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Página del fotógrafo
Lauren Owens Lambert
Un miembro del equipo de Running Tide Kelp Field Operation a la caza de tejido de kelp souris. En septiembre y octubre comienzan a formarse nuevas algas.
El técnico Danny Chea comprueba los niveles de PH y la temperatura de las algas en el criadero de macroalgas de Running Tide.
Las algas rojas llenan los tanques del criadero de macroalgas Running Tide en Brunswick, Maine.
Von Tscharner Welcome se sumerge para tomar una muestra de algas.
Alga Bladerwrak encontrada en Reversing Falls
Severine von Tscharner Welcome busca algas en Reversing Falls, en la bahía de Cobscook, Maine.
Miembros del equipo de Running Tide buscan y recogen tejido de souris de alga kelp y diversas muestras de algas frente a la isla Jewell, en la bahía de Casco, Maine. Los souris son el tejido reproductor de las hojas de alga y se utilizan para propagar algas en el criadero.
Natalie Colao, técnica del criadero de macroalgas Running Tide, en Brunswick, Maine, pesa y fotografía semanalmente trozos individuales de algas.
Las variedades púrpuras, doradas y verdes de diversas especies de algas marinas del Golfo de Maine brillan en una mesa de luz, como el alga azucarera, la lechuga de mar, el dulse, el fucus y el musgo irlandés. Las algas se anuncian como una solución polifacética al cambio climático, capaz de retener carbono durante cientos de años, proporcionar alimentos nutritivos a la población mundial, aportar biomasa a nuevos tipos de combustibles y reducir los gases de efecto invernadero al proporcionar a las vacas una dieta sin eructos ni metano. Pero muchos científicos advierten que no hay que lanzarse a la producción masiva de algas que se requiere sin haber respondido antes a las preguntas críticas pendientes.