La cueva de Santa Ana, un reflejo de la cultura de los homínidos hace 500 000 años

En Cáceres se encuentra este yacimiento único en Europa para comprender los procesos de transmisión cultural que afianzaron los poblamientos de los homínidos del achelense.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 7 ene 2022, 9:48 CET
Excavación del yacimiento de Cueva de Santa Ana donde se han encontrado restos de homínidos

Excavación en la cueva de Santa Ana (Cáceres, España).

Fotografía de Mario Modesto Mata, EPPEX

Junto a las cuevas de Maltravieso y El Conejar, sobre una pequeña colina en el Calerizo de Cáceres, se abre paso un yacimiento único para comprender la evolución tecnológica de los homínidos y sus procesos culturales de hace 500 000 años, que afianzaron el poblamiento de Eurasia durante el Pleistoceno medio: la cueva de Santa Ana.

Una nueva investigación ha sido de nuevo testigo de la importancia de esta cueva como expresión de la cultura de los homínidos, un lugar clave para conocer los procesos de nuestros antepasados a través del estudio de unas herramientas líticas muy particulares y poco frecuentes fuera de África: unas rocas talladas con forma redondeada llamadas esferoides. Santa Ana es el único yacimiento de la Península Ibérica donde existen estos esferoides, asociados a bifaces, picos y hendedores, herramientas típicas achelenses.

“El conjunto de herramientas líticas achelenses halladas en la cueva de Santa Ana indica un fenómeno de estasis tecnológica en el contexto de uno de los procesos de dispersión cultural de mayor envergadura y duración de toda la Prehistoria: la expansión de la tecnología achelense”, afirma Francisco Javier García-Vadillo, autor principal de este estudio.

El achelense de la península ibérica

La gran importancia de este hallazgo radica en que las rocas han resultado ser muy parecidas a las que fabricaron los homínidos en África hace más de 1 700 000 años. "Que esas herramientas no se hayan modificado en todo ese tiempo y hayan viajado a tantos kilómetros demuestra su gran operatividad, así como la capacidad de los homínidos para aprender, enseñar y reproducir las herramientas de otros homínidos”, explica García-Vadillo.

Los hallazgos de una tecnología similar a la hallada en Santa Ana son muy escasos. Se corresponden “con las primeras manifestaciones del achelense en el Norte de África, el Corredor Palestino, China e India con más de un millón de años”, afirman los autores en el estudio.

El hallazgo de estas herramientas en Santa Ana indica por tanto que “estas similitudes solo serían posibles gracias a la capacidad de aprender, transmitir y sobre todo reproducir de forma fidedigna los conocimientos tecnológicos adquiridos por los homínidos”.

La investigación, publicada en la revista científica Journal of Archeological Science, cuenta con la participación del grupo de investigación Primeros Pobladores de Extremadura, Antoni Canals y Eudald Carbonell (codirector de proyecto de Atapuerca) y Xoxé Pedro Rodríguez Álvarez.

Los homínidos de Santa Ana

En la Península Ibérica las cuevas con tecnología achelense son muy escasas, entre ellas se encuentran Galería y Gran Dolina en los yacimientos de la sierra de Atapuerca (Burgos), cueva Horá (Granada), cueva del Ángel (Córdoba) y algunos niveles de la cueva del Bolomor (Valencia).

Según indica el estudio, el hecho de que los homínidos de Santa Ana mantuvieran esta diversidad de herramientas señala que este fuerte conservadurismo en la tecnología  constituyó una ventaja evolutiva para los primeros homínidos.

Herramientas líticas halladas en la cueva de Santa Ana: un bifaz de cuarcita, un bifaz de cuarzo, un pico tallado en cuarcita, un hendedor en cuarcita y esferoides de cuarzo.

Fotografía de Sioba Grande y Francisco-Javier García-Vadillo (IPHES-CERCA y EPPEX).

Eso explicaría “que instrumentos como los bifaces presenten formas semejantes allí donde se encuentren. No hay diferencias entre los bifaces que aparecieron en África hace 1,75 millones de años, los documentados en China, ni tampoco entre los descubiertos en la cueva de Santa Ana”.

En el contexto de la Península Ibérica, la singularidad del hallazgo de Santa Ana se encuentra también en el hecho de que las herramientas se encontrasen en una cueva, en el uso de lascas de más de 10 centímetros para fabricar otras herramientas y en el uso sistemático del cuarzo como materia prima, que apenas fue utilizado para fabricar industria lítica del achelense debido a la dificultad de tallar este material. Sin embargo, los homínidos de Santa Ana tallaron con gran destreza el cuarzo.

El misterio de los esferoides

A pesar de los hallazgos, la función de los esferoides continúa siendo una gran incógnita. “Se sabe que en algunos yacimientos fueron utilizados para extraer médula de los huesos, pero hay dudas sobre si realmente se crearon para eso”, explica el investigador. También pudieron ser utilizados como elementos arrojadizos. Su función, vinculada a la forma que los homínidos les daban, sería muy diferente de la capacidad de cortar, punzar o seccionar que poseen los bifaces, picos y hendedores.

“Saber por qué los esferoides son tan escasos y por qué desaparecieron del repertorio del instrumental lítico achelense es otra gran incógnita”, afirma el estudio. “Sin embargo, esta incógnita es la que nos permite hablar de estasis tecnológica en Santa Ana”.

La tecnología achelense

 “La aparición del achelense fue fundamental para afianzar el poblamiento del continente euroasiático”, explica García-Vadillo. “El éxito de los grupos que fabricaron estas herramientas llevó a que esta tecnología se expandiera rápidamente por África, Asia y llegó también hasta Europa. “Por tanto, el achelense fue uno de los primeros fenómenos que adquirió una extensión global y perduró hasta hace unos 125 000 años”.

Estas herramientas surgieron en el Este de África hace 1,75 millones de años. En aquel momento pervivieron algunos instrumentos líticos del substrato cultural anterior, entre ellos los esferoides, pero por lo general las formas de organizar la fabricación de herramientas líticas cambiaron.

Aparecieron nuevos instrumentos líticos de gran tamaño con formas estandarizadas y versátiles, como bifaces, picos y hendedores. Por tanto, esta nueva tecnología influyó de forma definitiva en el incremento de la capacidad de los homínidos para transformar su entorno y controlar el territorio, lo que llevó a que fortalecieran sus relaciones sociales y su población aumentase progresivamente.

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