Muere a los 75 años Frans de Waal, biólogo defensor de la inteligencia y las emociones de los animales

El primatólogo encontró paralelismos entre el comportamiento humano y el de nuestros primos evolutivos.

Por Kayleigh E. Long
Publicado 22 mar 2024, 13:07 CET
De Waal se come un plátano en el Zoo de Barcelona, mientras un chimpancé le observa.

De Waal se come un plátano en el Zoo de Barcelona, mientras un chimpancé le observa.

Fotografía de Xavier Cervera, Panos Pictures, Redux

Frans de Waal, el prolífico primatólogo y escritor neerlandés-estadounidense cuyas investigaciones revelaron la profundidad y amplitud de las emociones y la inteligencia de los animales no humanos, murió de cáncer de estómago el 14 de marzo en Stone Mountain (Georgia, Estados Unidos), según informa el New York Times. Tenía 75 años.

"Es difícil resumir la enormidad del impacto de Frans de Waal, tanto a nivel mundial como aquí en Emory", dijo Lynne Nygaard, directora del departamento de psicología de la Universidad de Emory, en un comunicado publicado en el sitio web de la universidad. "Era un pensador extraordinariamente profundo que también podía pensar con amplitud, aportando ideas que trascendían disciplinas. Siempre estaba dispuesto a participar en un debate intelectual".

Los estudios de De Waal sobre comportamientos animales que antes se atribuían únicamente a los humanos (equidad, empatía, altruismo, reciprocidad, autorreconocimiento, resolución de conflictos, duelo y consuelo) desempeñaron un papel fundamental en la aceptación de las emociones animales como una línea válida de investigación científica.

Frans de Waal sostiene a un joven chimpancé en el zoo de Burgers (Países Bajos), en 1979, donde comenzó sus estudios sobre primates.

Fotografía de Desmond Morris

Vida temprana

Nacido en la ciudad neerlandesa de 's-Hertogenbosch en 1948, de Waal mostró un temprano entusiasmo por los animales, manteniendo (con mayor o menor éxito) una modesta colección que incluía ratones y grajos. Algunos de los grajos, según contaba De Waal en sus anécdotas, incluso volaban con él cuando iba y volvía del colegio.

Tras una decepcionante introducción a la biología en el instituto, de Waal estuvo a punto de estudiar matemáticas o física. Fue su madre quien le recordó su antiguo interés por los animales, y en 1966 empezó a estudiar biología en la Universidad Católica de Nimega (actual Universidad Radboud de Nimega).

La entrada de De Waal en la investigación con primates fue fruto de una feliz coincidencia. La biología le parecía algo árida, muy centrada en la anatomía. En el departamento de psicología, donde estudiaba para ganar dinero extra, había dos chimpancés. Este contacto temprano con los primates resultaría fundamental.

En una retrospectiva de su carrera en 2014, deleitó a la audiencia con la historia de cómo los chimpancés se excitaban sexualmente cuando sus colegas femeninas pasaban por el recinto. Él y un colega trataron de comprobarlo disfrazándose de mujer, lo que, al parecer, apenas despertó interés entre los chimpancés machos. Reconoció que se trataba de un experimento mal diseñado.

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    De Waal observa a algunos de los chimpancés que estudió en el Centro Nacional de Investigación de Primates Yerkes de la Universidad de Emory en 1991.

    Fotografía de Erik S. Lesser, AP Photo

    En 1977, de Waal se doctoró en Biología por la Universidad de Utrecht, donde trabajó con el profesor y mentor Jan van Hooff, experto en expresiones faciales de primates. Su tesis se centró en la agresión y la formación de alianzas en macacos.

    Posteriormente fue catedrático C.H. Candler en el departamento de psicología de la Universidad de Emory, en Estados Unidos, y director del Living Links Center del Yerkes National Primate Research Center de Emory. Fue elegido miembro de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias, la Academia Nacional de las Ciencias y la Real Academia Holandesa de las Ciencias, y ocupó el cargo de redactor jefe de la revista Behaviour desde 2011 hasta 2024.

    De Waal se sentía frustrado por lo que consideraba un enfoque equivocado de la agresión en los primates; estaba más interesado en el comportamiento cooperativo y la cognición. Sus estudios sobre la reconciliación y la resolución de conflictos entre primates, que se convirtieron en un tema recurrente a lo largo de su carrera, fueron controvertidos al principio y desafiaron la ortodoxia imperante, pero a medida que se confirmaban los datos sus ideas fueron ganando aceptación.

    En el campo de la emoción animal, de Waal dejó su mayor huella. El consenso post-Darwin sobre el comportamiento animal se apartaba de la antropomorfización o atribución a los animales de características percibidas como exclusivamente humanas. De Waal veía esto como una forma de "antropo-negación". En su opinión, la cuestión no era si los animales tenían o no emociones, sino cómo estudiarlas.

    La especie más asociada a De Waal es el bonobo, un pariente cercano de los chimpancés que vio por primera vez en un zoo de los Países Bajos. Sólo tardó un minuto, según contaría más tarde, en darse cuenta de que eran diferentes de los chimpancés tanto en vocalización como en comportamiento. Inmediatamente supo que tenía que estudiarlos. Sus colegas de entonces no entendían por qué quería dedicar tiempo a lo que entonces se llamaba "chimpancés pigmeos", a menudo ridiculizados como "los chimpancés de los pobres".

