruces

    En 2016, la mina de Cobre Las Cruces, en Sevilla, fue la primera sentencia contra una mina en España por contaminar al realizar sus trabajos industriales. Los exdirectivos fueron penados con un año de cárcel y una indemnización de más de 290 000 € para compensar el daño ecológico causado.

    Este caso, al reconocer el delito de contaminación y extracción de aguas subterráneas, sentó un precedente para otras empresas mineras, que anteriormente salían impunes de su contaminación al medio ambiente.

    Tras este suceso, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir suspendió la concepción para el aprovechamiento del acuífero por parte de Cobre las Cruces, pero fue finalmente restituida después de la compañía pusiera medidas para solventar las incidencias después del desastre medioambiental.

    Una mayor conciencia acerca del gran coste medio ambiental, económico y social que tienen estas actividades industriales ha logrado sentar precedente sobre las prácticas ilegales que se lleva a cabo de manera sistemática, pero aún queda mucho camino por recorrer hasta que la contaminación de ríos, mares, acuíferos y suelos acabe. 

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