Descubren en Brasil el fósil de un reptil prehistórico que vivió hace 230 millones de años

Es probable que el reptil del Triásico desempeñara un papel fundamental en su ecosistema.

Por Jill Langlois
Publicado 6 feb 2020, 11:02 CET
Dynamosuchus collisensi
Esta nueva especie de reptil prehistórico, llamado Dynamosuchus collisensi, vivió hace 230 millones de años durante el Triásico. Tenía la espalda protegida con dos hileras de huesos dérmicos.
Fotografía de Márcio L. Castro

Rodrigo Müller trabajaba en un bloque de roca al pie de la colina de Agudo, a una hora de Porto Alegre, cuando observó un raro conjunto de osteodermos, los depósitos óseos que forman palcas sobre la piel de un reptil o un anfibio.

«Me sorprendió porque nunca habíamos visto nada parecido en Brasil», cuenta Müller, paleontólogo de la Universidad Federal de Santa María, sobre la que de lo contrario habría sido una visita normal y corriente al yacimiento de Janner, que albergó a algunos de los primeros dinosaurios que pisaron la Tierra.

Mientras llevaba a cabo este delicado trabajo, limpió la tierra de un cráneo intacto y otros huesos fosilizados. Se trataba del esqueleto casi completo y en buen estado de un raro reptil de la familia Ornithosuchidae, que se consideran parientes de los cocodrilos y aligátores actuales y que hasta ahora solo se habían documentado en Argentina y Escocia.

Fósiles 101

Un equipo en el que figuran los colegas de Müller del Museo de La Plata en Argentina y del Instituto Politécnico de Virginia en Estados Unidos, describió al Dynamosuchus collisensis, que data de hace 230 millones de años, el 31 de enero en la revista Acta Paleontologica Polonica. Se llama así debido a la fuerza de su mordisco y la ubicación del hallazgo. En todo el mundo solo se han encontrado otras tres especies de ornitosúquidos, la última de ellas descubierta en Argentina y descrita hace 50 años.

Aunque su mordisco podía quebrantar huesos y sus dientes afilados podían atravesar la carne, Müller y los otros autores creen que el Dynamosuchus collisensis era un necrófago, como los buitres y las hienas de hoy. Se alimentaba principalmente de cadáveres de animales y de presas fáciles de capturar, lo que significa que desempeñaba un papel fundamental en la cadena trófica. Hasta ahora, los paleontólogos no conocían la existencia de dicho rol en esta región de Brasil.

«Nos ayuda a entender mejor cómo funcionaba ese ecosistema», afirma Müller.

Sin carroñeros como el Dynamosuchus collisensis, los cadáveres y otros residuos orgánicos se acumularían en lugar de descomponerse. Esta descomposición permite que las plantas absorban nutrientes esenciales. A su vez, estas plantas alimentan a herbívoros y omnívoros, lo que permite que el círculo continúe.

Un botín de huesos

Con más de dos metros de largo, el reptil del Triásico era bastante grande comparado con otros animales que vivieron en este periodo. A diferencia de sus parientes modernos, el Dynamosuchus collisensis era terrestre. Tenía las cuatro patas bajo el cuerpo y no a los lados, y dos hileras de osteodermos en la espalda a modo de protección.

El esqueleto del Dynamosuchus collisensi se descubrió cerca de Porto Alegre, Brasil.
Fotografía de Rodrigo Temp Müller

Acechaba en zonas forestadas rodeadas de ríos junto a algunos de los dinosaurios más antiguos que hemos documentado, antepasados de los mamíferos denominados cinodontes y otros reptiles como los rincosaurios.

Los nuevos fósiles conectan la evolución y las interacciones entre las masas continentales donde vivían los ornitosúquidos, que por aquel entonces formaban parte del supercontinente Pangea. El animal descubierto en Brasil guarda más parentesco con uno de los especímenes hallados en Argentina del que presentan los propios especímenes de Argentina entre sí. Müller explica que este hallazgo indica que la fauna intercambió miembros en distancias largas y no evolucionó de forma aislada.

«El hecho de que haya organismos muy cercanos en términos de parentesco en Brasil y Argentina en el mismo periodo apunta a una similitud en los entornos y las ecologías, aunque cada región tenía diferencias que fomentaron la especiación», explica Marco Aurélio Gallo de França, paleontólogo de la Universidad Federal del Valle de San Francisco que no participó en el descubrimiento.

Gracias a las buenas condiciones del fósil del Dynamosuchus collisensis, Müller y otros investigadores podrán analizar la fuerza del mordisco del reptil mediante tomografías computarizadas para crear modelos en 3D.

«Está muy bien conservado. Apenas hay deformación en ninguno de los huesos y se ha preservado gran parte del cráneo y el postcráneo, así que es muy completo para este tipo de animal. Esos huesos conservan mucha información», dice Müller sobre el fósil.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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