22 de mayo de 2014
Se trata del primer hallazgo de este tipo en más de 140 años en la familia moderna de focas. El descubrimiento de la nueva rama de esta gran familia, Neomonachus, significa que las focas monje actuales tienen un parentesco más lejano de lo que se pensaba anteriormente.
Hay tres especies conocidas de foca monje, pertenecientes todas al género Monachus: la foca monje de Hawái, la del Mediterráneo y la del Caribe. Esta última se extinguió en los años cincuenta por culpa de la actividad del hombre, especialmente la caza.
Las otras dos especies están en peligro. De la de Hawái se calcula que quedan unos mil ejemplares, y de la foca mediterránea, entre 350 y 450.
Aunque múltiples peligros amenazan los animales marinos, el descenso de estas poblaciones se debe principalmente al impacto del ser humano: contaminación de los océanos, destrucción de su hábitat, redes en las que quedan atrapadas las focas, etc.
Para poder salvarlas de la extinción, los expertos necesitan toda la información posible sobre ellas, incluida su relación evolutiva con las focas monje del Caribe, algo que se desconocía, entre otras cosas, porque hay pocos especímenes de calidad conservados en museos, como señala Kristofer Helgen, del Museo Nacional Smithsonian de Historia Natural de Washington.
El equipo de Helgen, sin embargo, contaban con una ventaja: la colección de pieles de focas monje del Smithsonian, que son las mejor conservadas del mundo. De ellas extrajeron material genético y lo compararon con los cráneos de las tres especies.
Según el estudio publicado en ZooKeys, los resultados no daban lugar a dudas: las focas del Caribe y de Hawái pertenecen a un género diferente, el denominado Neomonachus, lo que significa que la foca del Mediterráneo, del género Monachus, no tiene un parentesco tan cercano con la del Caribe como se pensaba.
El descubrimiento es «el más emocionante desde el punto de vista de la clasificación de especies, porque no es habitual cuando se trata de animales de este tamaño», afirma Helgen.
Sin embargo, el nuevo estudio trae malas noticias para las focas de Hawái y del Mediterráneo, afirma Charles Littnan, del programa de investigación de la foca monje de Hawái de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica estadounidense, que no participó en el estudio.
Los conservacionistas siempre pensaban que si una especie se extinguiera, al menos nos quedarían sus hermanas.
«Asusta pensar que estos animales son todavía menos comunes de lo que pensábamos», insiste Littnan. «Ahora que sabemos que ambas son las últimas de sus respectivos linajes, su valor y singularidad son todavía mayores».