¿Es posible saber cuántas personas hay en una manifestación?

Tras el baile de cifras sobre la manifestación que tuvo lugar ayer en Madrid, analizamos cómo saber cuántos manifestantes hay realmente en una convocatoria.

Por Redacción National Geographic
Publicado 9 nov 2017, 4:30 CET
Fotografía de Flickr

Un agitado Madrid amanecía hoy entre cifras dispares sobre la manifestación convocada ayer en la Plaza de Colón por los partidos políticos PP, Ciudadanos y Vox contra el Gobierno de Pedro Sánchez. Los convocantes hablaban de una asistencia de 200.000 manifestantes. Según la delegación del Gobierno de Madrid, la cifra apenas llegaba a los 45.000. 

Manifestaciones masivas en Barcelona, concentraciones en Madrid y otras capitales españolas abren informativos y portadas de periódicos. Y con ellas, al margen de cuestiones políticas, se abre el baile de cifras en las manifestaciones.

¿Por qué se producen diferencias en los datos de asistencia tanto en medios de comunicación como en agencias de demoscopia? ¿Cómo se establecen las cifras de participantes en manifestaciones? ¿Por qué según quien ofrezca los datos de participación la diferencia puede moverse en cientos de miles de personas? ¿Qué se está haciendo mal? En realidad nada y todo a la vez. Pero empecemos por el principio.

¿Qué es una manifestación?

Según la Real Academia Española (RAE), manifestación es, en su segunda acepción «reunión pública, generalmente al aire libre y en marcha, en la cual los asistentes a ella reclaman o expresan su protesta por algo». Y según la legislación vigente, toda aquella reunión (para reclamar algo) de más de 20 personas. Hasta ahí todos de acuerdo. El problema empieza cuando hay que contar a la gente que acude a una manifestación. La realidad es que no es fácil.

Contar tal cantidad de gente que además, en muchos casos, está en movimiento, resulta imposible para el ser humano. Nadie se imagina a 20 o 30 personas dedicadas a contar uno a uno, a pie de calle, a cada manifestante. Porque, aunque al ser humano se le da bien contar gente, por ejemplo, en una fotografía, ya que el cerebro permite tal patrón, le resulta imposible hacerlo en grandes cantidades. Es entonces cuando se establecen diferentes herramientas para llevar a cabo el conteo de personas reunidas. Y es aquí donde entra la ciencia.

Los bomberos de Barcelona protestan en 2014 contra los recortes y el empeoramiento de las condiciones laborales en una plaza de la ciudad.
Fotografía de Jessica Lee, National Geographic Your Shot

¿Cómo se cuentan manifestantes?

Hasta mediados de los años noventa había un baremo por el cual se decía que en un metro cuadrado cabían perfectamente cuatro personas. Aunque esto en teoría es así, físicamente caben cuatro personas en una cuadrícula de un metro cuadrado, en realidad no lo es tanto. ¿Por qué? Porque las manifestaciones suelen ser aglomeraciones en movimiento, ya sea porque la manifestación camina o porque la gente en ella se mueve. De este modo, cuatro personas caminando o moviendo los brazos no caben en un metro cuadrado, por lo que se pasó a contabilizar una persona por metro cuadrado.

En la actualidad, y a las espera de avances tecnológicos que ya están en marcha, como la inteligencia artificial, capaz de generar patrones y establecer datos fehacientes, hay dos métodos para contar personas en una manifestación: según la velocidad media de los manifestantes y según la densidad de manifestantes por metro cuadrado. Es obvio que esta segunda es más fácil de llevar a cabo que la primera y por esta empezamos.

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Contar manifestantes por la densidad de personas

Para calcular el número de personas a través del índice de densidad de manifestantes, en primer lugar, se toman fotografías desde un punto alto, normalmente desde el helicóptero de la policía o balcones altos desde varios puntos de la manifestación y después se trabaja sobre ellas. Se toman como puntos de referencia el principio y el final de la manifestación, se calcula el largo y el ancho de la calle o lugar en el que se encuentra la manifestación y se añade otro punto, el margen de error: se considera que debajo de cada árbol puede haber una persona, así como debajo de cada paraguas. Y se restan los metros cuadrados que pueden ocupar coches u otro tipo de obstáculos. Después simplemente se hacen las cuentas.

Hasta seis personas por metro cuadrado, donde los expertos consideran una masificación de alto riesgo, pueden contabilizarse en uno de estos eventos, pero lo normal es considerar que son 4 personas por metro cuadrado, una densidad bastante alta según muestra Keith Still, de la Universidad de Greenwich.

