Este palacio cananeo quedó abandonado hace 3700 años: los arqueólogos por fin saben por qué

Un equipo de investigadores llevaba años excavando en busca de pruebas en este yacimiento de Israel. Lo que han descubierto podría tener repercusiones para los actuales residentes de la región.

Por Kristin Romey
Publicado 14 sept 2020, 13:17 CEST
Jarras de vino

Un almacén de jarras de vino, todas rotas, proporcionó una pista fundamental de lo que ocurrió en el palacio cananeo de Tel Kabri hace 3700 años.

Fotografía de Eric H. Cline

En el siglo XVIII a.C., un palacio cananeo de Tel Kabri, en el actual norte de Israel, era un espectáculo para la vista. El edificio —que con más de 6000 metros cuadrados era más grande que un centro comercial moderno— estaba repleto de pinturas murales, un elegante salón de banquetes y almacenes llenas de jarras de vino especiado.

Entonces, en algún momento de aquel siglo, el palacio fue abandonado súbitamente y quedó vacío durante casi un milenio.

Unos 3700 años después, a partir de 2009, el equipo de arqueólogos excavó el palacio se quedó perplejo. Este edificio hermoso e importante había servido de centro político para los cananeos de la región. Y se había renovado poco antes de que cayera en desuso. Entonces ¿por qué huyeron sus habitantes?

 

Una onda visible en la pared de una sala del palacio también apunta a la actividad sísmica.

Fotografía de Eric H. Cline

El yacimiento de Tel Kabri, de 30 hectáreas, se encuentra sobre una zona con actividad tectónica, así que sería fácil echarle la culpa a un terremoto. Pero los arqueólogos tenían dudas. El terremoto parecía la explicación fácil, como la broma entre los arqueólogos de asignar un propósito «ritual» a artefactos que no pueden explicar de otro modo.

El equipo de Tel Kabri pasó varias temporadas de excavación descartando posibilidades. Con el apoyo de la National Geographic Society, buscaron evidencias de sequías, inundaciones u otros factores ambientales que pudieran haber ahuyentado a los residentes. Buscaron pistas de incendios, armas o cuerpos insepultos que indicaran violencia o combates. Nada. Zilch.

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    Un plano cenital del yacimiento muestra una zanja horizontal que surca el palacio desde la mitad superior.

    Fotografía de Griffin Aerial Imaging

    Assaf Yasur Landau, de la Universidad de Haifa, codirector de la excavación y coautor de un estudio publicado en la revista PLoS One, contó que le llevó seis años hacerse a la idea de que un terremoto podría haber destruido el palacio cananeo.

    «Quería asegurarme al cien por cien de haber puesto todos los puntos sobre las íes antes de llegar a esa conclusión», afirma. «Es importantísimo no ser sensacionalistas y hacer buena ciencia. De lo contrario, es muy malo para la ciencia y para la comunidad a la que servimos».

    En 2011, el equipo de Tel Kabri empezó a descubrir una zanja que parecía atravesar el palacio. Al principio, los arqueólogos asumieron que era moderna, quizá una acequia para la plantación de aguacates que rodeaba el yacimiento, o quizá se excavara durante la guerra árabe-israelí de 1948.

    «Hubo una batalla en el 48 al otro lado de la carretera», cuenta el codirector de Tel Kabri Eric Cline, de la Universidad George Washington. «En nuestras notas la describimos como una trinchera antitanques moderna».

    Sin embargo, con el paso de los años, los arqueólogos empezaron a advertir características en el palacio que no parecían encajar del todo. Algunas paredes estaban ligeramente desplazadas. Algunos suelos estaban un poco «ondulados», tenían pendientes con ángulos raros o estaban llenos de agujeros, probablemente hechos por los objetos pesados que cayeron desde un lugar alto.

    Para 2019 habían desenterrado 30 metros de la zanja y los arqueólogos advirtieron que tres hiladas de una pared del palacio parecían haber caído en la zanja.

