El Sol se mueve más despacio de lo que se creía

El Sol tarda 250 millones de años en dar una vuelta a la galaxia, así que, desde su nacimiento, habrá hecho este recorrido unas 20 veces.

Por Redacción National Geographic
Ciclo solar Mínimo Solar

El generador de imágenes ultravioleta solar a bordo del GOES-East capturó esta imagen del Sol en un período de mínimo solar el 15 de diciembre de 2019. 

Fotografía de Noaa

Aunque es la razón principal de la vida en la Tierra, el Sol aún oculta grandes misterios que nuestra ciencia no ha logrado comprender. El Sol es una de las aproximadamente 200 000 millones de estrellas que forman nuestra galaxia, la Vía Láctea, y tarda 250 millones de años en dar una vuelta a la galaxia, así que, desde su nacimiento, habrá hecho este recorrido unas 20 veces, según datos del Instituto de Astrofísica de Canarias.

Como el resto de las estrellas de la galaxia, el Sol describe una órbita circular alrededor del centro. Sin embargo, tiene diferentes velocidades según si se tiene en cuenta su movimiento respecto a su entorno o al centro de la Vía Láctea.

La investigación sobre el gran astro continúa teniendo mucho camino por delante. Prueba de ello es que, recientemente, un grupo de investigadores del Centro de Ciencias Espaciales de la NYU Abu Dhabi (NYUAD) ha descubierto un nuevo conjunto de ondas en el Sol que parecen viajar mucho más rápido de lo que predice la teoría.

Publicado en la revista Nature Astronomy, los investigadores, dirigidos por el investigador asociado Chris S. Hanson, detallan cómo las ondas retrógradas de alta frecuencia (HFR) se mueven a una velocidad tres veces superior a la establecida por la teoría actual.

Sobre la velocidad del propio astro, un estudio de la NASA descubrió que el Sol se mueve por la Vía Láctea más despacio de lo que se creía, según el trabajo publicado en la revista Science en 2012. El Explorador de la Frontera Interestelar (IBEX, por sus siglas en inglés) midió la velocidad de las partículas interestelares que entran en los límites de nuestro sistema solar, a 14,5 mil millones de kilómetros del Sol.

Al utilizar los datos en las simulaciones por ordenador, el equipo del IBEX calculó que el Sol se mueve a aproximadamente 83 700 kilómetros por hora, es decir, unos 11 000 kilómetros por hora más despacio de lo que se pensaba anteriormente.

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El descubrimiento sugiere que no se da el arco de choque en la frontera que separa nuestro Sistema Solar del resto de la galaxia. El arco de choque es un componente estructural que se cree que controla el flujo de radiación cósmica.

El Sol envía de forma constante partículas cargadas en todas direcciones, creando una burbuja llamada heliosfera.

El hallazgo de IBEX sugirió que el Sol se mueve tan lento que el material que fluye alrededor de la heliosfera es un 25 por ciento menor de lo esperado, por lo que creen que no es suficiente para crear un arco de choque.

Hasta el momento «todas las teorías y simulaciones lo incluían », afirma el director del estudio David McComas del Southwest Research Institute en San Antonio, Texas.

«Después de haberlo dado por hecho durante casi tres décadas, ha sido una sorpresa descubrir que no hay».

La clave está en la radiación cósmica

Según McComas, la ausencia de arco de choque es importante, porque puede indicar que la heliosfera es en realidad más resistente de lo que se pensaba.

Al haber menos presión proveniente de material exterior, la región fronteriza no se comprime ni por tanto se debilita tanto como se esperaba, lo que significa que debería repeler mejor los rayos cósmicos; y comprender de qué forma la heliosfera actúa como «escudo» frente a la radiación cósmica podría ayudar a los científicos a evaluar las posibilidades de que haya vida en otros mundos.

Según McComas, algunos científicos creen que los rayos cósmicos que consiguen atravesar la heliosfera pueden afectar al clima de la Tierra, porque las partículas con altos niveles de energía pueden ionizar materia en la atmósfera, provocando la formación de nubes y de relámpagos.

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    Fotografía de Stsci, Aura, NASA

    Otros expertos creen incluso que las partículas podrían estar relacionadas con picos de evolución o extinción de la historia de nuestro planeta, pues la radiación puede afectar a los patrones de ADN.

    «La explicación sobre cómo la radiación cósmica afecta a la vida en la Tierra es controvertida», señala Seth Redfield, astrónomo de la Wesleyan University, en Connecticut (Estados Unidos), que no participó en el estudio.

    En cualquier caso, señala que «es evidente que habrá situaciones o momentos en los que el flujo de rayos cósmicos será considerable y tendrá una gran influencia sobre la evolución de la atmósfera o incluso sobre los procesos biológicos de su superficie».

    «En tal caso, los astrónomos que estudian la posibilidad de que haya vida en otros planetas tienen que tener en cuenta, no sólo la presencia de agua en estado líquido, sino también la fuerza de las burbujas protectoras de otras estrellas», señala McComas.

    «No hay duda de que las preguntas relacionadas con la resistencia ante la radiación cósmica guardan relación con la vida tal y como la conocemos».

    Artículo publicado el 5 de junio de 2013 y actualizado el 21 de abril de 2022.

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