Nuevas pistas en la búsqueda del lobo de las Malvinas

El hallazgo de restos de carbón vegetal, huesos y herramientas sugiere que los indígenas marinos habitaron las Malvinas y posiblemente llevaran consigo al guará, el primer cánido que se extinguió por culpa del hombre

Por Rebecca Dzombak
Publicado 28 oct 2021, 17:29 CEST
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Una ilustración del extinto lobo de las Malvinas realizada por George Waterhouse en 1839, tras el famoso viaje de Charles Darwin a bordo del H.M.S. Beagle.

Fotografía de Nature Picture Library

Cuando Charles Darwin llegó a las Islas Malvinas en 1833, el único mamífero que pudo divisar vagando por sus desoladas costas era una extraña criatura parecida a un zorro.

Darwin y otros colonos europeos asumieron que las Islas Malvinas, situadas a unos 2 000 kilómetros al este de la costa argentina, estaban deshabitadas. No había asentamientos ni personas que pudieran haber trasladado al enigmático zorro de las Malvinas, también llamado guará, a este archipiélago frío y lleno de maleza.

Concluyeron que el guará debía de haber cruzado el mar por su cuenta. Más tarde, los científicos plantearon la hipótesis de que los zorros podrían haber llegado hasta allí navegando en balsa sobre los escombros o saltando sobre los témpanos de hielo durante la última Edad de Hielo.

Ahora, un nuevo estudio publicado en Science Advances el 27 de octubre, combina la arqueología y la ecología para sugerir que los humanos podrían haber habitado estas islas antes de la llegada de los europeos, y que quizás fueron ellos los que trajeron a sus compañeros caninos. El trabajo abre nuevas posibilidades para la historia de las Malvinas, una tierra escarpada y aún disputada por el Reino Unido y Argentina, y podría ayudarnos a entender mejor a este misterioso miembro de la familia de los perros.

Un enigma del pasado

Apenas hemos conocido al guará, también denominado lobo de las Malvinas (Dusicyon australis). En 1876 se extinguió debido a la caza, el primer cánido que se desvanece por culpa de la caza excesiva en la historia moderna. En la actualidad, sólo existe una docena de ejemplares en museos y colecciones de todo el mundo, según el biólogo evolutivo de la Universidad de Chicago, en Estados Unidos, Graham Slater, que ha estudiado el guará pero no participó en el nuevo estudio.

La criatura, no era ni un lobo ni un zorro, y se parecía "mucho a un coyote o a un chacal", asegura Slater. Tal vez, al igual que los coyotes modernos, también tenía fama de ser un poco astuto además de amistoso; el relato de Darwin señala que hubo una vez en la que un guará cogió algo de carne de debajo de la cabeza de un marinero dormido.

Las pruebas genéticas extraídas de antiguas mitocondrias también sugieren que el guará se aisló de sus parientes más cercanos hace unos 16.000 años, tal vez después de llegar por su cuenta a las Malvinas.

Pero la idea de que los guará llegaron a las Malvinas sin ayuda humana puede plantear problemas. Por ejemplo, no hay muchas pruebas geológicas de la existencia de un puente de hielo o de tierra hacia el archipiélago. También hay que tener en cuenta la ausencia de otros mamíferos en las islas -es inusual que una sola especie haga un salto semejante por sí misma-, aunque el "altamente oportunista" guará podría haber tenido una oportunidad, según Slater.

Ahora, nuevas pruebas recogidas en las playas y humedales de las Malvinas llevan a los científicos a examinar la posibilidad de que los primeros navegantes trajeran la guará. Kit Hamley, paleoecóloga y arqueóloga de la Universidad de Maine, en Estados Unidos, y autora principal del estudio, y sus colegas descubrieron un aumento del carbón vegetal conservado en la turba de las turberas de las Malvinas a partir de 1800 a.C., seguido de un aumento aún más espectacular en torno a 550 a.C.

"Cuando la gente llega por primera vez a un ecosistema insular, la frecuencia y la intensidad de los incendios aumentan drásticamente", afirma. "Así que el mero hecho de ver esos picos [en el registro de carbón vegetal] supuso una sorpresa de infarto".

El registro de carbón vegetal sugiere que la gente podría haber utilizado las islas en múltiples ocasiones, mucho antes de la llegada de los europeos.

Los investigadores también encontraron una mayor abundancia de la que se conocía hasta el momento de pilas de huesos dispersas por las islas. La combinación de focas y pingüinos -depredadores y presas-, junto con la falta de contenido estomacal, hizo que Hamley pensara que estos montones no eran conjuntos de muerte natural, sino que podrían haber sido restos de animales comidos por visitantes preeuropeos. Algunos de los montones se encontraban en el mismo lugar donde en 1979 se encontró en las Malvinas una enigmática punta de flecha de piedra fabricada hace mucho tiempo con cuarcita local.

