Descubren una nueva especie de cocodrilo oculta a plena vista

Los estudios sobre el animal centroafricano, que presenta una inusual piel suave, también revelaron que su pariente se encuentra en peligro crítico de extinción.

Por Douglas Main
Publicado 25 oct 2018, 15:35 CEST
Cocodrilo hociquifino centroafricano
La nueva especie, el cocodrilo hociquifino centroafricano (Mecistops leptorhynchus), es la primera descrita por completo en más de 80 años.
Fotografía de Matt Shirley

No todos los días se encuentra una nueva especie de cocodrilo. Por primera vez en más de 80 años, un equipo de investigadores ha descrito y nombrado por completo una nueva especie —cocodrilo hociquifino centroafricano— que se distribuye a lo largo de una amplia franja del continente entre Camerún y Tanzania.

La especie se denomina Mecistops leptorhynchus y se ha descrito en un estudio publicado el 24 de octubre en la revista Zootaxa.

Hasta ahora, se consideraba que este animal era la misma especie que su pariente africano occidental, Mecistops cataphractus, que conservará su nombre científico original. El nuevo nombramiento reduce tanto la población total de la especie africana occidental que ahora se considera en peligro crítico de extinción. Solo quedan unos 500 ejemplares en la naturaleza, según estima Matt Shirley, autor principal del estudio e investigador de la Universidad Internacional de Florida.

Shirley explica que los cocodrilos hociquifinos centroafricanos presentan una apariencia más suave y lisa que sus parientes africanos occidentales, que poseen escamas más grandes y pesadas y piel más rugosa. El cocodrilo recién descrito tampoco posee las crestas óseas en el cráneo que sí tiene su pariente.

Pero las mayores diferencias se encuentran en los genes, y estas son importantes. El estudio demuestra que la genética del animal se diferenció por primera vez hace más de ocho millones de años, cuando aparecieron volcanes a lo largo del actual Camerún. Shirley, explorador de National Geographic, explica que esta actividad volcánica creó montañas intransitables que dividieron en dos el área biogeográfica de los reptiles, impidiendo el flujo genético, y las poblaciones no han intercambiado genes desde entonces.

Afirma que este aislamiento permitió que las dos especies se separasen y ahora los pares de bases que componen algunos genes importantes difieren en más de un cinco por ciento.

Los científicos, claro está, han descrito otras nuevas especies de cocodrilo en los últimos años. Por ejemplo, la investigación de George Amato, del Museo Americano de Historia Natural, ha demostrado que los cocodrilos enanos no son una sino tres especies. Shirley, Amato y sus colegas también descubrieron que en realidad existen dos especies diferentes de cocodrilo del Nilo.

Pero el M. leptorhynchus es la primera especie que atraviesa todo el proceso de descripción y nombramiento formal desde 1935, según Shirley. Para ello, tuvieron que escudriñar cientos de muestras de museos de todo el mundo con la ayuda de colegas de la Universidad de Iowa y la Universidad de Florida. El propio Shirley cuenta que también llevó a cabo trabajo de campo exhaustivo en 14 países africanos y contrajo malaria más de una docena de veces en el transcurso de su investigación.

Su trabajo fue complicado por el hecho de no lograban encontrar el espécimen «tipo» —el animal original de museo empleado para identificar oficialmente cualquier especie dada—, el M. cataphractus. Al parecer, era culpa de los nazis: según Shirley, es probable que hubiera sido destruido por los aviones alemanes que bombardearon el Museo de Historia Natural de Londres durante la II Guerra Mundial. Los investigadores tuvieron que designar una nueva especie tipo. Es más, el espécimen tipo del M. leptorhynchus es joven, lo que complicaba el trabajo, ya que los cocodrilos jóvenes son más difíciles de identificar. 

El estudio es «una historia continua que se repite acerca de la diversidad poco descrita de los cocodrilos africanos», afirma Amato, director de genómica de conservación en el Instituto Sackler de Genómica Comparativa, que no participó en este artículo científico.

El estudio debería estimular las labores de conservación de ambos tipos de cocodrilos, pero sobre todo de la especie africana occidental.  Shirley y sus colegas están colaborando con los gobiernos de Costa de Marfil y Ghana, así como con una serie de ONG, para criar a los animales en cautividad y liberarlos posteriormente en la naturaleza. La mayor iniciativa de este tipo tiene lugar en un zoo de Costa de Marfil donde actualmente residen más de 30 animales.

La pérdida de hábitat y la caza furtiva afectan a ambas especies, aunque quedan tan pocos cocodrilos hociquifinos africanos occidentales que son casi imposibles de encontrar, según Shirley, que pasó «meses y años» de su vida buscándolos. Finalmente, recopiló muestras de ADN de solo 15 o 20 ejemplares.

Ahora, la labor es más urgente que nunca. «Se encuentran en peligro crítico de extinción y podrían desaparecer en cualquier momento», afirma Shirley.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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