29 de agosto de 2014
Francisco Fernando, archiduque de Austria, y heredero al trono austrohúngaro fue asesinado en Sarajevo en 1914. Su muerte precipitó el comienzo de un conflicto bélico entre Austria y Serbia, que desencadenaría la Primera Guerra Mundial.
Aunque inicialmente no figuraba en la línea sucesoria, el suicidio del Príncipe Heredero cambió radicalmente la situación al subir al trono su progenitor.
Conoció a su futura mujer, la archiduquesa Sofía Chotek, en un baile en Praga. Al no pertenecer Sofía a una dinastía reinante, no podían contraer matrimonio, por lo que mantuvieron una relación secreta durante dos años.
Cuando se hizo pública, Francisco Fernando se negó a contraer matrimonio con otra persona. Tuvieron que mediar el Papa León XIII o el Zar Nicolás II para que el emperador diese finalmente su consentimiento al enlace.
En 1899 Francisco Fernando y Sofía contraen nupcias con una única condición: se trata de un matrimonio morganático, es decir, sus descendientes nunca tendrían derechos sucesorios al trono.
Ni el emperador Francisco José ni sus hermanos acudieron al enlace. Sofía recibió el título de Su Serena Alteza, lo que suponía que en todas las ceremonias oficiales tenía que situarse un paso por detrás de la Familia Real.
En el terreno político Francisco Fernando se mostró partidario de la reforma del Estado para convertirlo en una especie de sistema federal. Consideraba que el Imperio estaba en peligro si se embarcaba en cualquier conflicto bélico. De ahí que apostó por la neutralidad del Imperio Austro-Húngaro en las guerras de los Balcanes de 1912-1913.
El 28 de Junio de 1914, en una visita a Sarajevo, Francisco Fernando y Sofía son asesinados a manos de extremistas serbios pertenecientes al grupo radical Mano Negra. Este acontecimiento es uno de los desencadenantes de la Primera Guerra Mundial.
Una de las costumbres sociales de la época era llevar la vestimenta de gala cosida para que no se moviese con el viento. Esto impidió socorrer al archiduque a tiempo, tapándole la herida de bala o deteniendo el flujo de sangre con un simple pañuelo, lo que llevó a su muerte.
Los responsables del asesinato son detenidos y condenados. El ejecutor – al ser menor de edad – fallece en la cárcel 9 años después, al no ser condenado a muerte.