Una ‘ecoexpedición’ española a la Antártida determina las posiciones más australes con Galileo

A bordo de un vehículo eólico, cuatro tripulantes españoles han determinado, con el sistema europeo de navegación por satélite Galileo, las posiciones más australes jamás registradas con Galileo.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 4 feb 2019, 18:30 CET
Expedición antártica 03
Los satélites Galileo se colocan en órbitas medias, a 23.222 km de altitud a lo largo de tres planos orbitales, de modo que los receptores puedan ver cuatro satélites en cualquier punto de la Tierra una vez que se complete la constelación.
Fotografía de Agencia Espacial Europea (ESA), P. Carril

Con un vehículo eólico especialmente diseñado para la exploración polar, la expedición científica Antártida Inexplorada ha determinado las posiciones más australes jamás calculadas con el sistema europeo del satélite Galileo.

Además de confirmar el funcionamiento del software Galileo a latitudes extremas,  sus cálculos también han arrojado luz sobre algunos fenómenos  meteorológicos, sobre todo en relación con la ionosfera, la capa superior activa eléctricamente de la atmósfera terrestre.

La expedición transporta 10 experimentos científicos de distintos centros de investigación, que estudian el cambio climático, la meteorología y la astrobiología. Uno de los aspectos más importantes ha consistido en vigilar la ionosfera a latitudes elevadas durante periodos de actividad solar baja, debido a que las interferencias ionosféricas pueden reducir el rendimiento de la navegación por satélite  y su incidencia se relaciona con la actividad solar.

La expedición española puso rumbo al interior del continente antártico el 12 de diciembre desde la base rusa de Novolázarevskaya y, tras 40 días de travesía, llegó a los 3.810 metros de altura de Domo Fujo, en la Antártida Oriental, uno de los lugares más fríos del planeta.

Expedición a bordo de un trineo eólico

Un vehículo de cero emisiones especialmente diseñado para la exploración polar es lo que ha permitido a los cuatro tripulantes españoles llegar hasta la base donde han podido recopilar los datos. El llamado Inuit WindSled es un trineo modular del tamaño de un camión que, con diversas tiendas y paneles solares, se desplaza por el hielo gracias a una inmensa cometa de 150 metros cuadrados.

Después de alcanzar el punto más alto el 21 de enero de 2019, la expedición se encuentra de vuelta a la base rusa. Organizada por la Asociación Trineo Polar de Viento de España, emplea un vehículo de cero emisiones especialmente diseñado para la exploración polar.
Fotografía de Inuit WindSled

“Es la primera vez que ascendemos al Domo Fuji en un vehículo eólico; hasta ahora siempre se había llegado con vehículos motorizados”, afirma el inventor del trineo y jefe de la expedición, Ramón Larramendi. “Así que también es la primera vez que recorremos más de 2.400 km con más de 2.000 kg de carga a bordo de un vehículo que no contamina el continente antártico”.

El potencial científico del nuevo vehículo ha quedado probado y diversas entidades han quedado interesadas en el descubrimiento. “Estamos colaborando con la ESA y con otras instituciones científicas, lo cual es muy importante porque nos permite demostrar que este ecovehículo polar tiene un gran potencial para hacer ciencia en el interior de la Antártida”, afirma Larramendi.

“Estamos muy satisfechos con esta experiencia piloto, que nos ha permitido recopilar datos de Galileo durante todo el recorrido de la expedición, tal y como habíamos previsto”, afirma Javier Ventura-Traveset, director de la Oficina Científica de Navegación de Galileo de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés). “Ha alcanzado latitudes cercanas a los 80 grados sur y, que sepamos, se trata de las mediciones más australes jamás efectuadas in situ con Galileo, ahora que su constelación está casi completa”. 

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    El Inuit WindSled es un trineo del tamaño de un camión que cuenta con varias carpas montadas y paneles de energía solar, y que se desliza por el hielo gracias a una gigantesca cometa de 150 metros cuadrados.
    Fotografía de Agencia Espacial Europea (ESA)

    Agujeros coronales solares observados desde el espacio

    Una vez recibidos los datos de la expedición, “podremos evaluar las capacidades de posicionamiento, navegación y determinación de la hora de Galileo a latitudes polares y cómo se ven afectadas por la meteorología durante periodos de baja actividad solar”, explica Manuel Castillo, ingeniero de sistemas en la Oficina Científica de Navegación de Galileo.

    “En concreto, analizaremos si la presencia de agujeros coronales se correlaciona con interferencias ionosféricas observadas. Los agujeros coronales son áreas abiertas en la capa exterior del Sol, la corona, que permiten que el viento solar abandone el Sol y llegue a la Tierra, desencadenando tormentas geomagnéticas moderadas”.

    Además, el experto afirma que “la comunicación continua entre el equipo del Trineo de Viento y la Oficina de Soporte a la Navegación de Galileo nos ha permitido coordinar las mediciones durante las tres tormentas geomagnéticas menores que se han experimentado durante la expedición”.

    Los agujeros coronales que provocaron estas tormentas también fueron monitorizados por el Observatorio de Dinámica Solar, el Observatorio Heliosférico y Solar (SOHO) de la NASA, y el satélite Proba-2 de la ESA.

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