Stephen Hawking, el célebre físico, fallece a los 76 años

Para Hawking, el salto científico a la fama llegó con su revelación de que el universo había comenzado en una singularidad, un punto del espacio-tiempo de densidad infinita.

Por Andrea Stone
Publicado 14 mar 2018, 11:13 CET
Nota del editor: Esta es una noticia de última hora que iremos actualizando según vayamos conociendo nuevos detalles.

Stephen Hawking, el físico teórico británico que descubrió un vínculo entre la gravedad y la teoría cuántica y que declaró que los agujeros negros en realidad no son negros, ha fallecido, según contó un portavoz de la familia a The Guardian y Associated Press.

«Fue un gran científico y un hombre extraordinario cuya labor y legado perdurarán durante muchos años», declararon en un comunicado los hijos de Hawking, Lucy, Robert y Tim. «Su valor y persistencia con su genialidad y humor inspiraron a personas de todo el mundo».

«Una vez dijo: "El universo no sería gran cosa si no fuera el hogar de las personas a las que amamos". Lo echaremos de menos para siempre».

Hawking tenía 76 años, 50 años más de la edad que los médicos le dijeron que debía esperar alcanzar tras diagnosticarle en 1963 esclerosis lateral amiotrófica (ELA), también conocida como enfermedad de Lou Gehrig.

«Pocos o ninguno han hecho más para ampliar nuestro conocimiento de la gravedad, el espacio y el tiempo», dijo el astrofísico británico Martin Rees. Para celebrar el improbable 70 cumpleaños de su colega de Cambridge, recordó a un joven que era inestable y hablaba con gran dificultad. Nadie esperaba que viviera lo suficiente para obtener su doctorado.

Aunque su enfermedad degenerativa lo paralizó progresivamente y le quitó el habla, Hawking hizo mucho más que sobrevivir. Se convirtió «posiblemente en el científico más famoso del mundo, aclamado por su brillante labor de investigación, por sus libros superventas [sobre el espacio, el tiempo y el cosmos] y, por encima de todo, por su impresionante triunfo sobre la adversidad», afirmó Rees.

Para Hawking, el salto científico a la fama llegó con su revelación de que el universo había comenzado en una singularidad, un punto del espacio-tiempo de densidad infinita. En colaboración con el físico matemático Roger Penrose, demostraría que la teoría de la relatividad general de Einstein «implicaba que el espacio y tiempo tendrían su origen en el big bang y su final en los agujeros negros», según la web de Hawking, y que «la forma en que nació el universo estaba completamente determinada por las leyes de la ciencia».

A principios de los setenta, fue el primero en demostrar que la radiación se escapa de los agujeros negros y que los agujeros no son completamente negros. Su teoría, que explicaba lo que se conocería como radiación de Hawking, lo convirtió en una celebridad científica.

Según Declan Fahy, profesor de comunicación de la American University que estudia a científicos como celebridades e intelectuales públicos, fue «una contribución destacada a la cosmología [justo] cuando el campo se convirtió en la parte más emocionante de la física».

Años después, Hawking diría que los agujeros negros no tienen horizontes de sucesos o puntos de no retorno y que necesitábamos replantearnos qué sabíamos sobre uno de los objetos más misteriosos del espacio.

Stephen Hawking - El espacio tiempo

Los primeros años

Stephen William Hawking nació en Oxford, Inglaterra, el 8 de enero de 1942, una fecha que él mismo solía destacar por ser 300 años posterior a la muerte de Galileo. El primero de cuatro hijos de los graduados de la Universidad de Oxford Isobel y Frank Hawking creció en una familia de prodigios intelectuales que leía en la mesa durante la cena y que más adelante describiría como «ligeramente excéntrica». 

Su padre, un destacado investigador de enfermedades tropicales, quería que su hijo hiciera medicina, pero al joven Hawking le atraían las estrellas. Hawking asistió a la St. Alban's School y a Oxford, donde estudió cosmología y luchó contra el aburrimiento antes de graduarse con honores.

Hizo su doctorado en Cambridge y lo obtuvo en 1966, tres años después de que le diagnosticaran ELA a la edad de 21 años y de que le dieran dos años y medio de vida.

El científico reconoció que su relación con Jane Wilde, a quien conoció poco antes de su diagnóstico, le había dado una razón para vivir. La pareja se casó en 1965 y tuvieron tres hijos, que le han sobrevivido.

Pero la presión de ser la cuidadora de su marido a medida que se convertía en un fenómeno mundial les pasó factura y se divorciaron tras 25 años de matrimonio. Poco después, Hawking se casó con una de sus enfermeras, Elaine Mason. Dicho matrimonio, empañado por alegaciones (descartadas por la policía más adelante) de que su segunda mujer le maltrataba, también terminó en divorcio.

Una celebridad internacional

Hawking se convirtió en una celebridad internacional en 1988 cuando publicó su libro Breve historia del tiempo. De esta guía para legos sobre el universo explica matemáticas complejas y conceptos en términos no científicos se han vendido más de 10 millones de ejemplares, dando familiaridad a su nombre.

En los años siguientes, Steven Spielberg produjo la versión cinematográfica del libro mientras su autor aparecía en una serie de películas y programas de televisión, entre ellas una serie de seis partes llamada El universo de Stephen Hawking. Hizo de holograma de sí mismo en Star Trek: la próxima generación y de personaje animado en Los Simpson.

La franquicia Hawking no solo se basaba en su trabajo, aunque ya había sido elegido a los 32 años como miembro de la prestigiosa Royal Society británica. «Debido a su apariencia física, se convirtió en símbolo del intelecto puro, una imagen que los periodistas reciclaron una y otra vez. Dicha imagen conectó con personas de todo el mundo», dijo Fahy.

También espantó a muchos de los colegas físicos de Hawking, que consideraban que compararlo con Einstein era «excesivo».

Fue «un símbolo de la superación de la dificultad y eso, obviamente, hay que admirarlo», dijo Virginia Trimble, astrónoma en la Universidad de California, Irvine, que fue una compañera de estudios en Cambridge. «Pero creo que su trabajo no lo habría llevado a lo alto del panteón si hubiera sido alguien que podía salir a esquiar todos los fines de semana».

El propio Hawking reconoció que «encajaba en el estereotipo de genio discapacitado», aunque nunca permitió que su silla de ruedas lo detuviese. Viajó por todo el mundo dando conferencias, siempre acompañado de un séquito de cuidadores. En Cambridge consiguió la cátedra Laucasiana de Matemáticas, la antigua cátedra de Isaac Newton, y fue director de investigaciones en el Centro de Cosmología Teórica de la universidad.

En años posteriores, Hawking perdió por completo el habla tras ser sometido a una traqueotomía por un brote de neumonía. Comunicarse le llevaba cada vez más tiempo. Hacia el final, solo podía formar una palabra por minuto empleando un dispositivo de generación de habla controlado por el músculo de su mejilla derecha. El temor de que la brillantez de Hawking se quedara encerrada en su cuerpo impulsó iniciativas para encontrar formas de preservar su capacidad de expresarse.

Antes de su final, Hawking escribió en su página web respecto al sintetizador de voz que le mantuvo conectado al mundo.

«Es lo mejor que he oído nunca, aunque me da un acento que han descrito de varias formas: escandinavo, americano o escocés», escribió.

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