Contar manifestantes por la velocidad

El otro modo de contabilizarlo es a través de la velocidad de los manifestantes, aunque no ofrece datos tan concretos. Simplemente hay que ver la hora a la que empezó el recorrido, la hora a la que finalizó y cuántas paradas se han hecho y de cuánto tiempo. Con todo eso se estima la velocidad media de cada persona. Si la velocidad es lenta, la cantidad de gente es mayor; si la velocidad es alta, la cantidad de gente es menor.

Pero ambos modos, que son casi siempre los que se utilizan oficialmente, no llegan a otorgar un número fiable de personas en una manifestación. Esto nos lleva a querer mejorar. ¿Y cómo? A través de la sociología cualitativa.

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    Manifestación por la educación pública en Barcelona.
    Fotografía de J. Halm, National Geographic Your Shot

    La sociología cuantitativa y el caso de la empresa Lynce

    La sociología cuantitativa es la manera más eficaz de saber el número exacto de personas en una manifestación. Pero ¿qué es? Es una investigación que examina los datos de manera numérica. Y eso es lo que hacía la empresa Lynce, que se dedicaba al conteo de personas en manifestaciones y que cerró en 2012 por falta de medios y rentabilidad.

    Durante cuatro años la empresa Lynce realizó «conteos» para medios como El País y la Agencia EFE con precisión casi milimétrica. Se basaba en el método cuantitativo para establecer el número de personas en una manifestación. A través de fotografías desde diversos puntos (tenía hasta un dirigible que utilizaban para este fin) establecían los datos y seguían al pie de la letra las herramientas básicas de este método cuantitativo.

    Primero establecían el problema (en este caso las fotografías cenitales de alta precisión) y luego otorgaban un número a cada persona (cabeza) que veían. Los resultados eran efectivos. Su propio director, Juan Manuel Gutiérrez, así lo aseguraba cuando varios medios de comunicación lo entrevistaron al cierre de su empresa: «No nos importa en absoluto qué es lo que hay en la cabeza de una persona, sólo contamos su cabeza, y punto». Nada más fácil ni nada más alejado de la realidad.

    ¿Por qué? Porque al final los datos en las manifestaciones son más un símbolo que una realidad. Quizá el motivo por el que su empresa no era rentable. Ni interesaba, ya que las personas que Lynce contabilizada de este modo eran, en comparación con las grandes cifras que los medios ofrecían, bastante pobres.

    Imagen de las calles de Sevilla, durante la huelga general que tuvo lugar en el otoño de 2012.
    Fotografía de Corinne Yank, National Geographic Your Shot

    Cruces de cifras: la simbología del millón de personas

    La cantidad de gente en una manifestación va más allá del método científico. Bien es cierto que este es el único que otorga datos fiables sobre la cantidad de personas en una manifestación. Pero, ¿realmente eso interesa? Sí y no. Es probable que para organismos como Policía y Guardia Civil, sobre todo por medidas de seguridad, así como para el Instituto Nacional de Estadística (INE) sí, pero no para medios ni para las «partes opuestas» en una manifestación.

    Porque al final todo es simbología. Porque una plaza abarrotada se convierte en un número y eso, en una realidad. Un caso muy claro se remonta a mediados de los años setenta y resultó ser una de las primeras veces en que se «contaron personas»: el último discurso de Franco el 1 de octubre de 1975.

    Tanto en esa, como en otras ocasiones cercanas, los medios —afines al régimen en ese momento, por supuesto— aseguraron que en la madrileña plaza de Oriente había casi un millón de personas. Un dato que resulta imposible. Según la metodología cuantitativa e incluso según el índice de densidad de personas por metro cuadrado, la plaza de Oriente podría albergar alrededor de 40.000 personas. ¿Cómo habría sido posible entonces que cupiera un millón? No lo era, pero que los medios dijeran que «un millón de personas asistieron al último discurso de Franco» quería decir que la capacidad de convocatoria había sido tremenda, que había sobrepasado todas las expectativas.

    Más ejemplos, más cercanos a nuestros días, inundan las estadísticas y se reflejan en los medios cuando aseguran que cientos de miles o un millón de personas abarrotan Madrid o Barcelona en una manifestación. Un millón de de personas cabrían en dos Castellanas enteras en el caso de Madrid y ese mismo millón de personas ocuparían el espacio de una Diagonal y media en el caso de Barcelona.

    En ambos casos y en ambos lugares, la referencia de medios, partidos, asociaciones, etc., es más simbólica que real. Tanto unos como otros establecerán el número de personas según les convengan o no. Una vez más, las palabras del director de la agencia Lynce sirven para ejemplificar esto: «La información no es completa hasta que se diga qué método se ha utilizado». Y muchas veces el método es «a ojo».

    En resumen, ¿cómo se pueden contar las personas en una manifestación? Pues hasta ahora con métodos cuantitativos, alejados del sesgo para que sean reales, basados en datos concretos, en cifras y «cabezas», en definitiva, en ciencia. Todo lo demás, será tan sólo simbología.

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