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Página del fotógrafo
Sirachai Arunrugstichai
Incluso durante una pandemia, las prácticas religiosas continúan. Una mujer da comida a los monjes budistas, ya que no se les permite comprar comida. Los monjes elaboraron sus propias pantallas faciales siguiendo un diseño de un vídeo de internet.
Un hombre camina por el vestíbulo vacío de Central Pinklao, un centro comercial de Bangkok que cerró durante el confinamiento por el coronavirus. Se permitió que permanecieran abiertos los supermercados y las secciones de alimentación de algunos comercios.
Aunque el país ha reabierto, todavía se recomienda encarecidamente e incluso se publicita el uso de mascarillas. Aquí vemos un anuncio que fomenta el uso de mascarilla en la fachada de unos grandes almacenes cerrados mientras la gente trata de mantener el distanciamiento social en una parada de autobús en Bangkok.
Las personas sin hogar hacen fila para recibir paquetes de alimentos donados por otros ciudadanos tailandeses. En Bangkok, la indigencia aumentó durante el confinamiento, ya que mucha gente perdió su trabajo.
Un agente de policía con mascarilla lleva una bolsa de comida mientras pasa frente a la puerta de Mani Nopparat, parte del complejo del Gran Palacio de Bangkok. Normalmente, la ciudad tiene algunos de los peores atascos del mundo, pero las carreteras se vaciaron cuando se instó a los residentes a quedarse en casa y se instauró un toque de queda a principios de abril.
Cuando se levantaron las restricciones, la gente empezó a comer fuera de nuevo. Un restaurante en la Chinatown de Bangkok colocó barreras de plástico en las mesas de la terraza para intentar separar a los comensales.
Un trabajador sanitario de una unidad móvil de test de COVID toma una muestra de una persona que podría haberse infectado de coronavirus. El equipo trabaja en una ambulancia modificada, que lleva test a personas que podrían haberse contagiado para que no tengan que viajar y exponer a otras personas.
Una trabajadora de mantenimiento camina por una rampa en el Aeropuerto Suvarnabhumi de Bangkok, uno de los aeropuertos más grandes del Sudeste Asiático. Con las restricciones de los vuelos internacionales y domésticos, este centro regional, antes frenético, se ha quedado vacío.
Tailandia reaccionó con rapidez a la pandemia de coronavirus y logró controlar la propagación de la enfermedad. Ahora, el país está reabriéndose y las multitudes con mascarilla abarrotan el mercado de Chatuchak de Bangkok, uno de los más grandes del Sudeste Asiático.
Las bailarinas tradicionales tailandesas del santuario de Erawan, en el centro de Bangkok, hacen una danza ceremonial a petición de un fiel que reza a Phra Phrom, el nombre del dios hindú Brahma en Tailandia.