Estos animales diminutos tienen una estrategia inusual para sobrevivir al invierno

Después de 13 años, los científicos podrían haber resuelto un enigma sobre la pica de meseta de Asia Central.

Por Jason Bittel
Publicado 20 jul 2021, 11:43 CEST
Pica de meseta

Como animales excavadores, las picas de meseta son irrigadoras naturales que airean y humedecen el suelo.

Fotografía de Staffan Widstrand, Nature Picture Library

Para evitar las gélidas temperaturas y la falta de alimento que conlleva el frío, algunos animales emigran. Otros hibernan. Pero las picas de la meseta Tibetana-Qinghai, en el noroeste de China, no hacen ninguna de estas dos cosas.

Las picas son mamíferos del tamaño de roedores que parecen un cruce entre una cobaya y un conejo. De las 29 especies que existen en todo el mundo, la pica americana, autóctona del oeste de Estados Unidos y Canadá, es conocida por la forma en que recoge plantas en la boca y guarda las reservas de comida bajo tierra para aguantar durante el invierno.

Pero ha sido un misterio cómo sobrevive su pariente asiática, la pica de meseta, en las estepas secas y azotadas por el viento donde las temperaturas descienden hasta menos 29 grados Celsius y las plantas se marchitan en invierno. A diferencia de otros animales de clima frío, las picas no pueden recurrir a la grasa, el aumento de peso en invierno o el sueño durante los meses fríos.

Ahora, tras 13 años de investigación, parece que se ha descubierto el secreto de la supervivencia de la pica de meseta: los animales ralentizan su metabolismo y complementan su dieta normal de plantas con excrementos de yak, que contienen nutrientes no digeridos.

La primera parte de la fórmula tiene sentido, ya que un metabolismo más lento quiere decir que los animales necesitan consumir menos calorías cada día. Pero la segunda parte fue más sorprendente.

«Al principio, nadie se creyó la historia de que se comían heces de yaks», afirma John Speakman, líder del estudio y fisiólogo de la Universidad de Aberdeen, en Escocia, por correo electrónico.

«Sin embargo, las pruebas acumuladas son irrefutables», dice Speakman, cuyo estudio se publicó en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Este comportamiento, conocido como coprofagia interespecífica, es muy raro en vertebrados. Speakman cree que las heces de yak probablemente son una fuente de alimento abundante y de bajo esfuerzo que permite a las picas ahorrar energía y esconderse de los depredadores, como los halcones peregrinos y los zorros tibetanos.

Bacterias beneficiosas

En 2009, Speakman encontró un yak medio devorado dentro de la madriguera de una pica de meseta, lo que despertó su curiosidad. «Entonces empecé a pensar de verdad: esto es raro. A lo mejor se los comen». Un año después, cuando dos picas murieron por accidente en una trampa, un análisis de sus intestinos reveló la presencia de heces de yak.

Para probar su teoría, Speakman y sus colegas analizaron el contenido intestinal de más de 300 picas de meseta muertas —cuyos cuerpos se recogieron para otro estudio en 2018 y 2019— y descubrieron que casi el 22 por ciento de la muestra contenía ADN de yak. Es probable que se trate de una subestimación, porque el ADN se degrada cuando las heces yacen bajo sol, señala.

Otra serie de pruebas reveló que, en invierno, la composición de los microbiomas de las picas cambia para parecerse a los de los yaks, lo que sugiere que los animales también podrían adquirir bacterias beneficiosas de los excrementos de yak.

En 2017 y 2018, unos científicos grabaron un vídeo de unas picas de meseta comiendo excrementos de yak en cuatro ocasiones diferentes. Juntas, estas pruebas confirman la coprofagia.

La coprofagia también podría explicar por qué las picas de meseta suelen ser más abundantes en zonas habitadas por yaks. Speakman explica que los ganaderos consideran a las picas competidoras directas por la comida y envenenan a los animales por millones.

«Sin embargo, la situación está cambiando y los intentos más recientes de controlarlos han investigado el uso de anticonceptivos, que tienen menos daños colaterales» para otras especies, añade.

¿Relación con la pica americana? 

«Llevo 30 años dando charlas sobre picas y contando la historia de cómo la pica americana almacena excrementos de marmota en sus montones de heno, con la esperanza de que alguien del público me explique por qué», dice Chris Ray, ecóloga cuantitativa de la Universidad de Colorado, en Boulder, por correo electrónico.

Todavía no hay pruebas del paralelismo entre la coprofagia de las picas de meseta de Asia Central y el comportamiento de las picas americanas. Pero el nuevo estudio ha afectado a su forma de pensar sobre la posible importancia de los excrementos de la marmota para la pica americana, una especie que está disminuyendo en el oeste del país debido al aumento de las temperaturas, dice Ray.

«Vivo en lo alto de las montañas Rocosas y sé lo fríos que son los inviernos donde viven algunas picas, y la verdad es que me ha fascinado cómo se las arreglan para sobrevivir».

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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