Herramientas de 48.000 años de antigüedad muestran cómo se adaptaron los humanos a las selvas tropicales

Los objetos se descubrieron en una cueva de Sri Lanka y entre ellos figura la tecnología de arco y flecha más antigua hallada fuera de África.

Por Tim Vernimmen
Publicado 15 jun 2020, 13:53 CEST

El ocre rojo y las cuentas de concha descubiertos en la cueva de Fa-Hien Lena, en los bosques tropicales de Sri Lanka. Las herramientas más antiguas del sitio, como las flechas fabricadas con hueso, tienen 48.000 años de antigüedad.

Fotografía de M. C. Langley

En una cueva rodeada de bosque en el sudoeste de Sri Lanka se ha descubierto una colección asombrosa de objetos antiguos. En ella figuran las que podrían ser unas de las herramientas más antiguas utilizadas por los humanos en las selvas tropicales.

La antigüedad de los artefactos oscila entre los 48 000 y los 4000 años y entre ellos figuran 130 puntas de flechas de hueso —las más antiguas halladas fuera de África—, así como 29 herramientas de hueso para elaborar bolsas o ropa y varias cuentas ornamentales. El equipo de arqueólogos descubrió los objetos cuando excavaba la cueva y creen que corresponden a cuatro fases diferentes del poblamiento humano del lugar; las flechas y las herramientas similares a punzones aparecen en la fase más primitiva. Se han datado 30 objetos de la cueva mediante la tecnología del radiocarbono, lo que ha permitido crear una línea temporal y comprobar cómo aumentaba la sofisticación de las herramientas con el paso de los siglos.

«La mayor parte de las herramientas estaban hechas de hueso de mono y muchas de ellas parecen haber sido moldeadas en forma de punta de flecha. Son demasiado pequeñas y ligeras para haber sido lanzas, que necesitan cierto peso para ganar fuerza, y demasiado pesadas y romas para haber sido dardos», explica la arqueóloga Michelle Langley de la Universidad Griffith, en Australia, que dirigió la nueva investigación, publicada en la revista Science Advances.

Estas herramientas hechas de hueso y dientes se utilizaron para cazar monos pequeños y ardillas, trabajar las pieles o las fibras vegetales, y quizá tejer redes en Fa-Hien Lena, Sri Lanka. Aquí vemos una posible aguja para reparar o fabricar redes, un cuchillo/punzón de diente de mono y un proyectil.

Fotografía de M. C. Langley

En las puntas de flecha se observan evidencias de que estuvieron fijadas a astas, así como pequeñas fracturas que podrían haberse producido al impactar con algo. Los arcos que las acompañaban «habrían estado fabricados con materiales vegetales perecederos», explica Langley, y no han sobrevivido a los milenios transcurridos. Pero la colección conservada de herramientas de hueso revela algunos de los primeros pasos de los humanos en la selva tropical.

Adaptándose a un nuevo hogar

Aunque se cree que la principal ola de humanos salió de África hace unos 60 000 años, parece que grupos más pequeños empezaron a salir hace entre 200 000 y 100 000 años y se expandieron por varias partes del planeta. Hace unos 85 000 años, los humanos modernos habían llegado a la península arábiga. Unos 15 000 años después, ya estaban en el Sudeste Asiático y hace 65 000 años habían avanzado hasta Australia.

Por el camino, el Homo sapiens encontró y se adaptó a muchos entornos difíciles, del gélido frío del Ártico siberiano a las altitudes de la meseta del Tíbet. Cuando los humanos migraron hacia el sur de Asia, se toparon con otro nuevo hábitat intimidatorio: la selva tropical, donde la vegetación densa, las presas esquivas, los insectos persistentes y los depredadores bien camuflados dificultaron la supervivencia.

Conforme los humanos modernos avanzaban supuestamente por las costas del sur de Asia y hacia Sri Lanka hace unos 48 000 años, no entraron directamente en estas selvas densas. «Es probable que las primeras personas que llegaron a la isla vivieran por la costa. Pero conforme la población crecía, algunos de sus descendientes podrían haberse mudado a la selva», apunta el arqueólogo Oshan Wedage, de la Universidad de Sri Jayewardenepura en Sri Lanka, que ha dirigido varias excavaciones en la cueva de Fa-Hien Lena y sus alrededores.

