Este nuevo sistema de alarma podría pararles los pies a los furtivos

Un sistema múltiple de alta tecnología instalado en una reserva sudafricana ha ayudado a reducir a cero el número de rinocerontes asesinados por furtivos.

Por Laurel Neme
Publicado 30 abr 2018, 12:58 CEST
Sistema de alarma
Un nuevo sistema de alarma de alta tecnología ayuda a los guardas de una reserva sudafricana a evitar que los furtivos maten a rinocerontes y a otros animales salvajes.
Fotografía de Dimension Data

Cuando se oye un disparo, ya es demasiado tarde. Con toda probabilidad, el rinoceronte estará muerto y el mejor final posible es encontrar y detener al furtivo.

Pero ahora se ha añadido una nueva y potente arma al arsenal de lucha contra la caza furtiva y está ayudando a los guardas a adelantarse al desastre. Es un sistema integrado llamado Connected Conservation que emplea una combinación de tecnologías —WiFi, cámaras térmicas, escáneres, televisores de circuito cerrado y sensores— para emitir alertas tempranas de actividades sospechosas. Los guardas pueden acudir en cuanto alguien cruza el perímetro de un área protegida e interceptar al intruso más rápido y con menos riesgo para sus vidas e integridad física.

Los guardas trabajan en la valla del perímetro de la reserva, donde los sensores y las cámaras térmicas pueden identificar a los intrusos.
Fotografía de Dimension Data

Connected Conservation es el resultado de la colaboración entre dos empresas tecnológicas, Dimension Data, con sede en Johannesburgo, Sudáfrica, y Cisco, con sede en San José, California.

Es como una alarma antirrobo trucada que cubre un área gigantesca y debe funcionar sin problemas en condiciones durísimas como impactos de rayos, lluvias intensas y altas temperaturas.

El prototipo ha demostrado su valía en una reserva privada de 54.600 hectáreas adyacente al parque nacional de Kruger, en Sudáfrica, donde entre 2013 y 2015 —tres años antes de la instalación del sistema— unos 70 rinocerontes habían sido asesinados por sus cuernos. (Por razones de seguridad, Wildlife Watch de National Geographic no dará el nombre de la reserva.)

Según Bruce «Doc» Watson de Dimension Data, el impulsor del sistema, durante 2017 no se cazó a ningún rinoceronte y por ahora no ha muerto ninguno este año.

«Hemos dejado atrás la gestión de crisis», afirma David Powrie, el guarda jefe de la reserva.

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    La reserva, cuyo perímetro está parcialmente vallado, está abierta para permitir la entrada de animales a Kruger y tiene una alta concentración de animales salvajes: casi 150 especies de mamíferos —entre ellos elefantes, búfalos, leones, leopardos y rinocerontes—, más de 100 especies de reptiles y 500 especies de aves.

    La primera fase de Connected Conservation, iniciada en noviembre de 2015, consistió en instalar una red wireless que permitiera a los guardas compartir información al instante: cámaras que supervisaran constantemente el perímetro y los accesos a la reserva y escáneres para registrar huellas y digitalizar la información, como pasaportes y matrículas de vehículos, de todos aquellos que entrasen o saliesen de la reserva. Los encargados y los técnicos de operaciones en un centro de mando sobre el terreno examinan cuidadosamente la información y la usan, por ejemplo, para coordinar y dirigir equipos anti caza furtiva.

    La tecnología y los bosques africanos no suelen ir de la mano, según Powrie. «Entre la topografía, la iluminación y otros peligros, las comunicaciones son un problema enorme». Además de resistir todo aquello que le arroje la naturaleza, el sistema debe poder distinguir entre animales y personas que se desplazan por la reserva.

    Las incursiones de furtivos que saltan la valla o la cortan han disminuido drásticamente. Según Dave Varty, miembro del comité de seguridad de la reserva, antes de Connected Conservation «teníamos incursiones noche sí, noche no». Ahora no hay casi ninguna.

    «Tanto la percepción como la realidad es que somos un lugar difícil en el que entrar y que deberían evitarnos». Se corre la voz: «Este es un lugar seguro».

    Alerta temprana, respuesta táctica

    En el momento en que se cruza o se corta cualquier parte de la verja de la reserva, suena una alerta. Eso, según Watson, «da a los guardas más tiempo y oportunidad para atrapar a los furtivos antes de que maten». Las alertas tempranas han reducido el tiempo de reacción de 30 a 7 minutos, según Watson.

    Durante las operaciones anti caza furtiva, los guardas reaccionan de forma más ágil y estratégica. Cuando llega información, el centro de mando la transmite al campo y los equipos pueden ser redirigidos según las circunstancias cambiantes.

    Las imágenes de las cámaras de seguridad se supervisan las 24 horas al día en un centro de control de operaciones de la reserva.
    Fotografía de Dimension Data

    Conocer mejor las condiciones sobre el terreno también hace que el trabajo de los guardas sea más seguro. Como el sistema rastrea la ubicación de los guardas incluso en plena noche, los equipos pueden evitar el denominado fuego amigo, cuando disparan por error a los suyos.

    «Los guardas también saben que pueden conseguir ayuda si están heridos o tienen problemas», afirma Powrie. Eso les ayuda con la seguridad y la moral. «Si disparan a alguien o les ataca un animal, no se van a quedar atrapados en el bosque».

    También hay otra ventaja importante. La supervisión intensiva y constante de la reserva hace que sea menos probable que «los malos» sobornen a los miembros del personal para que les den información privilegiada sobre las operaciones.

    «En cualquier momento, hay muchos sistemas en el bosque que captan cosas y ven a esa persona “mala”», afirma Powrie. «Los helicópteros con ojos, las cámaras trampa, todos estos niveles implican que, a fin de cuentas, los furtivos y sus compinches no pueden huir».

    El futuro

    Watson anticipa que la segunda fase de Connected Conservation se completará a finales de junio. Consiste en expandir la capacidad del sistema wireless para permitir comunicaciones de más largo alcance y superar otras limitaciones, enterrando sensores magnéticos para captar movimientos dentro de la reserva, equipando los vehículos con sensores para rastrear su paradero y colocando líneas de fibra acústica en torno al perímetro que activen las alarmas cuando se traspasen.

    Insiste en que el éxito del sistema no se debe a un solo componente, sino al funcionamiento integrado de todas sus partes. «Es la solución entera unificada».

    Añade que el objetivo actual es «obtener un modelo reproducible. Hemos recibido una serie de solicitudes. Muchas reservas privadas y parques nacionales querrían este sistema».

    Una variante de Connected Conservation se ha puesto en marcha en parte de un parque nacional de Zambia central para ayudar a proteger a los elefantes y evitar la matanza de animales como los antílopes por su carne, y la muerte o la mutilación de objetivos imprevistos como los leones, que quedan atrapados en las trampas. «Esperamos extenderlo y expandir nuestra solución en fases por todo el parque nacional», afirma Watson.

    Las siguientes serán reservas de Kenia y Mozambique, así como zonas de la India y de otras partes de Asia habitadas por tigres. Los grandes felinos necesitan urgentemente protección frente al comercio de las partes de sus cuerpos en el mercado negro, principalmente en China, donde se usa en medicina tradicional para tratar dolencias que van de la malaria al acné.

    Más adelante, el objetivo es adaptar el sistema terrestre para su uso en el océano y proteger así a rayas, tiburones y ballenas, entre otras especies.

    «Nuestra intención no es sino ambiciosa», afirma Watson. «Erradicar toda forma de caza furtiva en África, India y Asia, y en el océano».

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