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Página del fotógrafo
Thomas Vanden Driessche
En Tiraspol, unos guardias militares del presidente (Vadim Krasnoselsky, elegido el año pasado) descansan al final de la celebración del Día de la Victoria.
La «casa de la cultura» es una reliquia de la época soviética que perdura en las aldeas de Transnistria. Esta, en Cionurciu, ha sido limpiada para prepararla para un baile que conmemora el final de la Segunda Guerra Mundial.
En la carretera que une Tiraspol con la ciudad industrial de Ribnita, un monumento conmemora la Segunda Guerra Mundial.
Unos hombres pescan en el río Diniéster a unos cientos de metros de una central eléctrica en Dubassari.
En un teatro de Tiraspol, los actores interpretan una obra patriótica que rinde tributo a los soldados soviéticos fallecidos durante la Segunda Guerra Mundial.
En un centro ecuestre a las afueras de Tiraspol, el hijo del dueño se prepara para una competición de salto.
En Tiraspol, Transnistria, una estatua de Vladímir Lenin se levanta frente al edificio del parlamento, también conocido como Soviet Supremo.
Transnistria no está reconocido por ningún país del mundo, así que un pasaporte transnistrio no es válido. Pero como se permite la doble nacionalidad, la mayoría de personas tienen derecho a tener un pasaporte moldavo, ruso o ucraniano. Algunas tienen documentos adicionales por si «el viento sopla hacia el este o hacia el oeste», afirma Vanden Driessche.
Mientras los transnistrios celebran el Día de la Victoria con un desfile militar —que cuenta con un tanque de la época soviétiac— las banderas rusas se alinean en las calles de Tiraspol.
Nadesha Bondarenco —editora jefe de Bravo, el periódico del Partido Comunista Transnistrio— entre banderas y un busto de Lenin. El PC tiene solo un escaño en el parlamento. Según Bondarenco, aunque Transnistria es una sociedad capitalista, todavía abundan los símbolos comunistas.