El cotejo familiar de ADN como arma contra el comercio ilegal de marfil

Esta técnica ha permitido identificar los vínculos entre los grupos delictivos, lo que ha ayudado a perseguir a los traficantes de especies salvajes.

Por Starre Vartan
Publicado 15 feb 2022, 13:22 CET
Cuadrados de marfil cortados de colmillos de elefante confiscados por las fuerzas del orden filipinas que ...

Los cuadrados de marfil cortados de colmillos de elefante confiscados por las fuerzas del orden filipinas se enviarán para su análisis de ADN. Si las muestras coinciden con el ADN tomado de otras incautaciones de marfil, los investigadores tienen pruebas que sugieren que la misma organización criminal estuvo involucrada en ambas.

Fotografía de NOEL CELIS/AFP via Getty Images

Siguiendo una pista en julio de 2019, las autoridades de Singapur localizaron un cargamento de tres contenedores de madera en ruta desde la República Democrática del Congo a Vietnam. Ocultos entre la madera, casi nueve toneladas de colmillos de elefante troceados estaban empaquetados en 132 bolsas de plástico de alta resistencia, el equivalente al marfil de unos 300 elefantes africanos. Los inspectores también encontraron casi 12 toneladas de escamas de pangolín.

Inmediatamente notificaron el hallazgo al puerto de origen, así como a la Interpol y a la Junta de Parques Nacionales de Singapur (NParks), responsable de administrar el tratado internacional que regula el comercio transfronterizo de especies silvestres. Fue entonces cuando NParks contactó a un profesor de Seattle, en Estados Unidos.

Samuel Wasser dirige el Centro de Ciencias Forenses Medioambientales de la Universidad de Washington, donde a principios de la década de 2000 su equipo fue pionero en la aplicación de un método para comparar el ADN de colmillos de elefantes objeto de tráfico con muestras de tejido y excrementos de elefantes conocidos de la selva y la sabana. Esta técnica innovadora se utiliza para determinar el origen geográfico de los colmillos ilegales, información que puede ser fundamental para identificar los puntos calientes de la caza furtiva y perseguir a los cazadores furtivos.

Sin embargo, más recientemente, Wasser ha centrado su atención en un objetivo mayor: las poderosas organizaciones criminales que dirigen el comercio de marfil. 

En un artículo publicado en Nature Human Behaviour el 14 de febrero, Wasser y sus colegas demuestran cómo una forma relativamente nueva de trabajar con el ADN (llamada comparación o cotejo familiar) es capaz de revelar información mucho más detallada sobre los vínculos entre los elefantes cazados furtivamente. Esos datos, junto con pruebas como registros telefónicos y manifiestos de embarque, muestran patrones consistentes de movimiento de marfil ilícito desde el punto de caza furtiva, a lo largo de las rutas de contrabando, y fuera de África. Esta información podría ayudar a las autoridades a perseguir no sólo a los cazadores furtivos individuales (una táctica que históricamente ha servido de poco para disminuir la caza furtiva) sino también a desmantelar las organizaciones criminales transnacionales que pagan a los cazadores furtivos y a los intermediarios y que consolidan grandes cantidades de marfil para su exportación.

Esta nueva forma de utilizar los datos existentes puede ser crucial para la supervivencia de los elefantes. Los cazadores furtivos matan cerca de 30 000 elefantes cada año, principalmente para satisfacer la demanda en Asia de productos de lujo como tallas de marfil, joyas y palillos. 

Cómo funciona el cotejo familiar

Si el cotejo de ADN familiar te suena, es porque fue la técnica utilizada en 2018 para atrapar al mediático Joseph James DeAngelo, más conocido en Estados Unidos como el Asesino de Golden State: el Golden State Killer, (condenado a 11 cadenas perpetuas)había logrado evadir a las fuerzas del orden durante más de 40 años. En lugar de comparar el ADN encontrado en la escena del crimen con una muestra de referencia de un sospechoso y esperar una coincidencia directa, el cotejo familiar compara el ADN de la escena del crimen con el ADN de una amplia gama de posibles parientes biológicos cuyo ADN puede estar en bases de datos públicas. Una coincidencia parcial o "indirecta" puede revelar miembros de la familia, proporcionando nuevas pistas a los investigadores que tratan de identificar a un sospechoso. 

Del mismo modo, dado que los elefantes viven en unidades familiares muy unidas, el cotejo familiar del ADN de los colmillos permite a los investigadores rastrear y cartografiar un número mucho mayor de animales que con los métodos anteriores. A lo largo del proceso de caza furtiva, transporte y comercio, los colmillos de un grupo de elefantes cazados furtivamente suelen dividirse. Mediante comparaciones directas de ADN, Wasser puede relacionar un colmillo izquierdo de un envío de un colmillo derecho de otro. Sin embargo, dado que se calcula que sólo se confisca el 10% del marfil cazado furtivamente y el elevado coste de los análisis de ADN, la búsqueda de coincidencias exactas entre los envíos depende sobre todo de la suerte: las probabilidades de una coincidencia perfecta son sólo del 9%.

Ahora, mediante el cotejo familiar, Wasser puede secuenciar el ADN de un solo colmillo y compararlo con el de todos los elefantes de su base de datos, que se remonta a 2002. En lugar de buscar una única coincidencia perfecta, puede identificar a cualquier miembro cercano de la familia cuyo ADN esté en la base de datos. Esta técnica supone un avance mayúsculo para todo aquel que quiera acabar con un grupo de traficantes. 

