Descubierta una nueva especie de caracol tan pequeña como un grano de arena

Las dos nuevas especies de caracoles terrestres, encontradas en Vietnam y Laos, demuestran lo poco que sabemos sobre la vida en las escalas más diminutas.

Por Douglas Main
Publicado 3 feb 2022, 11:25 CET
Conchas del caracol terrestre más pequeño, Angustopila psammion, junto a la punta de un bolígrafo.

Conchas del caracol terrestre más pequeño, Angustopila psammion, junto a la punta de un bolígrafo. Estos diminutos animales fueron descubiertos en una cueva del norte de Vietnam.

Fotografía de Barna Páll-Gergely

La comunidad científica ha descubierto dos nuevas especies de caracoles del tamaño de un grano de arena: los caracoles terrestres más pequeños conocidos en la Tierra.

"Es increíble lo pequeños que son, no lo esperábamos", afirma Adrienne Jochum, investigadora del Museo de Historia Natural de Berna (Suiza).

El diminuto tamaño del nuevo caracol se refleja en su nombre científico, Angustopila psammion; "Psammion" deriva de la antigua palabra griega que significa "grano de arena". Los científicos encontraron un gran número de esta especie en la pared de una cueva del norte de Vietnam, según un estudio publicado en enero en Contributions to Zoology. El caparazón de esta especie mide 0,6 milímetros de diámetro.

La otra, A. coprologos, se descubrió en un desfiladero de piedra caliza del norte de Laos. Esta especie es ligeramente más grande que A. psammion y, por tanto, es el segundo caracol más pequeño. La concha de esta extraña criatura está cubierta de salientes puntiagudos, adornados con una serie de cuentas de barro. Jochum, coautor del estudio, cree que se trata de bolitas fecales, de ahí su nombre, procedente del griego "recolector de estiércol".

Pero, ¿por qué recoger excrementos y colocarlos sobre sí mismo como si fueran perlas ensartadas? Podría ser una forma de que los animales se comuniquen con otros caracoles, por ejemplo, proporcionándoles señales bioquímicas que les ayuden a atraer a sus parejas, dice Jochum. Los trozos de estiércol húmedo también podrían ayudar a evitar que los invertebrados se sequen, una de las principales amenazas para los caracoles diminutos, dice.

El hallazgo demuestra lo poco que sabemos sobre los organismos más pequeños, dice Jochum, que también tiene una plaza conjunta con el Instituto de Investigación Senckenberg de Frankfurt (Alemania).

"Hay muchas cosas en la escala de los micro medios que aún no hemos descubierto", afirma Jochum.

¿Es fácil ser pequeño?

Los coautores András Hunyadi, Jaap Vermeulen y Katja Anker recogieron muestras de sedimentos en dos expediciones al sudeste asiático. La geología calcárea de la zona alberga una gran diversidad de caracoles poco estudiados, y sospechaban que había más especies por descubrir. Después de mezclar la tierra con el agua, los investigadores retiraron el material flotante y posteriormente examinaron los caracoles al microscopio.

El equipo sólo encontró las conchas de las especies; podría ser que los caracoles vivos vivieran a mayor profundidad dentro del sedimento. Los detalles de su biología siguen siendo un misterio, pero es probable que se alimenten de microbios diminutos, detritus y quizás trozos de hongos, dice Jochum.

Conchas de la segunda especie más pequeña (Angustopila coprologos) en una cápsula de gelatina junto a una moneda británica de 20 peniques, que tiene aproximadamente el mismo diámetro que una moneda de diez céntimos de euro.

Fotografía de András Hunyadi

Los científicos especulan que su tamaño probablemente permite a los caracoles eludir a los depredadores colgándose en las grietas de los sedimentos y las rocas, o en las superficies de las raíces.

Pero ser diminutos también puede suponer algunos problemas, dice Timothy Pearce, investigador de caracoles del Museo Carnegie de Historia Natural de Pittsburgh (Estados Unidos), que no participó en el artículo. Quizás el principal factor limitante es que estos caracoles deben producir huevos, que para ser puestos tienen que caber por la abertura de la concha, que en este caso es de unas 200 micras, aproximadamente el ancho de un par de cabellos humanos. Lo que hace que esto sea más difícil es que la cáscara comienza a desarrollarse dentro del huevo, incluso antes de ser puesto, dice Pearce.

Sus órganos, incluidos el cerebro, los pulmones y el corazón, también deben caber dentro de la cáscara, dice Pearce.

Rompiendo barreras

El anterior poseedor del récord del caracol terrestre más pequeño del mundo es Acmella nana, descubierto en Borneo en 2015, que tiene unas dimensiones corporales similares, pero cuya concha tiene una masa media que es aproximadamente un 20% mayor que la de A. psammion.

Algunos caracoles marinos son incluso más pequeños que estas dos especies recién descubiertas. Es probable que estos caracoles marinos puedan sobrevivir siendo tan diminutos porque no corren el riesgo de secarse, uno de los principales inconvenientes de ser tan pequeños, dice el experto en caracoles Aydin Örstan, también coautor, del Museo Carnegie de Historia Natural.

A medida que el tamaño disminuye, la relación entre la superficie y el volumen del cuerpo aumenta, lo que significa que el agua puede evaporarse más fácilmente. Los caracoles son especialmente propensos a esto, ya que deben extender sus cuerpos húmedos fuera de sus conchas para desplazarse, afirma Örstan.

El riesgo de desecación "puede limitar la evolución de los caracoles terrestres más pequeños a regiones con un clima estable, o a hábitats específicos, como las cuevas, donde la humedad se mantiene alta todo el año", añade Jochum.

Pearce también señala que algunos caracoles marinos expulsan los huevos y el esperma a la columna de agua, que es donde se produce la mayor parte del desarrollo, lo que significa que los huevos podrían ser potencialmente más pequeños al salir del cuerpo.

A los investigadores les gustaría saber más sobre los caracoles recién descubiertos, como por ejemplo qué comen y qué se los come, si es que lo hacen. Tal vez haya pequeños ácaros o milpiés aún no descubiertos que se alimenten de los caracoles, dice Jochum. Pearce también imagina que podrían ser comidos por hormigas o pseudo escorpiones.

Jochum afirma que el hallazgo subraya la importancia de la taxonomía, el proceso de descripción de nuevas especies y su encaje en el árbol de la vida. Aunque esta disciplina no suele recibir mucha publicidad, sigue siendo vital para la biología y otras ramas de la ciencia.

"Los taxónomos pueden identificar las plantas, los hongos y los animales... sin ellos uno no sabe a qué atenerse", afirma.

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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