La ciencia por fin podrá revelar los secretos del fósil de los «dinosaurios en duelo»

Un museo de Carolina del Norte ha adquirido un espécimen muy bien conservado de un T. rex y un Triceratops que murieron enzarzados en un combate tras 14 años en manos privadas.

Por Michael Greshko
Publicado 18 nov 2020, 11:50 CET
Fósil de un T. rex y un Triceratops

En 2006, buscadores de fósiles comerciales hallaron este tiranosaurio casi completo junto a los huesos de un tricerátops herbívoro. Ahora, un museo de Carolina del Norte ha adquirido a la pareja prehistórica, por lo que los científicos podrán estudiar el fósil por primera vez.

Fotografía de Matt Zeher

Durante más de una década, los paleontólogos han especulado acerca de un fósil que preserva los esqueletos de dos de los dinosaurios más famosos del mundo, un Tyrannosaurus rex y un Triceratops. Los huesos no solo están dispuestos tal y como estaban en vida, sino que los dinosaurios están prácticamente entrelazados.

Cada espécimen es uno de los mejores de su especie que se han descubierto hasta la fecha. El fósil, llamado «dinosaurios en duelo», presenta un misterio paleontológico: ¿quedaron sepultadas estas bestias por casualidad, quizá como cadáveres atrapados en el mismo banco de arena, o se habían enzarzado en un combate mortal? Nadie ha sido capaz de estudiar el fósil y averiguarlo.

El fósil de los dinosaurios en duelo podría representar una pelea mortal entre un Triceratops y un T. rex joven, que vemos en esta ilustración artística de la Montana prehistórica.

Fotografía de Anthony Hutchings

Pero eso está a punto de cambiar. Tras años de batallas legales que han dejado al fósil encerrado en laboratorios y almacenes, el famoso hallazgo se dirige al Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte (NCMNS, por sus siglas en inglés), en Raleigh. Gracias a las donaciones tanto de fundaciones privadas como de los gobiernos municipal, regional y estatal, la organización sin ánimo de lucro Amigos del Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte va a comprar a los dinosaurios en duelo en nombre del museo por una suma que no se ha revelado.

El fósil se colocará en una nueva ampliación del museo que incluye un laboratorio de paleontología de vanguardia y que abrirá en 2022. «Los dinosaurios en duelo son una joya que ha estado oculta durante más de una década», afirma Lindsay Zanno, paleontóloga de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y directora de paleontología del NCMNS.

Los paleontólogos están satisfechos por la noticia de que el fósil de los dinosaurios en duelo ha encontrado un hogar permanente. «Literalmente se harán miles de estudios de estos fósiles», afirma el paleontólogo Tyler Lyson, del Museo de Naturaleza y Ciencia de Denver.

«Será un espécimen icónico», añade el paleontólogo Kirk Johnson, director del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian.

Catorce años en la sombra

La historia del descubrimiento de los dinosaurios en duelo y su largo viaje al NCMNS es tan dramática como el propio fósil.

En el verano de 2006, mientras el sol se ponía sobre el condado de Garfield, en Montana, un buscador de fósiles llamado Clayton Phipps descubrió algo increíble. Phipps y su equipo estaban examinando un rancho de Montana propiedad de Lige y Mary Ann Murray cuando el primo de Phipps, Chad O’Connor, encontró un rastro de fragmentos de hueso que conducía hasta la pelvis de un Triceratops que sobresalía de la ladera de una colina. Tras meses de excavaciones, revelaron que el fósil de color chocolate constaba de un tricerátops casi completo y un tiranosaurio.

Una vez Phipps y su equipo protegieron el fósil con arpillera y yeso y lo sacaron del rancho de los Murray, el fósil pasó años almacenado en un laboratorio privado en Fort Peck, Montana. Phipps y los Murray trataron de convencer a un museo para que lo comprara, pero no encontraron a ninguno que estuviera dispuesto. Phipps recuerda que algunos paleontólogos discreparon con la forma en que había excavado y catalogado el yacimiento.

En Estados Unidos, los fósiles descubiertos en terreno federal deben entrar en repositorios aprobados, como museos acreditados. En cambio, los fósiles hallados en terrenos privados, como los dinosaurios en duelo, pueden comprarse y venderse legalmente.

