«Lisístrata» escenifica la lucha feminista desde el siglo IV a.C

Utilizada en «Lisístrata» como vehículo de valores igualitarios en la sociedad griega, la huelga de mujeres representada en la obra de Aristófanes demuestra que esta forma de protesta ha sido desde la antigüedad un efectivo instrumento de negociación.

Por Manuel Moncada Lorén
Publicado 26 mar 2018, 13:10 CEST
Cerámica griega
Detalle de una pieza de artesanía griega que ilustra un grupo de mujeres llenando cántaros de agua.
Fotografía de Marie-Lan Nguyen 2011

Una democracia en pañales

A pesar de ser el país que exportó la democracia, esta era aún muy imperfecta en su país de origen: la esclavitud estaba a la orden del día al sur de los Balcanes y las mujeres de la Grecia clásica fueron casi siempre marginadas de las actividades principales de la sociedad. Incluso se planteó si la mera presencia del género femenino como público era necesaria en el interior del anfiteatro.

En este contexto social, que claramente favorecía a los hombres frente a las mujeres, Aristófanes tuvo el valor de escribir una obra en la que quiso ilustrar esta palpable desigualdad y que constituye uno de los primeros actos de protesta feminista de la historia; aunque fuera desde el anfiteatro.

La obra fue representada por primera vez en el año 411 a.C. y escenifica el hastío de las mujeres griegas que, cansadas de ver cómo sus maridos partían a la batalla y de engendrar hijos para que murieran en el eterno conflicto griego, tomaron una drástica decisión que cambiaría el curso de la guerra: una huelga sexual.

Estatua de la diosa Atenea y Marsyas el fauno en el Jardín Botánico de Copenhage, Dinamarca.
Fotografía de Wikimédia Commons

La huelga sexual

Lisístrata, la que disuelve los ejércitos, (del griego  Λύσις —lýsis—, disolución y  στρᾰτός —stratós—, ejército) fue la mujer que instigó la primera huelga feminista desde su papel protagonista en la obra homónima de Aristófanes, en la que las mujeres de Atenas y Esparta se unieron para acabar con el eterno conflicto entre las ciudades-Estado más poderosas de la Grecia clásica.

No contentas con tan severa privación, las mujeres tomaron la acrópolis (del griego ἄκρος —akros—, ‘cima' y πόλις —polis—'ciudad'), símbolo de poder y lugar sagrado con función defensiva donde además se almacenaba el oro necesario para impulsar las guerras de los hombres.

Lisístrata, junto a sus compañeras Cleonice, Mirrina y Conciliación, desafiaron al poder establecido y defendieron soluciones pacíficas frente a los demagogos (del griego δῆμος —dēmos—, ‘pueblo’ y ἄγω —ago—, ‘dirigir’) que empujaban al pueblo a una eterna guerra fratricida.

Decididas a privar a los hombres de su despótico gobierno sobre la sociedad, las huelguistas se enfrentaron a las iras del consejo de sabios de la ciudad representados por el coro de ancianos, que rodearon la acrópolis en un intento de recuperar su poder acusándolas de profanar lugar sagrado.

Las primeras esquiroles de la historia

En un alarde de determinación, las mujeres se mantuvieron unidas en su protesta, pero no sin esfuerzo. La abstinencia forzosa a la que Lisístrata había empujado a sus compañeras tuvo sus momentos de flaqueza.

Como buenos seres humanos, algunas huelguistas helenas sufrieron más que otras la voluntaria abstinencia sexual durante su encierro e inventaban pobres excusas domésticas para visitar fugazmente el lecho conyugal.

Sin embargo, las que pasaron a ser las primeras ‘esquiroles’ de la Antigüedad Clásica se arrepintieron posteriormente de su debilidad y regresaron al recinto sagrado junto a las demás activistas griegas donde continuaron exponiendo sus argumentos en favor de una sociedad pacífica e igualitaria.

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    Teatro de Epidauro, localizado al sur de Grecia en la región del Peloponeso.
    Fotografía de Creative Commons Zero

    La conciciliación del género humano

    Al final, el personaje mudo Conciliación logró escenificar la firma de una paz entre las dos polis griegas motivada por la prolongada abstinencia a la que fueron sometidos los hombres, razón de peso en opinión de los varones para deponer las armas y dedicarse a hacer el amor y no la guerra.

    La comedia griega representa el triunfo de la razón y el diálogo femenino sobre la belicosa y testaruda actitud de los hombres. Este ejercicio de reflexión ética sigue muy vigente casi 2.500 años después.

    El teatro como vehículo de transmisión de valores

    El origen del teatro en Grecia es el culto a Dioniso (Baco en la tradición romana), deidad helena más conocida por ser el dios de la vendimia y el vino, aunque también es el dios patrón de la agricultura y el teatro, por lo que se puede afirmar que el origen del teatro es religioso.

    Las representaciones teatrales desempeñaron una doble función en la Grecia clásica: generar cohesión social y servir como escuela de valores justos y democráticos para el beneficio de la sociedad griega.

    El teatro es un arte importado de los griegos muy vinculado con la democracia, la forma de organización social y política hoy en día más extendida en el mundo occidental y a la que la historiografía ha atribuido tradicionalmente un origen heleno.

    Lisístrata demuestra que el problema de la desigualdad entre hombres y mujeres no es un defecto de la sociedad moderna, ya que la obra de Aristófanes —hace ya 2.429 años—, desarrolló a través de las artes escénicas algunos conceptos del movimiento feminista que hoy en día parece despertar nuevas sensibilidades.

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