31 de enero de 2014
Dos niños han sido atacados por un cocodrilo de agua salada mientras nadaban en el Parque Nacional de Kakadu, al sureste de Darwin, capital del Territorio del Norte.
«Uno de ellos se resistió y entonces el cocodrilo se llevó a otro», ha afirmado el sargento de policía Stephen Constable en la radio.
En los últimos doce años trece personas, seis de ellas niños, han muerto por ataque de cocodrilos en la zona, que son la gran atracción para los turistas pero pueden resultar muy peligrosos.
El chico que consiguió escapar tiene heridas profundas en ambos brazos; el cuerpo del otro, que vivía en el pequeño asentamiento aborigen de Mudginberri, sigue desaparecido. Los equipos de búsqueda están peinando la zona con la ayuda de barcos y un helicóptero.
Según Constable, el cocodrilo medía aproximadamente tres metros y es poco probable que el chico pudiera escapar con vida.
En los últimos cinco años se han registrado 700 muertes por ataque de cocodrilos, mientras que la media anual en el caso de los tiburones es de 5 muertes, casi 3.000 en el de hipopótamos, 500 en el de elefantes y entre 50 y 100 en el de abejas.
Estos cocodrilos (Crocodylus porosus) son como «fósiles en vida», apenas han cambiado en 100 millones de años. Sus mandíbulas son muy fuertes y son los cocodrilos más grandes del mundo: los machos miden de media cinco metros y pesan unos 450 kilogramos, aunque también pueden verse ejemplares de 7 metros y 1.000 kilogramos.
Los cocodrilos marinos son pacientes depredadores: esperan bajo la superficie a que una víctima potencial se acerque lo suficiente. Se alimentan de cualquier cosa que caiga en sus manos, incluidos búfalos de agua, monos, jabalíes e incluso tiburones.
Suelen vivir de media 70 años y se calcula que hay entre 200.000 y 300.000 en el mundo. Aunque no están en peligro, se enfrentan a algunas amenazas como la caza ilegal o la pérdida de hábitat.
Los más peligrosos del mundo
Sin duda, su fama les precede: son los más temidos del mundo. Algunas de sus «hazañas» son muy conocidas, como la que ocurrió en 2007, cuando un cocodrilo marino parcialmente sedado en un zoo de Taiwán le arrancó el brazo a un veterinario. Tras varias horas de cirugía, los médicos consiguieron reimplantárselo con éxito.
Tras el seguimiento y análisis de su comportamiento con cámaras infrarrojas, un estudio del pasado año demostró que estos cocodrilos son más agresivos que otras seis especies de cocodrilos que se encuentran en el planeta.
Algunos expertos afirman que están programados así para acabar con la competencia y sacar partido a su gran tamaño.
Para evitar este tipo de ataques, se han lanzado varias campañas que, entre otras cosas, recomiendan hacer caso de la señalización, evitar dejar comida en las zonas en las que suele haber cocodrilos, mantenerse alejado del agua durante actividades de pesca y no limpiar pescado en la orilla.
Igualmente, indican que no se debe nadar en aguas en las que podría haber cocodrilos, aunque no haya ninguna señalización que lo prohíba.
En Australia es ilegal acercarse a un cocodrilo marino a menos de 10 metros, salvo que se trate de una visita turística para observarlos.