La humanidad solo tiene una forma de sobrevivir: ir a Marte

El futurista Michio Kaku nos habla de cómo los humanos bailarán ballet en Marte, teletransportarán sus mentes al cosmos y se encontrarán con civilizaciones extraterrestres.

Por Simon Worrall
Publicado 5 mar 2018, 15:26 CET

Cuando era niño en Palo Alto, California, construyó un acelerador de partículas en el garaje. Más adelante, se convirtió en uno de los fundadores de la teoría de cuerdas. En la actualidad, con su melena gris, Michio Kaku es una de las caras más reconocibles de la ciencia, con varios libros superventas y numerosas apariciones en televisión, entre ellas en el Discovery Channel y la BBC.

En su nuevo libro, The Future Of Humanity, argumenta apasionadamente sobre que nuestro futuro no está en la Tierra, sino en las estrellas.

Cuando National Geographic le entrevistó por teléfono, nos explicó como los milmillonarios como Elon Musk están transformando el viaje espacial, por qué el teletransporte láser podría ser la mejor forma de llegar a otras galaxias y cómo algún día habrá bailarines de ballet en Marte.

Fotografía de Doubleday

Al principio del libro, hace una predicción impactante: «Si no abandonamos la Tierra, pereceremos». ¿Son tan funestas las perspectivas de la humanidad? Y ¿no está esto dentro de la sensación nihilista de que no hay nada que podamos hacer para salvar este planeta?

Si observas la evolución en la Tierra, el 99,9 por ciento de todas las formas de vida se han extinguido. Cuando las cosas cambian, o te adaptas, o mueres. Es la ley de la Madre Naturaleza. Nos enfrentamos a muchos problemas. Para empezar, tenemos problemas autoinfligidos como el calentamiento global, la proliferación nuclear y la guerra bacteriológica. Además, la Madre Naturaleza ha provocado varios ciclos de extinción en la Tierra. Los dinosaurios, por ejemplo, no contaban con un programa espacial. Y por eso los dinosaurios no están aquí hoy.

Por otra parte, no deberíamos usar este argumento como excusa para contaminar la Tierra o dejar que el calentamiento global cause estragos. Deberíamos resolver estos problemas sin tener que irnos a Marte o a otros planetas, porque es imposible sacar a toda la población de la Tierra y llevarla a Marte. Hablamos de una póliza de seguros, un plan B en caso de que pase algo en la Tierra. En una ocasión hablé de esto con Carl Sagan y me dijo: «Vivimos en medio de una galería de tiro con miles de asteroides en nuestra trayectoria que todavía no hemos descubierto. Así que, ¿por qué no ser una especie biplanetaria como plan B?».

Una de las imágenes hermosas que evocas es bailar ballet en Marte. Explíquenos por qué algún día podría ser menos fantasioso de lo que parece.

Tenemos las Olimpiadas, donde hay atletas que entienden las leyes de la gravedad en la Tierra, pero cuando estemos en la Luna o en Marte, tendremos un conjunto totalmente diferente de limitaciones físicas. Aquí, los patinadores sobre hielo no pueden ir más allá de un quad: cuatro vueltas en el aire, ¡nada más! Nadie ha hecho un quint. Sin embargo, en Marte la gravedad es solo un 30 por ciento de la de la Tierra, así que algún día podríamos celebrar unas Olimpiadas marcianas en las que la gente pudiera dar cuatro, cinco, seis o siete vueltas en el aire y practicar ballet, acrobacias y gimnasia rítmica. Podría surgir un conjunto completamente nuevo de atletas, porque se adaptarán a un nuevo entorno donde la gravedad y la presión atmosférica son inferiores. El astronauta Alan Shepard fue el primero que jugó al golf en la Luna. Coló un par de hierros en la nave. La NASA estaba horrorizada, pero ahora en el Museo Smithsonian puedes ver una réplica de los palos de golf que usó para demostrar que los deportes interestelares podrían convertirse en una posibilidad real.

Usa la expresión «la cuarta ola científica». Explíquenos qué significa y cómo algún día podría hacer posible la terraformación de Marte.