    «En aquel momento, nos miramos y el supervisor de la zona dijo: “No creo que sea una zanja moderna. Creo que es una zanja antigua”», recuerda Cline. «Y uno de nosotros dijo: “Mmm, ¿terremoto?”. Dijimos que sí, que podía ser. Y llamamos a Michael».

    Michael Lazar, investigador del departamento de geociencias marinas de la Universidad de Haifa y autor principal del estudio de PLoS One, había visitado Tel Kabri en 2013 cuando el equipo descubrió el almacén de vino. «Vi varias jarras que habían quedado aplastadas cuando se había venido abajo el techo», recuerda. «Assaf dijo: “¿Qué opinas?”. Y yo le dije: “Terremoto”. Y Assaf me dijo: “No, ¿qué crees que lo causó en realidad?”».

    Ahora, seis años después, los expertos dispuestos alrededor de la zanja especulaban que esta era una fisura causada por un terremoto. Quizá se debiera a la licuefacción (cuando el suelo saturado de agua pierde su estructura), ya fuera por el impacto directo de un terremoto o como consecuencia secundaria de un terremoto distante que alteró el nivel freático superior.

    A continuación, los investigadores empezaron a analizar los granos de sedimento que cubrían el suelo del palacio y descubrieron que era una mezcla caótica de yeso y paredes rotas que se vinieron a bajo al mismo tiempo. La ausencia de barro desveló que el suelo no había quedado expuesto a los elementos antes de que la capa de sedimentos lo cubriera. Fue un fenómeno inmediato, no una degradación lenta.

    En su conjunto, estas características extrañas empezaron a cobrar sentido: las paredes desplazadas, los suelos inclinados y agujereados, las enormes vasijas de vino rotas; las evidencias microgeológicas y la fisura que dividía en dos el palacio. A eso hay que añadirle los registros de sedimentos del mar Muerto, que indican que ocurrió un terremoto en la región en torno al 1700 a.C., el momento en que el palacio quedó abandonado. Un terremoto habría sido la única explicación probable.

    «Esto es arqueología», afirma Cline. «Las piezas encajan. Descartas hipótesis, propones hipótesis más plausibles y al final tienes que invocar a Sherlock Holmes, ¿no? Eliminas lo imposible y trabajas con lo que queda».

    Tina Niemi, geóloga de la Universidad de Missouri-Kansas City que no participó en el proyecto de Tel Kabri, está de acuerdo en que las pruebas parecen apuntar a un terremoto, aunque dice que habrá que investigar más para determinar su origen exacto. ¿Es la pequeña falla de Kabri, que se encuentra cerca del yacimiento? ¿O la falla del mar Muerto, más grande y peligrosa, a 40 kilómetros al este? Propone que excavar una sección transversal de esta fisura que atraviesa el palacio podría ayudar a resolver esta incógnita.

    Yasur-Landau ya no se muestra escéptico en lo referente a las hipótesis de terremotos. «Llevamos cinco años trabajando en el proyecto, en esta cuestión específica, así que resulta muy gratificante tener una respuesta».

    Pero para Lazar, el hallazgo es motivo de preocupación para los residentes de la zona, sobre todo si la falla de Kabri resulta ser la culpable de la destrucción del palacio. «Cuando hablas de terremotos y de Israel, todo el mundo piensa en la falla del mar Muerto», dice. «Eso es todo, y que todo lo que no sea la falla del mar Muerto no se considera una amenaza importante».

    Lazar añade que la falla de Kabri ha sido retirada del nuevo mapa de fallas potencialmente activas en Israel. Con todo, si fuera la responsable de los daños provocados hace solo 3700 años —un mero abrir y cerrar de ojos en tiempo geológico—, no puede descartarse su potencial de actividad futura.

    «Tiene un significado definido para la evaluación de riesgos y tenemos que ponerla en el mapa de nuevo».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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