El róver Perseverance de la NASA logra aterrizar en Marte

Tras un descenso angustioso por la delgada atmósfera marciana, el explorador robótico «Percy» puede comenzar su búsqueda de señales de vida extraterrestre pasada.

Por Nadia Drake
Publicado 19 feb 2021, 9:17 CET

El róver Perseverance sacó la primera fotografía de la superficie polvorienta de Marte pocos momentos después de aterrizar el 18 de febrero del 2021.

Fotografía de NASA Tv
Adéntrate en el proceso que ha hecho posible este histórico momento con el documental Perseverance Rover: Objetivo Marte. El viernes 19 a las 16:40h, el sábado a las 00:30h y el domingo a las 9:30h y a las 14:20h, en National Geographic.

El nuevo habitante robótico de Marte ya ha desplegado sus ruedas sobre la superficie. Justo antes de las 22:00 de ayer (hora peninsular española), el róver Perseverance de la NASA, que ha costado miles de millones de dólares, se posó sano y salvo en el planeta rojo tras un viaje de 480 millones de kilómetros y un angustioso descenso hacia la superficie marciana.

«Aterrizaje confirmado. El Perseverance está sano y salvo en la superficie de Marte», dijo Swati Mohan, ingeniera del equipo Perseverance.

El Perseverance, que pesa una tonelada y funciona con energía nuclear, descendió de forma veloz y acrobática por la atmósfera marciana y, si todo ha salido bien, se ha grabado en vídeo por primera vez. El róver calculó sus movimientos de forma autónoma para posarse dentro de una elipse de aterrizaje de 6,4 kilómetros de ancho en el cráter Jezero de Marte, que en el pasado albergó un lago profundo y potencialmente longevo. 

A continuación, el Perseverance confirmó su llegada con una señal enviada a la Tierra a través del Mars Reconnaissance Orbiter y envió sus primeras fotos desde su posición en la superficie, suscitando celebraciones socialmente distanciadas en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) de la NASA en California. En el control de misión del JPL, las mascarillas a juego ahogaron los gritos de emoción, pero el alivio y el júbilo del equipo era evidente.

«Estas misiones son difíciles, hay muchas cosas que tienen que salir bien», afirma Jennifer Trosper, vicedirectora de proyecto del JPL. «No hay garantías. Por eso es emocionante». 

 

La misión del róver es ambiciosa: buscar señales de la vida pasada en el planeta rojo. Será la primera vez que los cinco róveres de la NASA husmeen en busca de restos de marcianos muertos hace ya tiempo, habitantes de un mundo que, durante sus primeros mil millones de años, fue más cálido y húmedo que el planeta polvoriento actual. 

Para ayudar a los científicos a buscar pistas de que Marte podría haber sido un planeta vivo, el Perseverance se llenará los bolsillos de muestras de rocas que enviará a la Tierra para su análisis detallado. La respuesta a la pregunta de si alguna vez ha existido vida en Marte podría estar encerrada en esos souvenirs interplanetarios. O, si los científicos son afortunados, el róver podría hallar respuestas cuando estudie el terreno antaño acuoso de Jezero con una serie de instrumentos.

«Nuestro viaje ha pasado de seguir el agua a comprobar si este planeta fue habitable y hallar sustancias químicas complejas», dijo el administrador adjunto de la NASA Thomas Zurbuchen durante una llamada con periodistas a principios de esta semana. «Y ahora estamos en el comienzo de una fase completamente nueva».

Ahora que el róver está sano y salvo en Marte, los equipos de la misión están iniciando las primeras fases de operaciones en superficie. 

Más de 480 millones de kilómetros hasta otro mundo

El Perseverance zarpó hacia Marte el 30 de julio del 2020. Durante siete meses, surcó el espacio dentro de su nave, como un bicho dentro de su coraza protectora. Las seis ruedas del róver no estaban desplegadas, el mástil y el brazo robótico estaban doblados y un pequeño helicóptero llamado Ingenuity estaba introducido bajo su vientre. Los equipos del JPL despertaron al róver periódicamente durante el vuelo para probar los sistemas a bordo y grabar un breve fragmento de audio con sus micrófonos a bordo.