Hemos tenido tres olas de innovación científica. La primera ola, la revolución industrial, nos dio el motor a vapor, la locomotora y las fábricas. La segunda ola fue la electricidad y el magnetismo, que nos dio la televisión, los coches de combustión interna y el comienzo del programa espacial. La tercera revolución es la alta tecnología: ordenadores, láser, Internet.

Ahora tenemos la cuarta ola de innovación: inteligencia artificial, biotecnología y nanotecnología. Eso va a cambiar la forma en que vemos Marte. Mucha gente dice que Marte es frío y desolado y que no hay lugar donde cultivar. Podemos modificar genéticamente las plantas y las algas para que prosperen en la atmósfera marciana. Pero ¿quién va a hacer todo ese trabajo pesado? A todos nos gustaría ver ciudades futuristas en Marte, pero adaptaremos robots para que trabajen en estos entornos hostiles para finales de este siglo, así que podríamos ver robots obreros construyendo las fantásticas ciudades con cúpula descritas en las novelas de ciencia ficción.

Hace poco, Elon Musk lanzó su Tesla al espacio. Háblenos de la «batalla de los milmillonarios» y de cómo eso está cambiando el futuro.

El espacio era un destino muy caro en los sesenta. Por eso después de ir a la Luna perdimos interés. Ahora hablamos de una nueva edad dorada de la exploración espacial, en parte porque una flota de milmillonarios de Silicon Valley están cumpliendo sus sueños de la infancia, construyendo puertos espaciales por sí mismos. El cohete Falcon Heavy que lanzó SpaceX se financió con el dinero de Elon Musk. Fue el cohete más potente de la historia y los contribuyentes no tuvieron que gastar ni un duro.

Tanto Musk como la NASA están centrados en Marte como su próximo destino. Háblenos de los problemas a los que nos enfrentaremos y qué soluciones podríamos encontrar.

Vamos a tener que ser muy precavidos cuando enviemos a nuestros astronautas a Marte. Ir a la Luna solo nos llevó tres días. Puedes ir a la Luna el lunes y volver el viernes. Ir a Marte es algo completamente diferente. Lleva nueve meses solo llegar a Marte, luego tienes que esperar varios meses a que los planetas se realineen y a continuación otros nueve meses para volver. Así que es un viaje de dos años con problemas como la ingravidez, la radiación cósmica y los micrometeoritos. Marte también está congelado, así que tendremos que calentar la superficie, lo que se conoce como terraformación.

Los primeros colonos que llegaron a Estados Unidos hace casi 400 años tenían fauna a la que cazar, plantas que cultivar y suelo donde sembrar. Pero a Marte tendremos que llevarlo todo nosotros. Por eso el coste es tan importante y por eso queremos que los robots construyan cosas, que los cultivos modificados genéticamente prosperen en ese entorno y que la nanotecnología cree materiales de construcción prefabricados, ligeros y fuertes para crear ciudades bajo cúpulas.

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    Marte - Extraer agua en el planeta rojo

    Para viajar a estrellas distantes se necesitarán nuevas formas de transporte. Háblenos del proyecto Breakthrough Starshot y otras ideas fantásticas que se están promoviendo.

    De nuevo, los milmillonarios de Silicon Valley están poniendo en sus chequeras sumas de 100 millones de dólares para construir la primera astronave que llegue a la estrella vecina, Proxima Centauri. Hollywood nos ha lavado el cerebro para que pensemos que necesitamos una nave espacial gigantesca como el Enterprise, con capitanes heroicos como el capitán Kirk. Pero la primera nave estelar que viaje a Proxima Centauri podría tener el tamaño de un sello: un ordenador lleno de sensores y cámaras, con un paracaídas sobre él. Puedes abrir el paracaídas disparando un rayo láser desde la Tierra, de quizá 800 megavatios de energía, que propulsaría estos diminutos paracaídas hasta un 20 por ciento de la velocidad de la luz. Es factible, lo creas o no. Así que en solo 20 años, algunas podrían llegar a la estrella más próxima, empleando tecnología disponible. Mirando hacia el futuro más lejano, los físicos sueñan con una era post- cohetes químicos en la que podríamos utilizar antimateria, energía de fusión o turborreactores para viajar al 50 por ciento de la velocidad de la luz, lo que nos podría llevar hasta las estrellas.

