Descubre cómo el GPS podría salvar a las tortugas marinas

Por Redacción National Geographic
Las tortugas carey se encuentran amenazadas por la caza, la venta ilegal de sus caparazones y el furtivismo de sus huevos, entre otros peligros.

15 de julio de 2016

Las tortugas carey, que se distinguen por sus picos puntiagudos, se encuentran al borde de la extinción.

Con poblaciones que no superan el 10 por ciento de lo que eran hace un siglo, Richard Hamilton -director del programa Nature Conservancy's Melanesia- afirma que estas tortugas son las que corren mayor peligro de desaparecer de las siete especies de tortugas marinas en peligro de extinción. Además, también se encuentran entre las especies de menor tamaño que habitan las aguas tropicales y subtropicales del Atlántico, el Pacífico y el Índico. 

Se enfrentan a amenazas que parecen infranqueables: el comercio ilegal en alza de sus caparazones, la captura furtiva de sus huevos, la caza por su carne, la erosión de las playas, el avance humano en sus lugares de anidación y la degradación de los arrecifes de coral, donde procuran alimento.

No se conoce el número exacto de tortugas carey que quedan en el planeta. Contarlas es algo complicado porque solo salen a la orilla para anidar una vez entre cada dos o siete años, y cuando lo hacen, normalmente van en grupos pequeños. El Sea Turtles Conservancy estima que quedan entre 20.000 y 23.000 hembras anidando en todo el mundo.

Las Islas Arnavon -cuatro islotes en las Islas Salomón que acogen a entre 300 y 600 hembras para anidar cada año y con una población total de entre 2.000 y 4.000 tortugas- son la mayor colonia en todo el Pacífico Sur.

Según Hamilton, el furtivismo en las Islas Salomón es cada vez peor, y los productos fabricados con caparazones de tortugas carey se venden incluso en el aeropuerto de la capital, Honiara. De hecho, para los nativos es legal criar en cautividad a este tipo de tortugas para subsistir, pero las leyes nacionales prohíben la venta de cualquier producto fabricado con sus caparazones, prohibición que también figura en las leyes de comercio internacional.

En abril, durante el pico de la estación de anidación, los científicos de Nature Conservancy y los líderes comunitarios del Área de Conservación Marina de la comunidad de Arnavon consiguieron marcar a 10 tortugas carey con localizadores GPS. Aunque los cazadores furtivos mataron posteriormente a dos de las hembras, los datos de las otras tortugas ya han proporcionado mucha información sobre el movimiento de las tortugas carey, así como sobre sus hábitos de anidación y su alimentación.

Los hallazgos clave

  • Las tortugas marinas van de isla en isla. La información del satélite revela que las tortugas anidaban en playas en dos áreas principales de las islas de Kerehikapa y Sikopo. Como resultado, se ha doblado el número de guardas, de 3 a 6, y se encuentran presentes en ambas islas. 
  • El centro principal de anidación es en la isla de Sikopo, probablemente porque los niveles del mar y las tormentas han erosionado las playas en Kerehikapa. Sikopo se ha visto afectada en menor grado porque tiene más playas elevadas.
  • Buenas noticias: durante la anidación y el periodo de dos semanas en el que hay varias puestas de huevos sucesivas, las tortugas pasan prácticamente todo el tiempo dentro de las fronteras de las áreas protegidas de las Islas Arnavon.
  • Las pautas de migración varían de forma extrema. Una de las tortugas etiquetadas se quedó en las islas Salomón, aunque la mayoría nadó de vuelta a la Gran Barrera de Coral australiana, recorriendo una distancia de 2.092 kilómetros hasta el que es su hogar hasta la próxima estación de anidación. Las que volvieron a las partes del norte y centro del arrecife encontraron un hábitat muy diferente al que habían dejado: el blanqueamiento del coral a causa de las temperaturas cada vez más elevadas ha matado a más del 35 por ciento de los corales en ese área.


Hamilton espera poder expandir este programa de seguimiento de tortugas. "Necesitamos hacernos una idea de las tasas actuales de captura de tortugas", explica. "Nadie tiene información sobre las tasas legales o ilegales de captura, o sobre qué tasa sería sostenible". Con esta información, debería ser más fácil cortar de raíz las exportaciones y conseguir que se aplique la ley.

"A largo plazo, los nativos necesitan informarse acerca de las tortugas. Si la comunidad se encuentra implicada en todo el proceso, desde ponerles nombre a las tortugas etiquetadas hasta monitorizar las playas, mi perspectiva es bastante optimista", afirma Hamilton. 

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