En 2013, Bonhams, una casa de subastas con sede en Londres, persuadió a Phipps y a los Murray para subastar el fósil. A pesar de los sentimientos encontrados respecto a no poder controlar la identidad del comprador, Phipps y los Murray tenían que compensar costes importantes y accedieron. Pero la venta fracasó al no alcanzar la puja mínima de seis millones de dólares. Los dinosaurios en duelo abandonaron la casa de subastas de Nueva York y fueron trasladados a un almacén de Long Island.

Años después, Zanno contactó con Phipps mediante su hombre de confianza, Pete Larson, el presidente del Black Hills Institute, una empresa privada de paleontología de Dakota del Sur, para preguntar si vendería los dinosaurios en duelo al NCMNS. En febrero de 2016, Zanno y un grupo de trabajadores del museo visitaron el almacén de Long Island, un momento que la dejó impresionada.

«No puedes contemplar estos especímenes sin prácticamente verlos salir del bloque y caminar a tu lado», cuenta. «Puedes verlos tal y como eran en vida».

Las negociaciones fueron sobre ruedas, pero antes de que los dinosaurios en duelo pudieran viajar a Raleigh, tenían que superar años de batallas judiciales extenuantes.

Para la subasta de 2013, los Murray se habían enterado de que Jerry y Robert Severson, sus exsocios empresariales del rancho, estaban amenazando con demandarlos, cuenta Mary Ann Murray. Cuando los Murray compraron la participación de las tierras de los Severson en 2005, los hermanos retuvieron dos tercios de los derechos mineros del terreno. Los Severson alegaron que los derechos mineros les otorgaban una participación en los dinosaurios en duelo —dos de los mejores especímenes hallados en Montana— y en cualquier beneficio resultante de su venta.

Durante más de un siglo, se habían extraído fósiles en Montana asumiendo que pertenecían a los terratenientes de una propiedad, no a quienquiera que tuviera los derechos mineros. De forma preventiva, los Murray acudieron al tribunal estatal de Montana para que fallara que los fósiles no eran minerales.

Los Severson, que eran de otro estado, trasladaron el caso a un tribunal federal de distrito, que falló a favor de los Murray en 2016. Los Severson apelaron. Para sorpresa de Phipps, Larson y los Murray, el Tribunal de Apelaciones del Noveno Circuito falló a favor de los Severson en 2018, lo que les otorgó la propiedad mayoritaria de los dinosaurios en duelo.

Los paleontólogos consideraron la sentencia un desastre. Equiparar los fósiles con minerales amenazaba con hacer añicos un siglo de reclamaciones de propiedad de fósiles, pero además los derechos mineros de una propiedad cualquiera suelen estar tan fragmentados que obtener permiso para futuras excavaciones en terrenos privados sería prácticamente imposible. Así que en una alianza de conveniencia, la Sociedad de Paleontología de Vertebrados —que tiene 2000 miembros— y un consorcio de museos se unieron a un grupo de terratenientes de Montana para presentar un escrito en nombre de los Murray.

Estos grupos no siempre están de acuerdo en la compraventa de fósiles privados en Estados Unidos, así que el hecho de que se movilizaran respecto a la demanda «fue una unión rara», dice David Evans, director de paleontología de vertebrados del Museo Real de Ontario.

Phipps y los Murray también instaron al gobierno estatal de Montana a que aprobara una ley que confirmara que los derechos sobre los fósiles pertenecían a los terratenientes. El proyecto de ley se aprobó unánimemente en 2019, pero la nueva ley no se aplicaba a los dinosaurios en duelo debido al proceso federal abierto.

En 2019, el Tribunal del Noveno Circuito acordó conceder una nueva audiencia del caso y pidió al Tribunal Supremo de Montana que opinara sobre si los fósiles eran minerales. En mayo de 2020, el tribunal estatal falló que no lo eran. El Tribunal del Noveno Circuito coincidió en junio, afirmando que los Murray eran los dueños de los dinosaurios en duelo y que tenían el derecho a venderlos, lo que allanó el camino para su adquisición por parte del NCMNS.

«Me da la sensación de que llevo una eternidad esperando esto», dice Phipps, que ahora aparece en el reality show del Discovery Channel Dino Hunters. «No podría alegrarme más de que vaya a ese lugar».

La polémica de las ventas de fósiles privados

No todos los fósiles privados como los dinosaurios en duelo acaban en museos públicos. Para muchos científicos, la noticia de la compra del NCMNS ha sido un contraste agradable a la venta del famoso e importante T. rex Stan, excavado por Larson y el Black Hills Institute. Una orden judicial obligó al instituto a subastar el fósil en octubre para comprar las participaciones de uno de sus accionistas y un comprador anónimo —probablemente un coleccionista privado— lo consiguió por 31,8 millones de dólares.

