La Alemania nazi y los Nobel y otros datos curiosos de la historia de los premios

Descubre los datos más curiosos del pasado de los prestigiosos Premios Nobel.

Por Michelle Z. Donahue
Publicado 9 nov 2017, 4:29 CET
La historia de los Premios Nobel.

La mera mención del Premio Nobel evoca imágenes de científicos inspirados, ejemplos de paz y escritores pensativos. Aunque los premios son muy respetados, durante sus 116 años se han tejido toda una serie de leyendas, en parte debido al secretismo dentro del proceso de selección.

Los premios, cuya intención es reconocer la labor de científicos, artistas y diplomáticos que trabajan para mejorar la vida de toda la humanidad, se fundaron en 1895 como legado del inventor y empresario sueco Alfred Nobel. Aunque Nobel se llevó a la tumba la explicación de cada categoría, en vida mostró un gran interés en la física, la química, la medicina y la literatura; cuatro de las cinco disciplinas originarias.

Premiados e invitados participarán en una cena de celebración en el ayuntamiento de Estocolmo tras la ceremonia anual de los Premios Nobel.
Fotografía de Jonathan Nackstrand, AFP, Getty

Se cree que la quinta categoría, el Nobel de la Paz, nació de su profunda amistad con la pacifista austriaca Bertha von Suttner. El sexto premio, el de economía, fue instaurado por el Banco Nacional Sueco en 1968 y nombrado en honor a Nobel.

A continuación te mostramos los datos más extraños y sorprendentes sobre los Premios Nobel.

Un proceso de selección misterioso

Los comités responsables de elegir a los galardonados lo hacen siguiendo estrictas normas de secretismo, y en un primer momento los procedimientos estaban pensados para mantenerse en secreto para siempre, según Gustav Källstrand, comisario del Museo Nobel en Estocolmo y experto en la historia de los premios. Pero ahora, los detalles sobre el proceso de cada ronda de examen se mantienen en secreto solo durante 50 años

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    Alfred Nobel, un científico sueco, legó su fortuna para la creación de los Premios Nobel.
    Fotografía de Hulton-Deutsch Collection, Corbis, Getty

    El cumplimiento estricto de las normas oficiales ha creado situaciones complicadas durante años. Por ejemplo, pese a la exigencia de la Fundación Nobel de que los premios fueran concedidos solo a galardonados vivos, el inmunólogo canadiense Ralph M. Steinman fue laureado con un Nobel póstumo de Medicina en 2011.

    El comité de selección estaba al tanto de que padecía cáncer de páncreas, pero como las deliberaciones debían mantenerse en secreto, «no podían llamarle una y otra vez para saber cómo se encontraba», aclara Källstrand.

    Este honor fue anunciado un martes, pero Steadman había fallecido tres días antes, algo que el comité desconocía. Sin embargo, como había estado con vida en el momento en que se decidió su premio, se permitió que la decisión fuera definitiva.

    La Alemania nazi y los Nobel

    La Alemania nazi también creó una serie de problemas para los laureados e incluso inspiró la nominación de Hitler al Nobel de la Paz.

    En 1939, el primer ministro británico Neville Chamberlain fue nominado al Nobel de la Paz por su papel en las negociaciones del Tratado de Múnich, por el cual se cedía parte de Checoslovaquia a Alemania. Como protesta, 12 miembros del parlamento sueco propusieron a Hitler para el premio, afirmando que si Chamberlain podía ser nominado por negociar con Hitler para no entrar en una guerra, entonces Hitler también debía ser nominado por no comenzar una guerra.

    «La mayoría de la gente no pilla la ironía», explica Källstrand. La nominación fue retirada.

    Por supuesto, la guerra finalmente comenzó y Hitler obligó a tres científicos alemanes a rechazar sus premios durante la Segunda Guerra Mundial. Richard Kuhn, Adolf Butenandt y Gerhard Domagk recibieron finalmente sus medallas y diplomas, pero no el dinero, ya que solo podía solicitarse durante un año. Domagk envió un telegrama al comité del Nobel para agradecerles el reconocimiento, pero tras ser detenido por la policía secreta alemana y encarcelado durante una semana, se le obligó a enviar un segundo mensaje rechazando el premio.

    Otros premiados tampoco estaban a salvo en aquella época. Como era un delito sacar oro de contrabando de Alemania durante la guerra, las medallas de los físicos Max von Laue y James Franck, con sus nombres grabados y que estaban guardadas por precaución en el laboratorio de Niels Bohr en Copenhague, eran una clara prueba del delito. Cuando las tropas alemanas empezaron a marchar por las calles de Copenhague, el químico George de Hevesy  metió las medallas en aqua regiaun ácido lo suficientemente potente para disolver el oro.

    Lo más increíble es que los recipientes permanecieron intactos durante la guerra. El oro se volvió a precipitar fuera de la solución y se utilizó para fabricar nuevas medallas para von Laue y Franck.

    La galardonada con el Nobel de la Paz Malala Yousafzai da su discurso de presentación durante la ceremonia de entrega de premios de 2014 en Oslo, Noruega.
    Fotografía de Odd Andersen, AFP, Getty

    Oposición gubernamental

    En el pasado, los comités del Nobel han intentado persuadir a regímenes poco cooperativos para que autorizasen a los laureados a viajar. Cuando China se negó a permitir que el disidente y escritor Liu Xiaobo abandonase el país para que aceptase el Premio Nobel de la Paz en 2010, los organizadores colocaron una silla vacía en la ceremonia para dejar claro que no habían permitido que Xiaobo asistiera.

    Rechazo del premio

    «Una vez se toma la decisión de otorgar un premio, este no puede ser revocado», explica Källstrand. «Así que, cuando te llaman, no te ofrecen el premio, te están diciendo que eres uno de los galardonados. No importa si lo rechazas». Ese fue el caso de Jean-Paul Sartre, que rechazó el Nobel de Literatura en 1964, y Le Duc Tho, que rechazó su premio conjunto, el Nobel de la Paz de 1973, con el Secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger.

    Durante la primera semana de octubre, cuando se anuncian los ganadores en Suecia, comienza una temporada muy ajetreada que culmina con una lujosa cena en el ayuntamiento de Estocolmo el 10 de diciembre. La emisión de 4 horas y media de la cena de entrega de premios cuenta congrega a dos millones de espectadores que se visten con sus mejores galas para cenar frente a la televisión.

    Pero el final de la temporada de premios no es realmente un final. Después de las vacaciones navideñas, los comités del Nobel vuelven al trabajo. Tienen que estudiar entre 2.000 y 3.000 nominaciones para escoger al siguiente grupo de laureados históricos.

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