Nueve ideas para que los niños se interesen por la historia familiar

En lugar de datos y fechas, cuéntales historias.

Por Maryellen Kennedy Duckett
Publicado 12 jun 2020, 14:08 CEST
Fotografía de StockPlanets / Getty Images

Algunos de los recuerdos favoritos de la infancia de Rachel Tinker los creó en las tumbas familiares. Los recuerdos que tienen sus padres de parientes a los que ella no llegó a conocer y las historias que le contaron sus abuelos la ayudaron a saber de dónde viene.

Aparentemente, sus hijos quieren lo mismo. «Abuelo, cuéntame una historia», suele pedir su hijo Allen, de 11 años, cuando está con el padre de Tinker. A través de los relatos sobre sus aventuras de la infancia y las historias más duras sobre los tiempos de escasez, Allen está descubriendo a su familia y su propia identidad.

«Esto demuestra a los niños que procedemos de supervivientes», afirma Tinker. «Van a conseguirlo independientemente de los obstáculos que les ponga la vida».

Compartir una historia familiar mediante cuentos es muy beneficioso para los niños y las familias, afirma Bruce Feiler, que recopiló cientos de historias para su nuevo libro Life Is In The Transitions. Por ejemplo, da a los niños la sensación de que forman parte de una gran narrativa familiar.

«Al compartir historias familiares con los niños, ellos saben que la gente que los rodean, la gente a la que quieren, la gente a la que consideran héroes, también se han enfrentado a obstáculos y los han superado», explica. «No son solo los personajes de los libros y las películas. También la gente que está en sus vidas».

Las ventajas

En su libro The Secrets of Happy Families, Feiler cita una investigación de la Universidad Emory que demuestra que los niños que conocen más su historia familiar tienen más autoestima y seguridad, menos problemas de comportamiento y niveles inferiores de ansiedad. Eso podría deberse a que las historias familiares les aportan una mayor sensación de conexión y pertenencia, que fomenta su bienestar, según la experta en desarrollo infantil Elaine Reese, que dirige el Story Lab de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda.

Las historias familiares demuestran a los niños que no están solos y lo que podría ocurrirles más adelante en la vida. «Cuando estos niños se topan con dificultades, parecen estar mejor preparados para superar la adversidad», señala Reese, que ha investigado las historias familiares durante más de 30 años como profesora de ecología del desarrollo en los Estados Unidos y Nueva Zelanda. «A partir de su banco de historias familiares, es posible que puedan basarse en una experiencia familiar que le ocurrió a alguien que conocen y a quien quieren».

Despertar el interés de los niños en las historias familiares es más fácil de lo que crees. Los niños —sobre todo entre los 5 y los 12 años— están predispuestos a escuchar las historias que les cuentan sus padres. Las historias familiares reales no son diferentes. «Cuando escuchan alguna, suelen pedir más o pedir que le repitas sus favoritas», afirma Reese.

Las comidas, los paseos a pie o en coche o las ocasiones especiales como las fiestas o los cumpleaños son ocasiones idóneas para compartir este tipo de historias. «En su cumpleaños, a los niños les encanta escuchar las historias sobre cómo nacieron. Aunque casi todos prefieren que te saltes la parte sangrienta», dice Reese, que escribió Tell Me a Story: Sharing Stories to Enrich Your Child’s World.

Cómo empezar la historia

Si no tienes mucha historia familiar, empieza a crear una. Prueba estas ideas que proponen los expertos:

Entrevista a tus mayores: Insta a los niños a preguntar a los abuelos, padres, tíos, tías y otros parientes sobre temas apropiados para niños, como sus juguetes favoritos de la infancia, la casa donde vivieron cuando eran niños, cómo conocieron a su pareja y el acontecimiento más importante de su infancia, recomienda Feiler. Si es posible, graba las entrevistas para crear recuerdos en vídeo o pide respuestas escritas para conservar las historias en un libro de recortes.

Juega a «¿a quién le pasó esto?»: Reese sugiere escribir una pista sobre una historia familiar en un lado de una tarjeta. (Por ejemplo: El mote de esta persona en el instituto era «Bala» porque era capaz de chutar el balón con mucha fuerza.) Escribe la respuesta en el lado opuesto. Por turnos, leed y adivinad y seguid añadiendo tarjetas conforme pasen los años.

Cultiva un árbol familiar: Utiliza herramientas como la National Geographic Kids Guide to Genealogy para crear un árbol familiar y enseñarles a los niños los vínculos con sus parientes. Después resalta todos los datos y las cifras con historias graciosas o de aventura sobre esos parientes para que los niños conecten mejor.

«La ciencia de la memoria humana nos dice que los datos y las cifras (como que la bisabuela Adele nació en 1887 en Key West) no se recuerdan tan bien como una historia sobre un evento real de la vida de una persona, como la vez que pillaron al poni de la bisabuela comiendo terrones de azúcar en la despensa», dice Reese como ejemplo.

Organiza una caza del tesoro con reliquias familiares: Cuando los niños eligen un tesoro familiar que está en un estante, la pared o el trastero, un adulto les explica la historia de su origen, señala Feiler. (Para que los recuerdos estén a salvo, establece normas como «señalar, pero no tocar», antes de empezar la caza del tesoro.)

Construid historias familiares juntos: «A la hora de cenar, empezad una historia sobre las últimas vacaciones en familia», propone Reese. «Cada persona tiene que repetir lo que contó la anterior, y después añadir un fragmento más». Es probable que haya que ayudar a los niños con los recuerdos o a crear un final positivo.

Comparte historias relevantes de tu infancia: Por ejemplo, si tu hijo no ha entrado en el primer equipo de fútbol, cuéntale lo decepcionado que te sentiste cuando tú no entraste en el equipo A de baloncesto, pero al final hiciste amigos en el equipo B. «Que las historias sean breves y dramáticas, evita los sermones», apunta Reese.

Celebra una «noche de autobiografía»: Feiler sugiere convertir algunas cenas familiares en sesiones narrativas en las que todos cuentan una historia personal. Para que no haya presión, antes de la cena cada uno puede preparar un cuento de tres minutos.

Cuenta historias culinarias: Cuando estés cocinando con la ayuda de los niños, comparte historias como cuál era tu comida favorita de pequeño, quién te enseñó a cocinar o los olores que recuerdas en la cocina de tus abuelos.

Ve de visita virtual: Utiliza Google Street View para enseñarles puntos de interés para tu familia, como las casas de la infancia de tus padres, tu colegio o la iglesia donde se casaron tus bisabuelos.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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