    Pero encontró un hogar para su investigación en el zoo de San Diego (Estados Unidos) y en 1983 recibió una beca de la National Geographic Society para estudiar a los bonobos del zoo.

    Su trabajo elevó el perfil de los bonobos, especie a la que apodó primate "haz el amor, no la guerra" y llamó "hippies amantes de la paz".

    Sostuvo que el hecho de que la ciencia se centrara en el chimpancé como nuestro pariente vivo más cercano no tenía mucho sentido, y sugirió que los bonobos también eran genéticamente similares a los humanos, por lo que merecían la misma atención.

    A De Waal le pareció que la clase dirigente era algo mojigata en lo que se refería al sexo, una forma de ocio muy apreciada por los bonobos. En un simposio celebrado en 2014 para celebrar su carrera, bromeó con el público:

    "Hablé abiertamente del comportamiento sexual", dijo; "En aquella época, los científicos estadounidenses y japoneses que trabajaban con bonobos sabían lo que hacían, pero no hablaban de ello. Eran demasiado tímidos". Señaló que los estadounidenses describían a los bonobos como "bastante cariñosos. Pero, ¡si yo fuera así de cariñoso en las calles de Nueva York, me detendrían inmediatamente!".

    Cuando empezó a preparar un libro sobre los bonobos junto con el fotógrafo de naturaleza Frans Lanting, en el que aparecen imágenes sexuales explícitas de los simios, "tuvimos que poner en el contrato con nuestros editores que no se censurarían nuestras fotos". Su libro de fotos se publicó en 1997: Bonobo: The Forgotten Ape [Bonobo: El simio olvidado]. Lanting rindió homenaje a su colega en un correo electrónico enviado a National Geographic en mayo de 2022:

    "El trabajo de Frans de Waal nos ayuda a entender quiénes somos en el contexto de nuestros parientes más próximos en el árbol de la vida. Tiene una capacidad única para conectar los puntos evolutivos para un público más amplio sin sacrificar los principios científicos en los que era igualmente versado. Es un gran narrador y no teme plantear preguntas que alimenten la conversación pública sobre las profundas conexiones entre nosotros, como humanos, y nuestros parientes más cercanos en la gran familia de primates de la que todos formamos parte", dijo Lanting.

    Legado

    La primatóloga y profesora de antropología de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE. UU.), Karen Strier, declaró a National Geographic en un correo electrónico que de Waal cambió sin duda la forma en que la ciencia ve (y trata) a los primates.

    "En mi opinión, sus ideas más influyentes pueden dividirse en tres áreas", afirma Strier. La primera fue que "los primates no humanos son más reflexivos de lo que pensábamos, tanto en sus capacidades cognitivas como en su empatía y moralidad", afirma, lo que impulsó un tratamiento más ético de los primates. El segundo: las "minuciosas observaciones de individuos en grupos sociales, los potentes diseños experimentales y analíticos y las comparaciones informativas entre especies estrechamente emparentadas" de Frans mostraron a la comunidad científica que se puede observar y concluir muchísimo sobre los primates mediante técnicas no invasivas. La tercera, según Strier, es que "gracias a su trabajo hemos obtenido nuevas perspectivas" sobre la evolución de nuestro propio comportamiento como humanos.

    Para de Waal, la existencia de emociones y comportamientos como la justicia en los animales era obvia. La cuestión era simplemente cómo cuantificar y calificar estos rasgos. Su método de experimentación y observación arrojó datos concluyentes, aportando credibilidad científica a conceptos hasta entonces esquivos. En 2003, de Waal y su colega Sarah Brosnan llevaron a cabo experimentos en los que se "pagaba" a monos capuchinos con trozos de pepino o con las tan codiciadas uvas a cambio de completar una tarea. Las imágenes del capuchino descontento que recibía el pepino inferior se convirtieron en un éxito viral, demostrando claramente que los capuchinos entienden los conceptos de justicia e injusticia.

    En 2011, de Waal y sus colegas demostraron que los chimpancés también son intrínsecamente altruistas. Cuando se les da a elegir entre ayudarse a sí mismos o ayudarse a sí mismos y a otro, eligen lo segundo.

    Es autor de 16 libros, que se han traducido a más de 20 idiomas y vendido millones de ejemplares en todo el mundo. Fue La política de los chimpancés : el poder y el sexo entre los simios, el que catapultó su obra al imaginario popular, al establecer paralelismos entre el comportamiento de nuestros parientes primates y el de otra especie: los políticos humanos.

    De Waal se refería a la escritura de libros como su carrera paralela. Inspirado por el etólogo y escritor Desmond Morris, comprendió el valor de la divulgación científica. Con su habilidad para presentar una narrativa convincente sustentada en el rigor científico, de Waal logró la rara proeza de alcanzar y mantener tanto el éxito popular como el respeto de sus colegas científicos. Su libro de 2016 ¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales? aterrizó en la lista de los más vendidos del New York Times, y su libro de 2019 El último abrazo ganó el PEN/E.O. Wilson Literary Science Award.

    "Es raro que un científico tenga un impacto positivo tan enorme tanto en el campo académico en el que trabaja como en la percepción y comprensión de ese campo por parte del público", dijo Joshua Plotnik, un experto en cognición de elefantes que obtuvo su doctorado con de Waal, a National Geographic por correo electrónico: "Frans [fue] sin duda uno de esos científicos".

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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