Aterrizaje del Curiosity en Marte: “Todo salió a la perfección”

"Siete minutos de terror" que dejaron paso a un funcionamiento perfecto, primeras fotografías.

Por Richard A. Lovett
El rover Curiosity de la NASA desciende con el paracaídas desplegado, en una fotografía tomada por la nave en órbita Mars Reconnaissance
Cortesía de U. Arizona, NASA

6 de agosto de 2012

Después de tanta expectación y tantos nervios, los “siete minutos de terror” de la NASA transcurrieron con una precisión mecánica. A la 1.31 a.m., tal como estaba previsto, el vehículo Curiosity ejecutó sin un solo fallo su complicadísima secuencia de aterrizaje, y no tardó en empezar a enviar fotografías. El rover, toda una mole, tuvo que realizar por varias reconfiguraciones, cada una de ellas potencialmente letal, para pasar del estado de cápsula hipersónica espacial al de rover sobre ruedas. Sin embargo, el aterrizaje fue fantástico. “Por lo que podemos decir en este momento, parece un aterrizaje de libro”, declaró el ingeniero de sistemas mecánicos Tommaso Rivellini, que ayudó a diseñar el sistema de aterrizaje en Marte desde el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA de California, donde la noticia del aterrizaje se recibió con gritos, lágrimas de alegría y apretones de manos.

Las primeras fotografías del rover marciano

Por si fuera poco, en solo dos o tres minutos en rover había enviado dos pequeñas fotografías en blanco y negro. Una de ellas mostraba una rueda ya sobre Marte, y la otra la sombra del Curiosity, alargada por la luz a baja altura del sol en Marte. Hasta ese momento no había ninguna garantía de que el rover fuese capaz de tomar las imágenes lo suficientemente rápido como para enviarlas a la Tierra a través de la sonda Odissey, que orbita el planeta rojo. Se calculaba que la sonda estaría al alcance del Curiosity ―oficialmente Mars Science Laboratory― durante unos pocos minutos durante el aterrizaje. De hecho, el Oddisey desapareció del alcance del Curiosity unos instantes después de enviar las fotografías. De no haberse recibido tan rápido, las imágenes habrían tenido que esperar al siguiente paso de la sonda, dos horas después.

“No pensé que fuese a salir”, explica Kenneth Barton, un diseñador industrial de 47 años que estaba entre los cientos de personas que vieron la retransmisión de la NASA en el Museo de Ciencias e Industria de Oregón (Portland). “Tengo muchísima confianza en la NASA, [pero] es una maniobra tan complicada, y hay tantas cosas que no se pueden probar, que tienen que salir bien a la primera. Me parece increíble, habilidad y suerte y todo a la vez. Y además ver las fotos al instante... no podría haber salido mejor”.

"Estamos ansiosos por poner el rover a trabajar"

La alegría de Barton era compartida por todo el público de Portland y por los ingenieros de la NASA que estaban en el centro de control del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL). Mientras el rover se acercaba a Marte, el ambiente en el centro de control era como el de una montaña rusa a punto de alcanzar la cumbre previa a la caída: sonrisas, tensión, expectativas e incertidumbre.

Entonces empezaron a llegar los datos del aterrizaje, con un doloroso retraso de catorce minutos, que es el tiempo que tarda la luz en llegar de Marte a la Tierra. “Paracaídas desplegado... estamos en vuelo propulsado... arranca la grúa aérea...” Con cada noticia la tensión se relajaba, hasta que llegó el ansiado “aterrizaje confirmado: ¡estamos a salvo en Marte!”.

Tanto en el JPL como en el museo de Portland, la tensión dejó paso a aplausos, vítores y, sobre todo entre los ingenieros del JPL, abrazos y apretones de manos. “En ese punto ya estábamos encantados”, explica Rivellini. “Creo que dábamos saltos de alegría”.

Para David D. Levine, escritor de ciencia ficción que estaba entre el público de Portland, “es la noticia positiva más grande que sale de la NASA en muchos años”.

Jay Lake, amigo de Levine y también escritor, comparte su emoción: “La Tierra es nuestro hogar y nuestra cuna, pero el universo es nuestro futuro. Algún día mi hija o su hija caminará por Marte, y considerará al Curiosity como parte de la historia”.

El objetivo de la misión de buscar vida en Marte “es inmenso”, añade Kristin Powers, que con 31 años acaba de licenciarse en filosofía por la Universidad Estatal de Portland. “Satisface nuestro impulso de buscar respuestas a las preguntas sobre nuestro origen”. Sin duda, los científicos del equipo que trabajó en el rover estarían de acuerdo. “Estamos deseando poner a trabajar el rover, y empezar la parte científica de la misión”, concluye Rivellini.

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