Ötzi murió hace 5.300 años: ahora sabemos cuál fue su última comida

Se ha tardado 20 años en encontrar el estómago del Hombre de Hielo. Ahora, un equipo de investigadores sabe qué había dentro con todo lujo de detalle.

Por Maya Wei-Haas
Publicado 13 jul 2018, 11:57 CEST
Estómago de Ötzi
Los investigadores toman muestras de los contenidos del estómago de Ötzi, el Hombre de Hielo, para averiguar las especies exactas de plantas y animales que formaron parte de su última comida.
Fotografía de Museo Arqueológico de Tirol del Sur, Eurac, M.Samadelli

El estómago de Ötzi el hombre de hielo no estaba donde tenía que estar. El órgano desplazado eludió a los investigadores durante 20 años. Pero en 2009, mientras analizaban nuevas radiografías, consiguieron encontrarlo: estaba bajo las costillas, donde suelen encontrarse los pulmones. Y además, estaba lleno.

Desde 1991, cuando dos senderistas descubrieron al cazador de 5.300 años en los Alpes de Ötztal , los investigadores han estado registrando los restos congelados y marchitos en busca de pistas sobre su vida pasada y su violenta muerte. Han estudiado su abrigo de piel de oveja y sus pantalones de piel de cabra, escrutado sus caries, analizado el muñón de su dedo del pie provocado probablemente por la congelación, examinado los huevos de gusanos parásitos en su intestino y catalogado cada tatuaje grabado en su piel.

Y ahora, tras someter los contenidos de su estómago a toda una batería de pruebas, los investigadores han determinado cuál fue la última comida de la momia helada: grasa y carne seca de íbice, ciervo común, escanda y restos de helecho tóxico. Los resultados, publicados esta semana en la revista Current Biology, ofrecen una imagen detallada de una dieta antigua y apuntan a posibles métodos de preparación de alimentos.

El estómago perdido

A finales de los 90, sin poder encontrar el estómago de Ötzi, los investigadores optaron por estudiar los isótopos de nitrógeno del pelo de la momia en busca de pistas dietéticas, que sugerían que el hombre de hielo era vegetariano. Un análisis posterior de los contenidos de su colon apuntaba a prácticas omnívoras, revelando que Ötzi no solo comió cereales, sino también carne de ciervo común y de cabra antes de su muerte.

Pero en la última investigación, los científicos trataban de averiguar las especies exactas que formaron parte de la última comida del Hombre de Hielo. Y para hacerlo, tenían que tomar muestras de su estómago.

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Localizaron el órgano examinando las piedras de la vesícula de Ötzi, que se forman en la vesícula biliar, un pequeño saco que se encuentra bajo el hígado, cerca del estómago. Alineando la posición de los órganos circundantes en las radiografías, el equipo logró descubrir el estómago.

Sin embargo, para tomar muestras, los científicos tenían que descongelar a la momia, que se mantiene a unos gélidos -6 grados Celsius para evitar la invasión microbiana. A continuación, usaron un endoscopio para extraer 11 gotas de material amarillo pardo de su estómago y sus intestinos.

El autor del estudio Frank Maixner explica que, a diferencia del pastoso puré intestinal, los quebradizos contenidos del estómago estaban básicamente liofilizados. «En realidad, tienen una apariencia interesante», afirma.

Primero, el equipo de investigación los observó magnificándolos. «Ya bajo el microscopio, quedó claro que seguía una dieta omnívora», afirma Maixner, microbiólogo del Instituto de Momias y el Hombre de Hielo de Bolzano, Italia. En la muestra se podían ver diminutas motas de fibras de plantas y carne sin digerir, rodeadas de un turbio halo de grasa. Después, el equipo comenzó su serie de pruebas: de ADN, proteínas, lípidos y metabolitos, entre otras.

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    Un pequeño fragmento de tejido vegetal sin digerir que vieron los investigadores en los contenidos gástricos del Hombre de Hielo.
    Fotografía de Institute For Mummy Studies, Eurac Research, Frank Maixner

    La última comida de Ötzi

    Los análisis de lípidos y proteínas indican que Ötzi consumió músculo y grasa de íbice (Capra ibex), una especie de cabra que sigue siendo habitual en los Alpes de Ötztal. Los contenidos gástricos altos en grasa habrían servido para aguantar caminatas de alto consumo energético. «Aunque es posible que la grasa de íbice sepa fatal», bromea Maixner.

    Pero curiosamente, aunque el análisis del ADN sugiere que el ciervo común (Cervus elaphus) también formó parte de su comida, los investigadores no pudieron averiguar qué parte de la criatura se había comido. Una posibilidad es que consumiera sus órganos, como el bazo, el hígado o el cerebro. La degradación también podría suponer un problema. «Es difícil de determinar», afirma Maixner.

    Sin embargo, sí pudieron observar la preparación de la carne. Estudiando las microestructuras y la composición química y comparándola con las carnes modernas cocinadas y sin cocinar, dedujeron que la carne de Ötzi no se calentó por encima de 60 grados Celsius. Maixner explica que es más probable que la carne estuviera seca para preservarla, ya que la carne fresca se estropea rápidamente. La presencia de motas de carbón también sugiere que la carne podría haber estado ahumada.

    Ötzi también comió escanda y helecho tóxico Pteridium. Consumido en dosis suficientes, el helecho Pteridium se vincula a la anemia en vacas y la ceguera en las ovejas. También podría tener efectos carcinógenos. Sin embargo, algunas personas todavía consumen pequeñas cantidades de la planta.

    Es posible que Ötzi también comiese estas plantas. «Hay quien sugiere que podría haber tratado el dolor de estómago con este helecho, ya que sabíamos que padecía de patógenos estomacales», afirma Maixner. Pero añade que «a mi parecer, esta hipótesis va demasiado lejos». Otra posibilidad es que envolviera su comida en el helecho, ingiriendo fragmentos por accidente junto con su aperitivo, una idea propuesta anteriormente sobre el musgo ingerido por Ötzi.

    Analizando el pasado a través del estómago de Ötzi

    La dieta muestra una comida bien preparada, con algo de fibra, proteína y mucha grasa abundante en energía. «Sabía cómo fabricar ropa adecuada, el equipo de caza adecuado, y esto se aplica a la dieta», afirma Maixner. «Está claro que estaba bien preparado».

    Aunque es una muestra única, los resultados dan una imagen sorprendentemente detallada de las horas finales de Ötzi. «No sé si podremos superar esto», afirma Katherine Ryan Amato, antropóloga biológica de la Universidad Northwestern que no participó en la investigación.

    Explica que los investigadores llevan mucho tiempo usando métodos indirectos para analizar la dieta, estudiando las transiciones con el paso del tiempo. «En realidad nos permite acceder a ella a una escala más detallada y hablar de ella con mayor detalle, algo muy emocionante», afirma.

    Los acontecimientos en torno a la muerte de Ötzi todavía son tema de debate. Sus numerosas heridas recientes apuntan a un conflicto violento y hay quien dice que Ötzi huyó a las montañas porque lo estaban persiguiendo. Pero Maixner señala que su última comida cuenta una historia algo diferente: «Personalmente, creo que estaba preparado para esta caminata».

    La mezcla de cereales y carnes —y solo dos flechas completas en su carcaj de piel de ciervo— sugiere que no acababa de comer una presa reciente. En lugar de ello, en las horas previas a su muerte, Ötzi probablemente consumió los contenidos de lo que Meixner describe como «una bolsa para llevar bien preparada».

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