Las serpientes tropicales desaparecen conforme el hongo quítrido diezma a sus presas

El hongo quítrido ha devastado poblaciones de anfibios de todo el mundo. Un nuevo estudio demuestra que también puede afectar a sus depredadores, como las serpientes.

Por Douglas Main
Publicado 14 feb 2020, 11:13 CET
Chironius grandisquamis
Especies como esta Chironius grandisquamis han descendido drásticamente tras la llegada del hongo quítrido a Panamá, ya que ha aniquilado a muchas poblaciones de anfibios de los que se alimentan.
Fotografía de James Christensen, Minden Pictures/Nat Geo Image Collection

En los últimos 50 años, un hongo letal ha aniquilado poblaciones enteras de ranas y salamandras de todo el mundo. El hongo quítrido ha provocado la disminución o la extinción de al menos 500 especies, siendo el patógeno más destructivo del mundo en lo que a pérdida de biodiversidad se refiere.

Naturalmente, se trata de una noticia pésima para los animales que se alimentan de anfibios. Pero los científicos apenas tienen información sobre las repercusiones de este hongo contagioso en las cadenas tróficas del planeta.

Un nuevo estudio publicado esta semana en Science sugiere que el descenso de las poblaciones de anfibios ha pasado factura a las especies de serpientes tropicales que se alimentan de ranas. El trabajo ha determinado que cuando la enfermedad entró en el parque nacional Omar Torrijos Herrera de Panamá a partir de 2004, las poblaciones, la diversidad y la salud de las serpientes descendieron drásticamente. Los autores sostienen que es probable que esto también se aplique a otros depredadores de los anfibios.

Según Elise Zipkin, coautora del estudio y bióloga cuantitativa de la Universidad del Estado de Míchigan, es muy probable que haya desaparecido al menos una docena de especies de serpientes de la zona, una cifra que podría ser mayor.

También es probable que la disminución de las serpientes tenga sus propios efectos ecológicos y apunta a repercusiones más generalizadas en la cadena trófica en general.

Antes de que llegara el hongo quítrido y provocara un «apocalipsis anfibio» observaron siete Leptophis depressirostris en el parque panameño. Después, pese a varios reconocimientos intensivos a lo largo de ocho años, no encontraron ni una.
Fotografía de Edwin Giesbers, Minden Pictures

«Debe de estar afectando a las aves y los mamíferos y a todo lo demás», afirma Julie Ray, coautora y profesora adjunta de la Universidad de Nevada en Reno. Por eso el estudio debería importar «incluso a la gente a la que no le gustan las serpientes», añade.

La desaparición de las serpientes

Kelly Zamudio, profesora de ecología y herpetología en la Universidad de Cornell que no participó en el trabajo, explica que aunque puede parecer obvio que el descenso de los anfibios pueda afectar a sus depredadores, demostrar que es cierto exige contar con datos a largo plazo de un lugar específico, algo muy poco común y difícil de conseguir.

Las observaciones y los datos del estudio se tomaron de forma minuciosa durante reconocimientos de fauna silvestre sobre el terreno a lo largo de más de 13 años en el parque panameño, cerca de la comunidad de El Copé, antes y después de que el hongo quítrido arrasara la zona.

Solo los datos en bruto fueron suficientes para sugerir que el quítrido estaba perjudicando a las serpientes de forma indirecta. Antes de la invasión fúngica, los científicos habían documentado 30 especies diferentes; después, solo avistaron 21 y en cantidades muy inferiores. De las especies que avistaron cinco veces o más, más de la mitad se encontraron con menos frecuencias tras el brote del hongo.

Pero muchas de las especies son poco comunes: 13 de las 36 especies de serpientes que observaron los investigadores a lo largo de los 13 años sobre el terreno se avistaron una sola vez. Muchas más se avistaron en unas pocas ocasiones. Eso plantea la incógnita de cómo estimar la abundancia de una especie con tan pocos avistamientos.

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    Zipkin usó un modelo matemático para deducir tendencias poblacionales a partir de los avistamientos de serpientes, lo que apunta a que estas especies raras se habían extinguido a nivel local y que la zona había perdido al menos una docena de especies.

