Así cartografiaron el cosmos los muggletonianos, una oscura secta religiosa

Los muggletonianos creían que la Tierra era el centro del universo y crearon bonitos mapas para demostrarlo.

Por Greg Miller
Publicado 9 may 2018, 13:26 CEST

En 1651, un sastre londinense llamado John Reeve afirmó haber recibido un mensaje de Dios. «Os he escogido como mi último mensajero para una gran obra en este condenado mundo incrédulo», dijo Dios, según Reeve. «Y he otorgado a Lodowicke Muggleton la capacidad de ser mi voz». Muggleton era el primo de Reeve y juntos fundaron una pequeña secta protestante conocida como los muggletonianos.

Los muggletonianos eran encarnizadamente anticiencia. Uno de los principios fundamentales de su fe, según escribió un creyente más adelante, era que «el único Demonio es la Razón impura de los hombres». La imagen muggletoniana del universo se basaba en su interpretación de las Escrituras y contradecían todas las pruebas contrarias a que el Sol orbitaba alrededor de la Tierra, y no al revés.

Esta imagen del mundo era completamente errónea, pero inspiró los hermosos mapas celestiales de la galería. Proceden de un libro publicado en 1846 por Isaac Frost, un fundidor de metal londinense y muggletoniano. (La secta tuvo una longevidad increíble: el último miembro conocido murió en 1979 tras donar a la Biblioteca Británica el archivo de la secta con libros y trabajos que habían estado almacenados en más de 80 cajas de manzanas).

El libro de Frost, Two Systems of Astronomy, se enfrentaba al sistema científico de Isaac Newton —que sostenía que el campo gravitatorio del Sol mantiene a la Tierra y a otros planetas en órbita a su alrededor— y defendía un universo geocéntrico basándose en una interpretación literal de la Biblia. Francis Reid, historiador de ciencia y filosofía, resumió su interpretación en The British Journal for the History of Science:

Según Frost, las Escrituras indican claramente que el Sol, la Luna y las Estrellas están incrustadas en un firmamento compuesto de agua congelada y giran alrededor de la Tierra, que el Cielo tiene una realidad física más allá de las estrellas, y que los planetas y la Luna no reflejan los rayos del Sol, sino que son fuentes de luz independientes.

En los años anteriores a la publicación del libro, Frost había empezado a impartir charlas de astronomía en los institutos de mecánica, establecimientos fundados para la educación de artesanos y otros obreros. Sus charlas probablemente no atrajeron a mucha gente y fue abucheado por los miembros del público a los que no les convencía su crítica del sistema newtoniano, según escribió Reid. Para Frost, el libro —cuya publicación, al parecer, pagó él mismo— habría sido una forma de presentar el muggletonianismo a una audiencia más amplia. Es probable que los coloridos diagramas que contiene fueran creados inicialmente para sus conferencias.

Frost estuvo en el lado equivocado de la historia y la ciencia. Sin embargo, sus mapas conservan una atracción extraña. Carecen por completo de razón, pero sus suaves y brillantes colores les dan una belleza etérea y —como el propio muggletonianismo— un atractivo sorprendentemente duradero.

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