Descubren el primer esqueleto fosilizado de un tiburón del género Phoebodus

Varios cráneos y un esqueleto casi completo brindan información muy valiosa sobre el elasmobranquio, que vivió hace unos 360 millones de años.

Por Tim Vernimmen
Publicado 2 oct 2019, 12:51 CEST
Tiburón anguila
Un nuevo fósil revela que el antiguo tiburón Phoebodus presentaba un plan corporal similar al del tiburón anguila moderno, la especie que vemos en la foto, sacada en Portugal.
Fotografía de Paulo Oliveria, Alamy Stock Photo

Los dientes de tiburón son unos de los fósiles más comunes del mundo, pero los esqueletos cartilaginosos de sus dueños rara vez se preservan. Por eso se desconoce el aspecto de muchos tiburones primitivos, aunque fueran muy abundantes en el pasado.

De ahí que el hallazgo de varios cráneos y un esqueleto casi completo de dos especies de Phoebodus, un género de tiburones primitivos que hasta ahora solo se conocía a partir de sus dientes tricúspides, desconcertara a los paleontólogos que trabajaban en el este de la cadena montañosa del Anti-Atlas, en Marruecos. Los fósiles, descritos esta semana en Proceedings of the Royal Society B, revelan que el cuerpo del Phoebodus era similar al de una anguila y presentaba un hocico alargado, por lo que se parecería a los tiburones anguila que aún nadan en los mares modernos.

Este fósil del antiguo género de tiburones Phoebodus se descubrió en Marruecos.
Fotografía de Linda Frey y Christian Klug, Instituto y Museo de Paleontología, Universidad de Zúrich

Aunque estos dos animales son parientes lejanos, el aspecto de los dientes del Phoebodus y los del tiburón anguila también es muy similar, lo que apunta a que sus formas de alimentación no difieren mucho.

«Muchos tiburones modernos presentan dientes serrados que les permiten cortar a sus presas antes de ingerir los trocitos», afirma el coautor del estudio Christian Klug, de la Universidad de Zúrich. Por su parte, los dientes cónicos del Phoebodus y del tiburón anguila, que apuntan hacia el interior, solo sirven para capturar presas y engullirlas enteras.

Tiburones anguila y catanes

Los restos fosilizados del Phoebodus se descubrieron en una capa cuya antigüedad se estima entre 360 y 370 millones de años, en una antigua cuenca marina poco profunda. Cuando los tiburones murieron, la circulación limitada del agua y los bajos niveles de oxígeno crearon un entorno en el que los cuerpos quedaron a salvo en gran medida de las bacterias, los carroñeros y las corrientes y se preservaron para la posteridad.

Los fósiles resultantes presentan daños provocados por los sedimentos y el tiempo, pero Klug y su equipo han podido realizar tomografías de parte del material extraído de las montañas marroquíes para hacerse una mejor idea del aspecto de los tiburones primitivos en el Devónico Superior.

«La cantidad de datos que surgen de estudios como este es sobrecogedora», afirma John Maisey, paleontólogo del Museo Americano de Historia Natural que no formó parte del equipo del estudio. «Estamos viviendo un renacimiento de la anatomía».

Los escáneres revelaron algunas similitudes sorprendentes con el tiburón anguila, no solo por la forma corporal, sino también en los dientes. Esto aporta pistas sobre cómo podrían haber cazado los antiguos depredadores.

«El tiburón anguila es un depredador especializado con la capacidad de lanzarse hacia delante de forma repentina para capturar a sus presas. Los dientes que apuntan hacia dentro hacen que su presa solo pueda ir en una dirección: su garganta. Quizá el Phoebodus hacía algo similar», explica David Ebert, experto en tiburones modernos del Centro de Investigación de Tiburones del Pacífico que lleva décadas estudiando a los tiburones anguila.

Sin embargo, como el tiburón anguila es muy solitario y solo lo avistan ocasionalmente, quedan muchas incógnitas sobre la forma en que se alimenta. Para comprender mejor cómo habría cazado el Phoebodus, los investigadores también analizaron otra especie relacionada con similitudes sorprendentes en el cráneo, la mandíbula y los dientes: un gran pez de agua dulce denominado catán. Como el Phoebodus, el catán posee mandíbulas largas y un cráneo plano, que limitan su fuerza de mordida. Con todo, una cabeza como esta tiene sus ventajas, según Justin Lemberg de la Universidad de Chicago, que ha estudiado la conducta de alimentación del catán.

«Cazan en aguas abiertas, donde no tienen el lujo de poder elegir la dirección de la que vendrá su próxima comida. Las cabezas planas y las mandíbulas largas son perfectas para morder a las presas de lado».

La física de la alimentación

Aunque puede resultar inusual comparar las estrategias de alimentación de especies tan distintas como los tiburones y los catanes, Lemberg explica que dichos análisis son unos de los mejores métodos con los que cuentan los paleontólogos para reconstruir la conducta de animales extintos.

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    «Cuando una estructura o estrategia determinadas son eficaces, existe una tendencia para que surja varias veces, tanto en criaturas vivas como en el registro fósil», afirma. «Aunque ha cambiado mucho desde que el Phoebodus nadó por los mares del Devónico, la física de la alimentación en el agua no ha cambiado».

    Sin embargo, el Phoebodus se extinguió en el Carbonífero inferior, millones de años antes de la reaparición de algunos de sus rasgos en un tiburón moderno. ¿Podrían algunas de las especies pertenecientes a este género antiguo seguir acechando en las profundidades, como el esquivo tiburón anguila?

    «Lo dudo mucho», afirma Ebert. «He pasado toda mi carrera buscando nuevas especies, pero nunca me he topado con nada como esto».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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