    El trabajo sugiere que existe una «disminución y una homogenización de la población impresionantes. La comunidad ha cambiado para siempre y muchas especies podrían haber desaparecido del todo», afirma Zamudio.

    «Me parece un ejemplo increíble de lo importante que es recopilar datos como estos», añade.

    Un descubrimiento fortuito

    Al principio, Ray, que recopiló datos del mismo parque nacional panameño durante ocho años, no se disponía a analizar el impacto del hongo, de nombre científico Batrachochytrium dendrobatidis (Bd). De hecho, el hongo llegó justo antes de que empezara a recopilar datos en 2005.

    Entonces, su tarea consistía en contar las poblaciones de serpientes y descubrir qué comían en el marco de un estudio doctoral de dos géneros que, según se creía, se alimentaban principalmente caracoles, como la caracolera de cabeza chata (Sibon argus), una serpiente esbelta con cabeza roma y ojos ligeramente protuberantes.

    Resulta que la Sibon argus no se alimenta de caracoles, como creían. Come principalmente de huevos de rana, lo que se ha convertido en un problema. Antes de la llegada del hongo, los investigadores, entre ellos la coautora Karen Lips de la Universidad de Maryland, documentaron 149 avistamientos de los animales. Tras los efectos del honogo, la cifra descendió por un factor de tres y los animales con los que se topó Ray tenían un aspecto desnutrido y demacrado.

    Ray explica que, a veces, las serpientes como esta solo comen una vez al año y pueden sobrevivir durante mucho tiempo tras la desaparición de sus presas, aunque en un estado lamentable.

    La culebra café adornada (Rhadinaea decorata) se vio muy afectada por el quítrido. Antes de la llegada del hongo, avistaron a las criaturas en 13 ocasiones; después, no encontraron ninguna.
    Fotografía de Biosphoto, Alamy

    Ray, que había trabajado en otros dos lugares de Panamá antes de empezar en El Copé, presenció cómo empezaban a perecer las ranas. Seis meses después de la llegada del quítrido, había muerto la gran mayoría de las ranas y sus cadáveres se acumulaban en los arroyos.

    «La cantidad de ranas se veían antes y después del declive es una locura», afirma. La investigación previa de Lips y otros autores determinó que el quítrido había reducido la abundancia de anfibios un 75 por ciento en aquella zona y que había provocado la extirpación de al menos 30 especies.

    Entonces, las especies que estudiaba (las serpientes) empezaron a verse afectadas. Cada noche que salía encontraba menos.

    «En parte, te dejas llevar por el momento e intentas conseguir datos», afirma. Pero al final ves que «las cifras están vinculadas a animales reales. Y te afecta mucho».

    Las consecuencias en la cadena trófica

    La pérdida de anfibios tendrá otras repercusiones ecológicas que no solo afectarán a las serpientes. En partes inferiores de la cadena trófica, se ha demostrado que la desaparición de los renacuajos provoca un mayor crecimiento de algas en los arroyos, lo que los priva de oxígeno. En partes superiores de la cadena, la desaparición de serpientes tiene otras repercusiones.

    «Las serpientes son tan importantes para el medio ambiente que, si las retiras, todo puede derrumbarse», añade Ray.

    «Sospecho que hay otros depredadores y presas que se han visto afectados por la desaparición de los anfibios», afirma Jamie Voyles, bióloga de la Universidad de Nevada, Reno, que no participó en el trabajo.

    «Este estudio también pone de manifiesto la devastación que provocan en el tejido de la vida la quitridiomicosis [nombre técnico de la infección patógena] y otras enfermedades infecciosas emergentes en general. Demuestra que las enfermedades infecciosas emergentes pueden tener repercusiones que van mucho más allá de las previstas», añade.

    Por suerte, queda esperanza, ya que un pequeño subconjunto de especies de anfibios muestra señales de resistencia y algunas poblaciones están empezando a recuperarse poco a poco. Además, algunas especies de serpientes han conseguido cambiar a presas diferentes, como los lagartos, y algunas sierpes que no consumen anfibios parecen estar aumentando, probablemente debido a la menor competencia.

    Con todo, aún se están empezando a entender los efectos del quítrido y no cabe duda de que serán duraderos o permanentes.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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