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Página del fotógrafo
Maika Elan
Las montañas, las tormentas y la corriente en chorro influyen en las turbulencias de los aviones. Aunque suelen ser más angustiosas que peligrosas, algunos pasajeros sufren lesiones cada año a causa de las turbulencias.
Riki Cook, de 30 años, tiene un padre americano y una madre japonesa. La residencia principal de su familia está en Hawái, pero él vive solo en Japón. «Riki siempre intenta ser excepcional, pero tiene miedo de cometer errores», escribe Elan.
Chujo, de 24 años, lleva dos años siendo hikikomori. Sueña con convertirse en un cantante de ópera, pero como es el hijo mayor, su familia quiere que participe en el negocio familiar. Trabajó en una oficina durante un año, pero era tan estresante que sufría dolor de estómago. También comparaba su situación con la de su hermano pequeño, que podía hacer todo lo que quería. Enfadado, se portaba mal, provocando más reprimendas por parte de su familia lo que, a su vez, intensificaba su sentimiento de vergüenza. Se encerró en su habitación durante un año hasta que sus padres le obligaron a unirse a un programa de apoyo.
Cada sábado, la ONG New Start celebra una comida donde los hikikomori pueden socializar con el personal y sus hijos, y también entre ellos. También acuden muchos ex-hikikomori para poder ayudar a otras personas.
Cuando Elan fotografió a Ikuo Nakamura, de 34 años, ya llevaba siete años en su habitación.
La habitación de Shoku Uibori, de 43 años, que lleva siete años como hikikomori. «Era un empresario y tenía su propia empresa, pero quebró. Se encierra todo el día en su habitación para leer y a veces sale por la noche para comprar comida y otros productos básicos en el supermercado», escribe Elan.
La «hermana de alquiler» Ayako Oguri escribe a Masahiro Koyama, de 40 años, que lleva 10 años en su habitación. Esta es la tercera visita de Ayako a su casa. Como se niega a hablar, le escribe cartas y las deja frente a su habitación.
La «hermana de alquiler» Ayako Oguri habla con Ikuo Nakamura, de 34 años, en agosto de 2016. En aquel momento, Nakamura llevaba siete años en su habitación y Oguri llevaba visitándolo varios meses. En un giro reciente de los acontecimientos, Elan se enteró de que ambos se habían enamorado y se habían casado. Ahora Nakamura quiere ser un «hermano de alquiler» y ayudar a otros hikikomori a salir de su aislamiento.
Fuminori Akora, de 29 años, lleva un año en esta habitación. «Él dice que es un gran hombre y que puede hacer cosas extraordinarias, pero no siempre hace todo lo que puede», explica la fotógrafa Maika Elan, que lo visitó con una trabajadora social. «Cambia de aficiones y objetivos con frecuencia y dice que poco a poco se ha ido perdiendo».