    Otro problema del viaje al espacio profundo es que llevará cientos de años luz llegar a un destino. Usted sugiere congelar a los astronautas y después descongelarlos cuando lleguen a su destino. Citando a John McEnroe: «You can’t be serious, can you?» («No habla en serio, ¿no?»)

    Las estrellas están muy lejos, pero algún día esperamos usar la física avanzada para ir más rápido que la velocidad de la luz: el desplazamiento por curvatura. Hasta que consigamos desplazarnos por curvatura, tendremos que conformarnos con cohetes que viajan por debajo de la velocidad de la luz y los planetas similares a la Tierra que hemos descubierto están a cientos de años de distancia. Esto significa que debemos desvelar el secreto para extender la esperanza de vida humana o aprender a congelarnos. Algunas empresas ya ofrecen la criogenización de cuerpos para descongelarte cuando existan curas para el cáncer y otras enfermedades. No te lo creas. Yo creo que estas empresas son un fraude. Sin embargo, es una posibilidad que debemos tener en cuenta.

    Hemos descubierto unos 60 genes que parecen influir en la esperanza de vida de los seres humanos y sabemos que ciertos genes permiten a algunos animales vivir durante siglos. El tiburón de Groenlandia, por ejemplo, puede vivir más de 400 años. Así que la genética podría hacer posible la ralentización del proceso de envejecimiento.

    Su solución preferida es algo que denomina teletransporte láser. Explíquenos qué es y cómo el Proyecto Conectoma Humano podría sentar las bases para ello.

    El primer gran proyecto científico fue el Proyecto Manhattan, que nos dio la bomba atómica. El segundo fue el Proyecto Genoma Humano, que nos dio el genoma humano. El tercero podría ser el Proyecto Conectoma Humano. Muchas naciones, entre ellas Estados Unidos, reconocen que el cerebro es la clave para entender la salud mental, la depresión y el suicidio. Todo ello podría desentrañarse si entendemos el conectoma, que es un mapa completo del cerebro.

    Esperamos tenerlo para finales de este siglo. Pero cuando lo tengamos ¿qué haremos con él? Podremos estudiar las enfermedades mentales, pero también podremos ponerlo en un rayo láser y dispararlo al espacio exterior. En un segundo, estarías en la Luna; en 20 minutos, en Marte; en cuestión de años, en la estrella más cercana. Así que el teletransporte láser es quizá la forma más eficiente de explorar la galaxia sin cohetes propulsores ni los peligros de la radiación o de los impactos de asteroides. ¡Puedes teletransportarte!

    Terminemos con la pregunta de un millón de dólares: ¿contactaremos algún día con otra civilización en el espacio exterior? Si lo hacemos, ¿cuándo ocurrirá? Y ¿está de acuerdo con Stephen Hawking, que nos ha advertido sobre los peligros de dicho contacto?

    Sin duda creo que debemos tomarnos en serio su advertencia, porque algún día encontraremos otras formas de vida. Probablemente serán miles de años más avanzadas que nosotros. No van a querer saquear nuestros recursos porque habrá un montón de planetas deshabitados ahí fuera, como Marte, que pueden explotar sin tener que lidiar con nativos inquietos como nosotros. La principal amenaza es que quizá nos interpongamos en su camino. En la novela La guerra de los mundos, los marcianos querían dominar el mundo no solo porque fueran malvados o porque no les gustaran los Homo sapiens. Tenían que eliminarnos para que poder prosperar en la Tierra y terraformarla para que se pareciera a Marte.

    Hasta ahora hemos descubierto 4.000 planetas en la galaxia y sabemos que, de media, cada estrella de la galaxia tiene un planeta de algún tipo. Así que creo que es inevitable acabar encontrándonos con una de estas civilizaciones avanzadas y que cambiará la historia mundial. No será un encuentro del tipo Cortés reuniéndose con Montezuma y destruyendo la civilización azteca en cuestión de meses. Los conquistadores tenían intenciones ocultas. Querían expoliar el oro de los aztecas. No creo que los extraterrestres quieran lo mismo. Y espero que tengamos un consejero que nos enseñe el camino hacia el futuro sin tener que entrar en guerra ni recurrir al salvajismo y al barbarismo.

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