Encélado, la luna helada que podría albergar vida

Un vuelo de inspección realizado recientemente sugiere que si existiesen formas de vida en la luna de Saturno -Encélado-, probablemente haya suficiente alimento para ellas.

Por Michael Greshko
Publicado 9 nov 2017, 4:15 CET

Parece que algo caliente se está cociendo en las profundidades de esta luna helada, y los científicos de la NASA afirman que podría haber energía suficiente para servir como combustible a cualquier hipotética vida extraterrestre.

La nave Cassini ya había volado anteriormente a través de las columnas acuosas de la luna de Saturno, Encélado, para "probar" sus contenidos y descubrir que están mezclados con sales, moléculas orgánicas y amoniaco, ingredientes clave para la construcción de la vida.

En una conferencia de prensa el pasado jueves, los científicos del Southwest Research Institute liderados por Hunter Waite anunciaron que durante un vuelo en octubre de 2015, los instrumentos de la nave también detectaron hidrógeno molecular entre las columnas que salían de la luna.

El gas, que probablemente había sido producido por las rocas y el agua hirviendo en el lecho marino de este mundo, supone una prueba adicional de que actualmente Encélado tiene fuentes hidrotermales y que son lo suficientemente vigorosas como para proporcionar alimento a la vida.

"Se trata de un resultado muy emocionante y prometedor que proporciona un argumento a favor de que Encélado sea un 'mundo oceánico' potencialmente habitable", afirma el astrobiólogo y explorador de National Geographic, Kevin Hand, del Jet Propulsion Laboratory, que no participó en este estudio.

Degustando los sabores

Los temblores orbitales de Encélado demuestran que el núcleo y la capa helada de la luna se deslizan ligeramente el uno sobre el otro, una hipótesis que se explica mejor gracias a un océano global lubricante de agua líquida de al menos 25 kilómetros de grosor. Y desde que Cassini detectó por primera vez las nubes de la luna en 2005, cada vez más pruebas sugieren la posibilidad de que estas aguas sean habitables.

"No conocemos ningún mundo oceánico mejor que este, sin incluir la Tierra", afirma Carolyn Porco, líder del equipo de imágenes del Cassini. "La ventaja adicional es que resulta algo trivial tomar muestras del océano. ¡Las está mandando él mismo al espacio!".

Cuando Cassini realizó su vuelo más profundo entre estas columnas el 28 de octubre de 2015, la nave voló a solo 50 kilómetros de Encélados a una velocidad relativa de más de 30.500 kilómetros por hora.

Los sobrevuelos previos habían revelado que si las moléculas de agua de las columnas impactaban con las paredes internas del instrumental de Cassini, las colisiones creaban moléculas de hidrógeno, lo que hacía que fuera difícil saber si eran las propias nubes las que contenían hidrógeno.

Tras años de modificaciones, los investigadores en busca de hidrógeno finalmente pusieron el espectrómetro de masas de Cassini —que básicamente es la lengua de la nave— en un modo que evitaba que las partículas tocaran sus paredes internas. Sin embargo, este cambio hizo que la sensibilidad del sentido químico del "gusto" de Cassini fuera cientos de veces inferior.

"Teníamos miedo de no poder ver siquiera una señal", afirma Waite. Pero durante el épico descenso, el equipo observó cómo los niveles de hidrógeno se incrementaron hasta superar más de 100 veces los niveles de fondo.

Una vez confirmaron que Encélado estaba "eructando" hidrógeno, Waite y su equipo determinaron que este gas no había estado encerrado durante la formación de la luna. Debido a que la gravedad de Encélado es débil y el gas hidrógeno es ligero, la materia de mayor antigüedad debería haber flotado a la deriva hace ya tiempo.

En su lugar, los científicos argumentan en la última edición de la revista Science que el hidrógeno debe ser "recién hecho", probablemente procedente de la actividad en torno a las fuentes hidrotermales.

Un final de altos vuelos

Los modelos geoquímicos del equipo muestran que los microbios podrían consumir el dióxido de carbono y el hidrógeno de los respiraderos que se encuentran en el lecho marino, produciendo metano como producto residual. Otros microbios, hipotéticamente, podrían consumir este metano, alimentando aún más el ecosistema de Encélado.

Pero solo porque este proceso sea posible en Encélado, no significa que existan formas de vida que lo estén empleando allí.

"La historia que debemos extraer de la gran cantidad de hidrógeno es que la energía química para la vida está allí y puede aprovecharse", explica Hand. "Si la vida ha aparecido o no es otra pregunta distinta".

Es más, "no se trata necesariamente de la cantidad de energía disponible, sino que también es importante pensar en el ritmo de suministro", afirma el geobiólogo de Harvard y explorador emergente de National Geographic, Jeffrey Marlow, quien estudia las fuentes hidrotermales en la Tierra. "¿Es el ritmo de suministro de energía suficiente para dar sustento a la vida?".

Tendremos que esperar años para responder a estas preguntas. El instrumental de Cassini no es lo suficientemente sensible para hacer pruebas en busca de vida, y tras 13 años explorando Saturno, la sonda casi se ha quedado sin combustible, por lo que tiene los días contados.

La NASA le va a dar a la nave un "gran final" dramático: una serie de 22 órbitas entre Saturno y sus anillos más internos que finalizará el 15 de septiembre con el "salto" final de Cassini hacia la superficie de Saturno.

"Lo veo como un gran momento en nuestra exploración del sistema solar [y] una importante parte de nuestro historial del programa espacial de la humanidad", afirma Porco, que ha participado en la misión de Cassini desde 1990. "Lo veo con un gran orgullo".

Una nueva oportunidad

Incluso tras el adiós de Cassini, los días de "probar" nubes podrían no llegar a su fin para la NASA.

Durante la conferencia de prensa del jueves, la NASA también anunció que el telescopio espacial Hubble había captado más pruebas de columnas de agua que erupcionan en Europa, la cuarta luna más grande de Júpiter.

Como Encélado, Europa también posee un océano global escondido bajo su capa helada, y contiene dos veces más agua que los océanos terrestres. Desde diciembre de 2012, el Hubble ha hallado pruebas de que las aguas lunares entran en erupción hacia el espacio.

Las últimas observaciones del Hubble, llevadas a cabo en 2016, parecen mostrar columnas ascendentes que erupcionan desde prácticamente la misma región en la que Hubble había avistado posibles columnas de 160 kilómetros de altitud en 2014.

"La mejor explicación es que Europa tiene una columna de agua que erupciona esporádicamente en esta región", explica Hand, quien trabajó en las nuevas observaciones que aparecerán en la próxima edición de The Astrophysical Journal. En tal caso, añade, "podríamos encontrar señales de vida capturadas dentro del material en erupcionado".

Por ejemplo, las columnas de la luna podrían proporcionar al Europa Clipper —una nave de la NASA cuyo lanzamiento está programado para la década de 2020— muestras accesibles de los océanos lunares.

"Esto sugiere que podemos acceder a la información sobre la composición subsuperficial de Europa... de una forma similar a la que hemos realizado en Encélado", añadió Waite en un email.

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