¿Por qué a los insectos como las polillas les atrae tanto la luz?

Los insectos se sienten atraídos por las luces brillantes porque confunden los sistemas de orientación de estos animales.

Por Richie Hertzberg
Publicado 8 oct 2018, 12:24 CEST

Es una imagen familiar, sobre todo en verano: polillas y otros insectos acumulados alrededor de luces como bombillas y lámparas. Las criaturas atraídas por ese brillo suelen ser devoradas por los depredadores o sobrecalentarse.

Aunque es algo habitual, no resulta obvio de inmediato: ¿cómo pueden estos insectos caer en la trampa y dirigirse hacia su muerte luminosa a una escala tan grande?

Como en el caso de Romeo y Julieta, la de la bombilla y la polilla es una historia de atracción mortal. Siendo criaturas principalmente nocturnas, las polillas evolucionaron para viajar siguiendo el brillo de la luna, empleando un método denominado orientación transversal.

Por qué a las polillas les atraen las bombillas
La bombilla y la polilla: una historia de atracción fatal.

«[La orientación transversal] es similar a cuando nosotros nos guiamos por la estrella polar, que está en un lugar determinado, de forma que sabemos dónde estamos», explica Jeff Smith, comisario de la colección de polillas del Museo Bohart de Entomología. Smith explica que, del mismo modo, se cree que las polillas mantienen la fuente de luz en una posición determinada en relación con sus cuerpos para orientarse.

La bombilla: un invento funesto

Lo que la evolución de las polillas no pudo prever fue la proliferación de luz eléctrica las 24 horas del día en nuestro mundo moderno.

De hecho, el día en que Thomas Edison patentó la bombilla —27 de enero de 1880, algo que allanó el camino para la distribución mundial de la iluminación eléctrica— fue un día funesto en la historia de las polillas.

«Todo salió mal porque les hemos dado muchas lunas artificiales», afirma Lynn Kimsey, profesora de entomología de la UC Davis.

Hay elementos dentro de los ojos de las polillas sintonizados con la luz tenue que actúan «como telescopios en miniatura». Así, cuando detectan iluminación artificial intensa, esta puede actuar como un «superestimulante», en palabras de Kimsey.

«Cuando hay luces muy brillantes, resultan casi irresistibles».

Amantes desafortunados

Pero ¿qué ocurre cuando una polilla alcanza lo que cree que es la luna? Pues es como un cubo de agua fría.

«Conocía a un tipo que tenía un concesionario de Jaguar con lámparas enormes de vapor de mercurio», relata Smith. «Cada noche, encendían las luces y unos escarabajos enormes acudían volando hacia las luces de vapor de mercurio y aterrizaban en el suelo. Por la mañana, las gaviotas los recogían, saltaban sobre los Jaguars... y defecaban sobre los coches».

El concesionario recurrió a bombillas de vapor de sodio porque la longitud de onda de la luz que emiten resulta mucho menos atractiva para los insectos.

Aunque todavía hay mucho que investigar para entender por completo el comportamiento de las polillas, los científicos sí saben que las bombillas han provocado una brecha en la programación evolutiva de las polillas.

«[Las polillas] no son los seres más inteligentes del planeta», afirma Kimsey. «Perdona el chiste malo, pero no se les suele encender la bombilla».

«Podría pensarse que su objetivo durante la noche es encontrar comida o una pareja», afirma Smith. «Pero llevo tres días con una polilla en el porche que permanece todo el tiempo junto a la luz... Si no la devora una mantis religiosa o una rana, quizá se quede ahí malgastando su vida».

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