Elaboración de mapas a partir del ADN

Después de introducir en su base de datos todo el ADN de los colmillos procedentes de la incautación de Singapur de 2019, Wasser y sus colegas empezaron a buscar a los parientes cercanos de los nuevos elefantes, incluidos los padres, las crías y los hermanos y hermanastros. "Muy pronto cada muestra tiene, en lugar de una coincidencia, un par de docenas", dijo Wasser. A medida que comparaba el nuevo ADN con el antiguo, las líneas de ramificación del árbol genealógico eran cada vez más densas. De las 49 mayores incautaciones de marfil de las que ha tomado muestras el equipo de Wasser, había más de 600 coincidencias familiares, con casi 40 sólo de la incautación de Singapur. 

Estas pruebas genéticas, junto con los conocimientos de embarque, los datos telefónicos y otra información recopilada por las autoridades en África y el sudeste asiático, están ayudando a los investigadores a crear elaborados mapas codificados por colores que, según Wasser, "permiten rastrear de dónde proceden [los colmillos] y sus conexiones con otros envíos". 

Así, los investigadores pueden utilizar mapas (uno por cada gran incautación de marfil) para descubrir mejor el alcance de las principales redes de tráfico, así como los vínculos entre ellas. En 2018, por ejemplo, el equipo de Wasser había identificado tres redes que operaban en Kenia, Uganda y Togo. Un nuevo análisis que utiliza el ADN familiar muestra que, no solo esas redes están implicadas en más envíos de marfil de los que se creía, sino que también están más vinculadas entre sí. Este tipo de información permite a los organismos encargados de hacer cumplir la ley conectar las pruebas de múltiples investigaciones, revelando nuevas pistas y apoyando los procesos judiciales.   

Los mapas realizados con el ADN de cuatro incautaciones en Malasia, dos en Angola y la de Singapur indican que, desde 2015, los focos de caza furtiva se han desplazado de Tanzania, Kenia y Mozambique a la zona de conservación transfronteriza de Kavango-Zambezi, en el sur de África (entre Angola, Namibia, Botswana, Zimbabue y Zambia), donde viven 230 000 de los 400 000 elefantes que quedan en el continente.

El equipo de Wasser también ha demostrado que las mismas redes internacionales de contrabando han estado operando durante una década o más, proporcionando ingresos a los cazadores furtivos que regresan a los mismos lugares año tras año, matan a los miembros de la familia extendida de los elefantes y envían colmillos en grandes envíos a través de las cadenas de exportación controladas por esas mismas redes. Los datos sugieren que un puñado de redes, que también pueden traficar con armas y drogas, dominan el comercio. 

"Son los puntos de estrangulamiento", dijo Wasser, "y hay muy pocos. Ser capaz de eliminarlos es realmente crítico". 

La base de datos de ADN de Wasser constituye una poderosa herramienta para los investigadores. Pero también puede ayudar a las fuerzas del orden a reforzar los procesos y endurecer las penas de prisión en los países donde se sacrifican elefantes o se exporta o confisca marfil. 

Además, el Centro de Ciencias Forenses Medioambientales de Wasser colabora con Homeland Security Investigations (HSI), una rama del Servicio de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos, que investiga los delitos no relacionados con la vida salvaje asociados al tráfico de marfil que caen bajo la jurisdicción de Estados Unidos. 

"Siguiendo las conexiones identificadas a través del análisis de ADN de múltiples incautaciones, el HSI es capaz de identificar e investigar los delitos financieros subyacentes y el fraude comercial" por parte de las redes criminales, asegura John Brown III, un agente especial de la División de Comercio Global en el HSI, en un correo electrónico. 

Los procesos judiciales exitosos podrían incluir la incautación de los activos de las redes, cerrando los conductos financieros que financian la caza furtiva. La colaboración ya ha dado lugar a múltiples investigaciones en curso y al menos a una redada: la detención y el procesamiento de dos hombres que intentaron importar marfil de elefante, cuerno de rinoceronte y escamas de pangolín al Estado de Washington en noviembre de 2021. 

El análisis del ADN familiar también se está utilizando para ayudar a otros animales objeto de tráfico, como el trabajo de Peter Ward en la Universidad de Washington utilizando muestras de ADN de almejas gigantes. Tras la incautación de marfil en 2019, el equipo de Wasser enseñó a los NParks de Singapur a realizar por su cuenta la costosa y lenta secuenciación e identificación del ADN. En agosto de 2021, Singapur inauguró su propio Centro de Investigación Forense de la Vida Silvestre, dedicado a la identificación de especies, partes o productos de la vida silvestre incautados, tanto de plantas como de animales, y a la producción de pruebas que puedan servir de apoyo a la aplicación de la ley y al enjuiciamiento. 

El centro, que actualmente trabaja con escamas de pangolín incautadas, pretende "aplicar el mismo tipo de metodología e hipótesis que Sam [Wasser] hizo con el marfil", según ha dicho Adrian Loo, director del grupo de gestión de la fauna silvestre de NParks. "Queremos ser el líder regional en el uso de la ciencia para detener el comercio ilegal de vida silvestre".

Wildlife Watch es un proyecto de investigación periodística entre National Geographic Society y National Geographic Partners que se centra en los delitos y la explotación de la fauna salvaje. Lee más historias de Wildlife Watch aquí, y conoce más sobre la misión sin ánimo de lucro de National Geographic Society en natgeo.com/impact. Envía tus sugerencias, comentarios e ideas de historias a NGP.WildlifeWatch@natgeo.com.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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