Descubren a las afueras de Texas los fósiles de un extraño pariente de los cocodrilos

La criatura tiene una mandíbula inusual que evidencia la diversidad de los crocodiliformes del Cretácico.

Por Michael Greshko
Publicado 11 jun 2019, 17:30 CEST
Scolomastax sahlsteini
Hace unos 96 millones de años en un vasto delta fluvial de la actual Arlington, Texas, vivía un pequeño pariente de los cocodrilos modernos denominado Scolomastax sahlsteini. En esta reconstrucción artística, el reptil prehistórico se alimenta de los restos de un pez pulmonado.
Fotografía de Brenton Adrian (ilustración)

Hace unos 96 millones de años, las afueras de Dallas, Texas, formaban parte de un exuberante delta fluvial que albergaba tortugas, dinosaurios, peces y a una extraña criatura que se parecía a un cocodrilo pero que habría comido como una zarigüeya.

El animal, Scolomastax sahlsteini, es un crocodiliforme descubierto recientemente, un pariente lejano y extinto de los cocodrilos y aligátores actuales. Medían entre 0,9 y 1,8 metros y su mandíbula inferior derecha revela que tenían menos dientes que otros cocodrilos con los que están emparentados. Sus dientes también parecen tener formas diferentes.

Estos rasgos concuerdan con animales vivos que devoran alimentos duros o tienen una dieta variada, lo que sugiere que los Scolomastax podrían haber sido omnívoros. A modo comparativo, los cocodrilos modernos son carnívoros y suelen especializarse en emboscar presas cerca de la orilla del agua.

Los cocodrilos del río Mara
Para los animales que emprenden las grandes migraciones, los abundantes cocodrilos del río Mara suelen ser su reto final, y el más peligroso.

«Parecían llenar un nicho que no se observa que ocupan cocodrilos y aligátores modernos», afirma el autor principal del estudio, Christopher Noto, paleontólogo de la Universidad de Wisconsin-Parkside. «Los cocodrilos y aligátores vivos no son “fósiles vivos”. Solo son supervivientes y representan exclusivamente una pequeña fracción de los estilos de vida de sus parientes primitivos».

¿Fauna urbana?

El extraño reptil, descrito la semana pasada en The Anatomical Record, es la criatura primitiva más reciente hallada en el Arlington Archosaur Site, en Texas. Este yacimiento, de unos 96 millones de años, data del Cretácico, un periodo en el que existía una vasta ruta marítima entre el oeste de Canadá y el golfo de México. Esta ruta dividía Norteamérica en dos continentes: Laramidia al oeste y Appalachia al este.

Muchos de los yacimientos fósiles del Cretácico en Norteamérica, como los lugares de Utah donde se han hallado dinosaurios con cuernos, registran lo que sucedió en Laramidia. Pero el yacimiento de Arlington documenta un delta fluvial en Appalachia, un hallazgo mucho más inusual. Es más, el Scolomastax es un paraligatórido, un grupo más conocido gracias a fósiles de Asia. Como primer paraligatórido descubierto en depósitos de Appalachia, el Scolomastax respalda la idea de que los animales que vivían en Asia y Norteamérica se mezclaron durante el Cretácico Inferior, antes de que las aguas dividieran Norteamérica en dos.

«Lo mejor del yacimiento de Arlington es que en realidad data de un periodo [y un lugar] del que no hemos encontrado muchos fósiles», afirma Stephanie Drumheller-Horton, coautora del estudio y paleontóloga de la Universidad de Tennessee. «Aún hay muchos misterios sobre Appalachia, así que todo lo que encontremos en este yacimiento llenará vacíos importantes».

El yacimiento de Arlington fue descubierto en 2003 por un grupo en el que figuraba Derek Main, entonces alumno de posgrado de la Universidad de Texas-Arlington. Main supervisó el estudio del yacimiento hasta 2013, cuando falleció repentinamente. Noto se hizo cargo del proyecto ese mismo año y ha dirigido su estudio desde entonces, con la financiación parcial de la National Geographic Society.

Si imaginas páramos barridos por el viento como las escenas de las excavaciones de Parque Jurásico, el yacimiento de Arlington no es así: se encuentra dentro de Viridian, una gran comunidad planificada en Arlington, Texas, a las afueras del área de Dallas-Forth Worth.

«Lo gracioso [del yacimiento] es que si estás de pie de cara a la pared, verás fósiles que sobresalen, pero si te das la vuelta, en la distancia puedes ver el estadio de fútbol americano de los Cowboys de Dallas», afirma Drumheller-Horton.

Un botín antiguo

Aunque parezca extraño, la proximidad a un gran núcleo urbano ha ayudado a los paleontólogos a proteger y estudiar el yacimiento. La mayoría de los excavadores han sido voluntarios, muchos de ellos pertenecientes a la Sociedad Paleontológica de Dallas. Entre ellos figura el paleontólogo aficionado Art Sahlstein, uno de los codescubridores del yacimiento y descubridor del Scolomastax. Los investigadores pusieron al reptil sahlsteini como nombre de la especie en honor a su contribución.

«[Esta] colaboración académica y pública ha unido a los paleontólogos académicos y a los aficionados a los fósiles y ha forjado algo que es único y diferente», afirma Noto. «Creo que aquí hay un modelo de este tipo de relaciones con las que queremos aumentar el conocimiento y el aprecio del público por lo que es la paleontología y lo que obtenemos del estudio del registro fósil».

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    El Museo Perot de Naturaleza y Ciencia, en Dallas, ha acogido la colección de fósiles del yacimiento, que ya llega a miles de especímenes. Este botín incluye restos de dinosaurios, plantas y peces primitivos; un enorme crocodiliforme denominado Deltasuchus; hasta nueve especies de tortugas extintas; y posiblemente los restos de una serpiente pequeña. Drumheller-Horton añade que el yacimiento preservó cientos de coprolitos, o heces fosilizadas.

    Por ahora, se han suspendido las excavaciones en el yacimiento mientras los investigadores revisan el enorme tesoro que han descubierto. Pero Soto afirma que el futuro nos depara muchas sorpresas y más oportunidades de conectar a las personas con un pasado lejano.

    «Una de las cosas que nos dicen constantemente las personas que visitan el yacimiento o participan como voluntarias es que no tenían ni idea de que existía algo así bajo sus pies, que había algo así a su alrededor», cuenta Noto.  «Resulta muy gratificante».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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