10 de marzo de 2011
De acuerdo con un nuevo análisis del genoma humano, los hombres han perdido el código del ADN que hacía que sus penes tuvieran espinas.
Las espinas del pene, que aún se dan en varios animales de hoy en día, suelen ser pequeñas púas de keratina (un tipo de tejido duro) que recubren el exterior de dicho órgano.
Según el análisis genético, esta característica del hombre prehistórico se daba en el antepasado común de los chimpancés y los seres humanos, que vivió hace unos seis millones de años.
Sin embargo, el código que proporcionaba esta “mejora de las espinas del pene” desapareció de los genes humanos antes de que nuestro antepasado común se dividiera en los humanos de hoy en día y los Neandertales, hace unos 700.000 años, dijo Gill Bejerano, coautor del estudio y biólogo evolutivo de la Universidad de Stanford, en California.
En total, los científicos descubrieron un mínimo de 510 “eliminaciones” de ADN que han tenido lugar durante la evolución del ser humano, comparando el genoma de éste con los de una serie de especies modernas y extintas, incluidos los chimpancés y los Neandertales.
Estas eliminaciones han provocado una serie de cambios en nuestro cuerpo, como por ejemplo, un mayor crecimiento del cerebro y la desaparición de bigotes sensoriales de la cara.
Además de las espinas del pene, “creemos que existen otras 500 historias fascinantes ahí afuera, lo que añade algo de emoción a este estudio”, comentó Bejerano.
Los cambios en el ADN pueden tener efectos importantes
Las eliminaciones de ADN, que son, de hecho, resultado de un raro proceso de mutación celular, no entorpecen la función general de un gen, afirmaron los autores del estudio.
"Hay que pensar en ello como si fuera una bombilla controlada por varios interruptores diferentes”, David Kingsley, uno de los coautores del estudio, también de Stanford.
"Si aplastas la bombilla, las luces se apagan”, dijo. Sin embargo, “si sólo quitas uno de los interruptores, habrás alterado la respuesta respecto de una corriente de entrada en especial, pero aún así se preservan muchas otras cosas”.
Bejerano, coautor del estudio, hizo hincapié en que uno de los mensajes clave de éste es que, a veces, algunos pequeños cambios en las secuencias de ADN pueden dar lugar a estructuras más grandes y elaboradas en los organismos, tal y como sucede con la mayor complejidad actual de los cerebros.
Para Rhonda Snook, de la Universidad de Sheffield, ese concepto es tan interesante como los descubrimientos sobre los penes “titilantes”.
Algunos “pensarán que los cambios son poco importantes”, afirmó Snook, que no participó en el estudio.
No obstante, estas pequeñas alteraciones “podrían tener efectos potenciales de gran trascendencia sobre la forma en que los organismos evolucionan respecto a sus antepasados”.
¿Fue la monogamia la que causó estos penes más simples?
Por ejemplo, estos pequeños cambios genéticos hicieron que, con el tiempo, los penes de los seres humanos se volvieran más suaves y simples, según la investigación, que se publicará mañana en la revista Naturaleza.
Es posible que esto se deba a que los seres humanos ya no necesitan estos complementos. En el caso de algunos animales de hoy en día, como los gatos domésticos, las espinas del pene ayudan a que los machos fertilicen a las hembras cuando los espermatozoides tienen que competir con fuerza dentro de éstas.
Por ejemplo, en ocasiones las espinas tienen tapones copulatorios que se rompen dentor de la hembra y evitan que el semen de otros machos fecunde el óvulo.
Sin embargo, la mayoría de mujeres son monógamas hoy en día, y los hombres “no sólo están presentes durante el competitivo momento de la fertilización, sino que también establecen relaciones de larga duración con las mujeres”, explicó Kingsley.
Snook, que estudia la evolución de la forma y función del esperma, indicó que las teorías que relacionan unos genitales más simples con la monogamia aún están poco fundamentadas.
Por ejemplo, un análisis filogenético (estudio que compara la presencia o ausencia de espinas en los penes de diferentes organismos a lo largo de la historia) proporcionaría una comprensión mayor.
La evolución humana, un “misterio impenetrable”
Por lo general, este tipo de investigaciones sofisticadas sobre ADN se hicieron posibles hace tan sólo unos 10 años, cuando se descubrió el genoma humano, comentó Snook.
"Tenemos muchísimo poder hoy en día en nuestras manos para aprender mucho más sobre cómo tiene lugar la evolución y cómo cambia”, añadió.
Kingsley, coautor del estudio, afirmó que “tenemos la suerte de vivir en esta época mágica en la que tenemos la secuencia completa de nuestro genoma y el de nuestros familiares”.
El descubrimiento de cómo llegamos a ser lo que somos ahora “puede ser un misterio enorme e impenetrable”, afirmó, pero estamos “comenzando a encontrar algunas de las diferencias moleculares que nos hacen humanos”.