«Creo que fui la primera persona que recibió los archivos de audio cuando encendimos el micrófono durante la fase de crucero», afirma Adam Nelessen, del JPL. «Y escuchar una especie de zumbido mecánico, experimentar [el vuelo espacial] en ese sentido, es muy visceral y emocionante».

Pero el 18 de febrero empezó la parte más crucial del viaje del róver: una secuencia de eventos de vida o muerte conocidos como entrada, descenso y aterrizaje, o EDL por sus siglas en inglés.

«No hay crédito parcial en [la secuencia de] EDL», afirma Gregory Villar, miembro del equipo. «Hay miles de aspectos, grandes y pequeños, que pueden salir mal».

Durante el final de la fase de crucero, el Perseverance se acercaba hacia Marte a la friolera de 19 500 kilómetros por hora, demasiado rápido para aterrizar a salvo. Cuando llegó a la atmósfera marciana, la resistencia ralentizó el descenso de la nave a menos de 1600 kilómetros por hora y, a continuación, un paracaídas lo ralentizó a unos 320 kilómetros por hora.

Pero el aire del planeta es demasiado fino para que un paracaídas deposite por sí solo una máquina tan pesada sana y salva, así que inició una secuencia de maniobras coreografiadas minuciosamente para ralentizar el descenso todavía más. Tras desplegar el paracaídas, separarse del escudo térmico y determinar un lugar seguro para aterrizar, el Perseverance completó el último tramo con la ayuda de un dispositivo llamado grúa aérea.

La grúa aérea, que básicamente es una jetpack (o «mochila propulsora») propulsada por cohetes, se había utilizado antes para llevar al róver Curiosity al cráter Gale de Marte en el 2012. Los aterrizajes previos se habían realizado solamente con paracaídas y retrocohetes, que son como una crisálida con 24 airbags. Pero estos métodos no funcionan con un robot tan pesado como el Perseverance. 

«Algunas de las mejores ideas parecen una locura al principio, ¿no?», dice Nelessen. «La gente cree que es una locura cuando te sales de la norma, pero tienes que hacerlo para llevarlo al siguiente nivel».

Tras separarse del paracaídas, los retrocohetes de la grúa aérea ralentizaron el descenso del róver a unos 27 kilómetros por hora. A unos 21 metros de la superficie, bajó con cuidado el Perseverance hasta el suelo empleando tres cables de nailon. Cuando se cortaron las ataduras, la grúa aérea salió volando y se estrelló lo bastante lejos para no complicar las operaciones en superficie del róver. 

El proceso de aterrizaje del Curiosity solo se puede mostrar con animaciones de la NASA. Pero esta vez la agencia espacial decidió grabarlo en vídeo. Si todo ha ido según lo planeado, seis cámaras deberían haber capturado las complejas acrobacias de EDL, tres apuntando hacia el paracaídas y el resto observando el róver y la grúa aérea. Los ingenieros también fijaron un micrófono al róver y, durante las próximas semanas, a medida que se descarguen y se procesen los datos, la NASA publicará las imágenes y sonidos de un róver descendiendo hacia la superficie marciana.

«No puedo transmitir lo emocionante que creo que será tener el vídeo y el sonido, sentir que estas ahí, viajando con él», afirma Nelessen, que forma parte del equipo del JPL responsable de las imágenes.

Orientación en Marte

Ahora que se encuentra en el cráter Jezero, comenzará el verdadero trabajo del róver. Durante su misión primaria, el Perseverance interpretará la historia geológica de Jezero y buscará pistas de habitantes alienígenas pasados. También seleccionará y almacenará muestras de rocas que un futuro róver recogerá y transportará a la Tierra en algún momento de la próxima década. 

Tras una competición intensa entre lugares de aterrizaje, se seleccionó Jezero de entre cuatro candidatos finales debido a las evidencias de que albergó agua en el pasado y porque un enorme delta fluvial cerca del borde occidental del cráter alberga abundantes sedimentos que podrían preservar material biológico. 

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Desde su composición rocosa a su potencial para albergar vida, Marte ha intrigado a la humanidad durante miles de años. Aprende cómo el planeta rojo se formó a partir de gas y polvo y qué implican sus casquetes polares para la vida tal y como la conocemos.