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    El nuevo entorno habría exigido innovaciones importantes. «En las llanuras, la gente cazaba animales grandes que vivían en grupos grandes y eran fáciles de avistar y apuntar», explica Langley. «Pero en la selva tropical, muchas presas son muy ágiles y pueden vivir en árboles altos. Una lanza no resulta especialmente útil para atrapar un mono o una ardilla en un bosque. Necesitarías algo veloz y que pueda llegar alto. Los arcos y las flechas son ideales para un entorno como ese». A su vez, los huesos de mono eran un material excelente para fabricar las puntas de las puntas de las flechas.

    Algunas de las herramientas de hueso parecen haber tenido otros usos. «Un fragmento aplanado de hueso se parece bastante a una aguja de red, el tipo de herramienta que se utilizaría para arrastrar un hilo cuando se teje o se repara una red». Otras herramientas parecen haberse utilizado para trabajar el cuero o las fibras vegetales, posiblemente para crear bolsas o incluso ropa. «En la selva no se necesita mucha ropa para no pasar frío, pero quizá fuera útil para protegerse la piel de las lesiones de los insectos o la vegetación», afirma Wedage.

    El arqueólogo de la Universidad de Sídney Ian Gilligan, que estudia la historia primitiva de la ropa, señala que no le sorprendería que los humanos fabricasen ropa en Sri Lanka durante esta época. Por ejemplo, las evidencias genéticas de piojos del cuerpo, que habrían necesitado ropa para sobrevivir en humanos, sugieren que los Homo sapiens de África podrían haber llevado ropa hace ya 170 000 años.

    «A medida que se establecía más lo de llevar ropa, la vestimenta adquirió funciones sociales y no cabe duda de que se convirtió en un factor dominante a la hora de mantener su uso en muchas regiones», afirma Gilligan.

    Los artefactos culturales como la ropa y las cuentas podrían haber ayudado a los humanos a crear grupos sociales estrechos, permitiéndoles salir adelante en casi cualquier ambiente con el que se toparan. Es posible que las nuevas herramientas ingeniadas por mentes astutas fueran compartidas con otros, heredadas y mejoradas a lo largo de generaciones.

    Vínculos con parientes antiguos

    Aunque los humanos se forjaron una nueva forma de vida en la selva tropical, también parecen haber mantenido un vínculo con las poblaciones de las que se separaron. Las cuentas hechas de conchas de animales marinos, algunas de las cuales se descubrieron en la cueva de la selva a unos 40 kilómetros de la orilla, sugieren que el grupo de Fa-Hien Lena podría haberlas intercambiado con otro pueblo que vivía en el litoral, afirma Wedage.

    Las cuentas habían sido redondeadas, pulidas y perforadas, así que podrían haber estado colgadas de un cordón. Las más antiguas estaban hechas de concha, pero más adelante se observan algunas fabricadas con ocre rojo.

    «No estoy segura de si la gente habría usado las cuentas de ocre como ornamento», indica Langley. «Quizá era su forma de llevarlas consigo, ya que podrían haberlas utilizado para decorar el cuerpo de otro modo, raspándolas para liberar el polvo de color y extendérselo sobre la piel». Además de las tres cuentas de ocre, que no tienen más de 8700 años, los investigadores descubrieron otros 136 fragmentos de mica amarilla, roja y plateada, incluida la de las capas más antiguas de la cueva, que también podrían haberse empleado para decorar el cuerpo desprendiendo el polvo de color.

    «El rojo parece ser el primer color con el que se pintó la gente, normalmente combinado con el blanco», afirma Langley. «Estos colores se han descubierto en la cueva de Blombos, en Sudáfrica, y hasta en Australia». Parece que conforme los grupos de Homo sapiens se extendían por el mundo y adaptaban sus herramientas a las montañas, el Ártico o la selva tropical, llevaron sus colores favoritos allí donde fueron.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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