‘No pasarán’: el Madrid de la resistencia a Franco

Hoy se cumplen 80 años desde que las tropas franquistas lograron entrar en Madrid después de tres años de guerra civil, un conflicto cuyo carácter quedó marcado por la resistencia madrileña.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 28 mar 2019, 13:29 CET
Famosa fotografía de Madrid en 1937, el cartel reza: ¡No pasarán! el fascismo quiere conquistar Madrid, Madrid será la tumba del fascismo.
Fotografía de Mikhail Koltsov

La batalla de Verdún, en la Primera Guerra Mundial, fue la cuna del lema ‘No pasarán’, acuñado por el general francés Robert Nivelle. Veinte años más tarde, esas palabras se transformaban en el corazón de la resistencia madrileña ante la dictadura franquista, cuando Dolores Ibárruri, conocida como la Pasionaria y una de las fundadoras del Partido Comunista de España, las pronunció en un discurso.

El28 de marzo de 1939, cuando las tropas franquistas entraron en Madrid y ocuparon los principales edificios públicos, la resistencia llevaba tres años frenando su avance e impidiendo su entrada en la capital. Una defensa considerada un ejemplo a nivel internacional , ya que, cuando comenzó la ofensiva, fueron muchos los madrileños que abandonaron sus quehaceres diarios y se volcaron en proteger su ciudad con una diligencia admirable,y una fuerza y unidad popular difícil de igualar por ejércitos de tropas reunidas.

“En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”, escribía Franco en su último parte de guerra, firmado el 1 de abril. La tragedia de la guerra española se llevó 300.000 muertos en el campo de batalla, según la Asociación Memoria Histórica, así como 200.000 más fuera del frente, más todos aquellos exiliados y prisioneros en cárceles y campos de concentración.

Las brigadas internacionales, la clave de la resistencia

Las brigadas internacionales fueron unidades militares voluntarias que se convirtieron en uno de los puntos más importantes de la Guerra Civil española. Compuestas por voluntarios de más de 50 países, sus tropas se sumaron al ejército de la Segunda República en octubre de 1936 para frenar al bando sublevado contra el gobierno.

Voluntarios polacos jurando lealtad a la República.
Fotografía de Wikimédia Commons

Incluso antes de su formación ya se encontraban luchando en Madrid diversos soldados extranjeros que lucharon en la contienda desde el primer día. Muchos de ellos eran exiliados de países que se habían encontrado anteriormente con regímenes fascistas, por lo que sus principales nacionalidades eran Alemania e Italia. Sin embargo, por la inexistencia de documentos oficiales, es muy difícil cifrar a estos soldados.

Según estudios del historiador Andreu Castells y el Batallón de Abraham Lincoln, más de 59.300 brigadistas se unieron a la causa que luchaba contra el golpe, de los que murieron aproximadamente 15.000. Gestionados en grupos de unos 20.000 hombres por batalla, destacaban los franceses con más de 10.000 brigadistas trasladados, muchos de ellos de la zona de París.

Aunque no eran soldados, se encontraban entre ellos muchos veteranos de la Primera Guerra Mundial y trabajadores reclutados de manera voluntaria por partidos comunistas como el Comintern. Con base aérea en Los Llanos, en la provincia de Albacete, las brigadas fueron la piedra angular de la defensa de Madrid en 1936 en batallas como la del Jarama, Brunete, Guadalajara, Teruel, Belchite, Aragón y el Ebro.

Las olimpiadas populares en el frente

Entre los voluntarios que se unieron a las filas del frente popular destacaron también los participantes de las olimpiadas populares que estaban teniendo lugar en Barcelona a lo largo del verano de 1936. Organizadas por políticos de izquierdas, eran una contrapartida a las olimpiadas oficiales que se celebraban en Berlín, bajo el mando de Hitler.

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    Soldados franquistas asaltando un barrio, marzo de 1937.
    Fotografía de Daily Courier

    Aunque la mayoría de los atletas sumados a la causa volvieron a sus respectivos países al terminar el evento, otros decidieron quedarse. Entre 174 y 300 deportistas participaron en diversas barricadas y ocuparon el renombrado Hotel Colón.

    El austriaco Mechter fue de hecho considerado el primer brigadista caído en combate, el 19 de julio. Bautizadas con nombres de militares izquierdistas o progresistas del siglo anterior, las primeras unidades tomaron títulos  como WaleryWroblewski, de la Comuna de París, o de figuras políticas como el socialista inglés Tom Mann.

    Muchos de los soldados que formaron estas unidades espontáneas se adhirieron más tarde a las Brigadas Internacionales, pero otros continuaron luchando del lado del Ejército Popular de la República. Sea cual fuera la agrupación de los soldados extranjeros, no fue hasta septiembre de 1938 su retirada del territorio español, a causa del deseo de modificar la posición ante la intervención extranjera en el Comité de No Intervención.

    El plan de batalla al descubierto

    A pesar de que son muchos quienes apoyan que la resistencia madrileña tuvo todo el peso en los tres años de aguante frente a las tropas del régimen, lo cierto es que también se produjo un inesperado hecho que marcó el curso de esta batalla. Los milicianos republicanos encontraron en un tanque italiano una copia exacta del plan de batalla del ejército nacional. Más allá del ‘No pasarán’, fue ese hecho lo que llevó al general Miaja, acompañado de Rojo, a imponer una defensa muy eficaz al ataque.

    Jóvenes huyendo de un proyectil caído en la Gran Vía.
    Fotografía de Wikimédia Commons

    Los cazas soviéticos también tuvieron un papel decisivo en la defensa de la capital. Los 132 cazas soviéticos, llamados "Moscas" y "Chatos", hicieron frente a la superioridad aérea que tuvieron hasta entonces los 117 aviones de la Legión Cóndor alemana y los cazas italianos.

    A pesar de la gran utilidad del anillo que creó el general Miaja para rodear Madrid, desde Aranjuez hasta Somosierra, Franco finalmente logró llegar hasta la capital tras los diversos intentos que se extendieron durante años.

    La rendición final

    El escritor e historiador Jorge Martínez Reverte describe así el cierre de la batalla de Madrid:

    Milicianas republicanas haciendo un descanso en los combates en el verano de 1936.
    Fotografía de Archivos federales alemanes

    “Madrid no ha sido la tumba del fascismo como prometía la propaganda de los cartelistas republicanos. Un gran tramo de su perímetro está ocupado por las tropas de Franco, que intentan asfixiar sus comunicaciones y desmoralizar a la población. A los combatientes ya saben que no les pueden vencer. El último intento destinado a cortar las comunicaciones con la Sierra, les ha dejado exhaustos.

    Pero Madrid sí ha sido la ciudad que ha detenido la embestida de los rebeldes por primera vez en la corta historia de las rebeliones antidemocráticas de la extrema derecha, triunfantes en Alemania, Italia y otros países de Europa central”.

    Tras dos años de asedio a Madrid por parte de las tropas franquistas y la caída de Cataluña, la moral de la resistencia estaba hundida, creciendo el rechazo a la idea de continuar resistiendo. En ese momento, un desafortunado golpe de Estado del general Casado tras una promesa de que obtendría una “paz honrosa” con el “Generalísimo” fue la puerta abierta de Franco hacia Madrid. El caudillo, cuyos agentes solo habían hecho vagas promesas a Casado, aprovechó la tentativa para imponer la rendición final.

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