Pero Jezero, con sus rocas, barrancos y trampas de arena potencialmente problemáticas, no era el lugar más seguro al que enviar un róver y el Perseverance no habría sido capaz de llegar sin algunas mejoras en las tecnologías de aterrizaje anteriores.

«Básicamente, les dijimos a los científicos que podían ir a donde quisieran», afirma Villar. «Y eso nunca ha sido así en el pasado».  

Por ejemplo, el software automatizado ayudó al róver a guiarse hasta una zona de aterrizaje sin peligros durante el descenso. Con todo, incluso con esa precisión añadida, el equipo no podía estar seguro de dónde posaría las ruedas el Perseverance. A lo largo de las próximas 24 horas, con los datos de las sondas en la órbita marciana y los del propio róver, se determinará el lugar de aterrizaje exacto y la orientación del róver, esenciales para planificar sus primeros viajes en la superficie y para comunicarse con la Tierra.

«A lo largo de la historia de la exploración marciana, los científicos han tenido que hallar soluciones intermedias para el lugar de aterrizaje y para las preguntas que pueden responder según la tecnología de aterrizaje que tenemos», afirma Robin Fergason, del Servicio Geológico de Estados Unidos, cuyo equipo ayudó al Perseverance a orientarse hasta Jezero. «Por primera vez, podemos tener más obstáculos que nunca en nuestra elipse de aterrizaje. Somos capaces de ir a lugares mucho más interesantes y emocionantes científicamente».

Extendiendo las ruedas

Durante los primeros días del róver en Jezero, los equipos se dedicarán a comprobar los sistemas a bordo y en asegurarse de que todo funciona adecuadamente.

«El primer día no hacemos gran cosa, porque aterrizamos por la tarde y la Tierra ya se ha puesto», dice Trosper, refiriéndose al hecho de que nuestro mundo se habrá hundido bajo el horizonte marciano desde la perspectiva del róver. Eso quiere decir que cualquier comunicación con el róver dependerá de las sondas en órbita, que lo sobrevolarán cada pocas horas. El software a bordo empezará a pasar al modo de operaciones en superficie y el equipo desplegará algunos de los apéndices del róver que han estado guardados durante el vuelo y el descenso.

El Perseverance sacará algunas fotos desde la superficie y debería enviarlas a la Tierra a través de uno de los orbitadores. Y después el róver se irá a dormir para recargar baterías, despertándose solo si hay un orbitador cerca.

A lo largo de los próximos días marcianos, el Perseverance desplegará su antena de alta ganancia e intentará encontrar la Tierra al mismo tiempo que se asegura de que sus baterías estén cargadas y el instrumental a bordo no se enfríe. Cuando el equipo esté seguro de que el róver se encuentra en terreno estable, desplegará su mástil de teledetección, donde hay múltiples cámaras, y tomará varias panorámicas de 360 grados. El róver seguirá cambiando poco a poco de su software de aterrizaje al software de superficie, un proceso que, según Trosper, llevará casi una semana. 

«Es una danza, muchos pasos, y es en Marte, y si sale mal... es complicado», afirma Trosper. «Este es mi quinto róver y he formado parte de cada anomalía que hemos tenido, y la verdad es que nunca quieres verte en estas situaciones».

Cuando se hayan completado las comprobaciones de software, una o dos semanas después del comienzo de la misión, el róver moverá su brazo robótico y dará una pequeña vuelta. Seguirá probando el instrumental a bordo y es probable que en pocos meses el helicóptero Ingenuity intente el primer vuelo propulsado en otro planeta.

A continuación, comenzará la verdadera misión cuando el róver de seis ruedas se disponga a responder una de las preguntas más profundas de la humanidad: ¿estamos solos? Durante más de un siglo, hemos pensado que la respuesta podría encontrarse en Marte, un planeta que nos ha seducido perpetuamente con varias promesas de vida, ya sea inteligente o unicelular.

Los paisajes áridos que vemos hoy están deshabitados con toda probabilidad, pero hace miles de millones de años, el agua circulaba sobre la superficie marciana. La vida, de haber arraigado, habría tenido la oportunidad de sobrevivir. Y ahora, al fin, tras soñar con hallar vida entre las estrellas e imaginar cómo podría ser en Marte, podríamos descubrir si han residido alienígenas en el planeta rojo.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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