Los paleontólogos se enfurecieron por el precio desorbitado, preocupados por que las relaciones de los científicos con los terratenientes estadounidenses se deterioraran y por que aumentara la caza furtiva de fósiles a nivel global. En cambio, Evans dice que la compra de los dinosaurios en duelo «es una noticia fantástica para la paleontología, sobre todo a la luz de lo que ocurrió hace poco con la subasta de Stan».

Pero no todos los científicos se han alegrado. El experto en tiranosaurios Thomas Carr, paleontólogo del Carthage College en Kenosha, Wisconsin, es un defensor acérrimo de prohibir la venta comercial de fósiles en Estados Unidos. Aún le preocupa que la compra de los dinosaurios en duelo legitime y apoye lo que él considera un comercio poco ético de fósiles irremplazables.

«Es bueno que esos especímenes hayan llegado a un museo de verdad y que no hayan desaparecido como Stan, pero por otra parte, ¿a qué precio?», dice Carr. «Esta [venta] plantea la cuestión de si los científicos y los museos se han convertido en siervos del intercambio comercial de fósiles».

Carr estima que más de 40 fósiles de T. rex —casi la mitad de todos los que se han descubierto— están en manos privadas o comerciales y fuera del alcance de la ciencia.

¿Un duelo prehistórico?

Ahora que Zanno y su equipo pueden estudiar a los dinosaurios en duelo, darán comienzo años de trabajos científicos, entre ellos el análisis de si el dúo realmente murió en un combate mortal.

Ya existen otros fósiles con presas y depredadores. En 1971, paleontólogos polacos y mongoles descubrieron un Velociraptor y un Protoceratops —un pariente del Triceratops— que habían quedado sepultados durante una pelea cuando se vino abajo una duna de arena. Para descifrar qué les pasó a los dinosaurios de Montana, los investigadores tendrán que desvelar exactamente cómo y cuándo quedó sepultado cada dinosaurio y si tienen señales inconfundibles de heridas infligidas por el otro, como marcas de dientes.

Zanno y su equipo también han obtenido permiso de visitar el yacimiento originario, lo que ayudará a determinar cómo se formó el fósil. «Si no pudiéramos visitar el yacimiento donde se descubrieron los especímenes y recopilar nuestros propios datos, entonces los especímenes tendrían mucho menos valor desde una perspectiva científica», afirma Zanno.

Independientemente de si los dinosaurios se enfrentaron o no en vida, el fósil presenta una oportunidad única para estudiar especímenes muy bien conservados de dos bestias antiguas.

El tiranosaurio, por ejemplo, arrojará luz sobre cómo los pequeños T. rex recién nacidos se convertían en depredadores gigantescos. La mayoría de los expertos creen que el tiranosaurio es un T. rex juvenil, lo que lo convertiría en uno de los pocos fósiles de su tipo y en el más completo, con diferencia. En cambio, Phipps sostiene que el fósil es un Nanotyrannus, una especie polémica de tiranosaurio pigmeo que, según cree la mayoría de los expertos, era un T. rex joven.

«En mi opinión, la mayor pregunta subyacente es la diversidad de los dinosaurios previa a su extinción. Eso es lo que considero más importante», afirma Lyson, del Museo de Ciencias Naturales de Denver. «¿Hay un gran tiranosaurio o dos?».

En la roca que rodea los huesos yacen muchos más secretos, ya que contiene las impresiones de la piel de los dinosaurios y halos de residuos que podrían haberse formado con la degradación de los tejidos blandos de los animales. Gracias a los últimos avances en paleontología, los futuros científicos podrían descubrir contenidos estomacales o incluso vestigios de las proteínas originales de los dinosaurios dentro de la piedra. «Exponer los huesos y no destruir la piel mientras lo hacemos será un trabajo muy complejo», afirma Johnson.

Por su parte, Phipps se siente aliviado por que los científicos al fin tengan la oportunidad de observar el fósil y tiene ganas de volver a Carolina del Norte.

«Quiero llevar allí a mis nietos algún día y decirles: “Mirad, vuestro abuelo encontró a estos dinosaurios”», dice. «La gente podrá verlos siempre. Eso es lo que he querido desde el principio».

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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