Para Slater, el trabajo "abre la puerta a revisar esta idea del transporte indígena".

Restos de vida

La mencionada punta de flecha podría haber sido utilizada por el pueblo yagán, indígena de la región de Tierra del Fuego en Argentina y Chile. Los investigadores también examinaron grandes montones de huesos dispersos por las islas y descubrieron que en su mayoría pertenecían a pingüinos de Humboldt y leones marinos del sur, animales que eran el alimento fundamental de los yaganes.

Existen evidencias arqueológicas de una estrecha relación entre humanos y cánidos salvajes en la Tierra del Fuego continental hace más de 2 000 años. "El pariente continental del guará aparece en yacimientos mortuorios de Argentina que datan de hace más de 2 000 años, lo que da crédito a la idea de que los zorros se habían integrado en la sociedad más allá de ser un carroñero de campamento periférico", afirma Hamley.

Los análisis isotópicos del artículo muestran que la dieta del guará, dominada por grandes mamíferos marinos, era también probablemente similar a la de los humanos. Los investigadores sugieren que es poco probable que los guará se alimentaran de forma natural de estos animales; en cambio, parece plausible que fueran alimentados por sus compañeros yaganes.

Según Hamley, las nuevas pruebas apuntan a que los guará habitaron las Malvinas de forma temporal, en lugar de asentarse de forma permanente. Esto concuerda con lo que se sabe de los yaganes: una sociedad de hábiles cazadores-recolectores marinos y constructores de canoas que tuvieron una gran movilidad por toda la Tierra del Fuego durante al menos 8 000 años, y que siguen viviendo allí hoy en día, incluso cuando el territorio de las Malvinas está en disputa (las islas son un territorio de ultramar del Reino Unido, y la mayoría de los residentes lo han apoyado en las últimas encuestas, pero Argentina también reclama la soberanía del archipiélago).

Para localizar indicios de actividad anterior a los colonos, Hamley buscó playas de pendiente suave y agua dulce y eligió tres islas para estudiarlas: la isla María (en inglés, Bleaker Island), en el extremo oriental del archipiélago; la isla de Goicoechea (New Island), en el oeste; y un lugar distante llamado cerro Alberdi (Mount Usborne), para utilizarlo como control. La isla Goicoechea, razonó, "habría sido una de las primeras islas que se encontrarían si vinieran de Sudamérica".

Los investigadores encontraron un notable aumento de carbón vegetal en la isla Goicoechea, pero no en el Cerro Alberdi. La datación por radiocarbono de los restos de guará también muestra que los animales estaban presentes al mismo tiempo que se depositaba el carbón.

"Nuestra interpretación del yacimiento de Goicoechea en particular es que hay pruebas paleoecológicas y arqueológicas muy, muy sólidas de que los humanos la habían utilizado antes de la llegada de los europeos", dice Hamley, aunque sus estancias no fueran largas.

Para Slater, el apoyo paleoecológico del trabajo a la actividad humana es fiable.

"Este trabajo es el primero, hasta donde yo sé, que trata de situar las pruebas arqueológicas -puntas de piedra y basureros (pilas de huesos)- en un contexto más amplio", dice Slater. "Creo que tienen argumentos sólidos para la ocupación indígena antes de la colonización europea en el siglo XVII".

Pero Atilio Francisco Javier Zangrando, arqueólogo y paleocólogo del Centro Austral de Investigaciones Científicas que no participó en el estudio, cuestionó por qué la gente habría viajado a las Malvinas, a cientos de kilómetros del continente.

"Habría tardado varias semanas en viajar por mar", dice Zangrando, lo que hace que sea un viaje difícil, física y logísticamente. "¿Y cómo se explica que llevaran tanta agua?". Además, como los yaganes llevaban el fuego consigo, habrían necesitado llevar también combustible, o una forma de mantener a salvo las brasas encendidas.

Zangrando aceptó el registro de carbón vegetal como una prueba indirecta de la actividad humana, pero no necesariamente de los primeros asentamientos yaganes; podría tratarse de colonos europeos durante el siglo XVII. Tanto él como Slater pensaron que los guarás podrían haber comido mamíferos marinos sin ayuda humana o haber llegado allí por su cuenta.

Hamley tiene previsto volver pronto a las islas para buscar más señales de antiguos humanos y guarás.

"Tenemos que seguir buscando más pruebas", dice Hamley. "Sitios más antiguos, más pilas de huesos, más material cultural y más registros de incendios que potencialmente apoyen la participación humana en la llegada de los guará a las Malvinas".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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