El fósil humano más antiguo encontrado redibuja nuestro árbol genealógico

El descubrimiento hace retroceder el origen de nuestro género, Homo, medio millón de años.

Por Jamie Shreeve
Fósil de mandíbula
Este hueso de mandíbula, mostrado en el lugar en el que fue encontrado por el estudiante Chalachew Seyoum, de la Universidad del Estado de Arizona, sitúa a los primeros miembros del género humano Homo en la región de Afar, en Etiopía, medio millón de años antes que lo que se pensaba anteriormente.
Fotografía de Kaye Reed

En una extraña relación lógica de nuevas pruebas, dos mandíbulas fósiles arrojan luz sobre uno de los misterios más oscuros en la evolución humana: el origen de nuestro género Homo. Las dos mandíbulas inferiores -una es la reconstrucción de una muestra encontrada hace medio siglo, la otra recién extraída de las tierras baldías de Etiopía- señalan el este de África como el lugar de nacimiento de nuestro linaje evolutivo.

El nuevo fósil etíope, anunciado en la revista Science, hace retroceder la aparición de la llegada de Homo al paisaje del este de África al menos medio millón de años, hasta los 2,8 millones de años atrás. La fecha está tentadoramente cerca de la última aparición conocida, alrededor de hace unos tres millones de años, del Australopitecus afarensis, una especie de cerebro más pequeño que caminaba erguida, más conocida por el esqueleto llamado Lucy, que muchos científicos consideran el antepasado directo de nuestro género. La nueva mandíbula, conocida como LD-350-1, se encontró en 2013 solo a 19 kilómetros de donde se encontró a Lucy en 1974.

“Esto es un material emocionante”, comenta el paleoantropólogo Donald Johanson, descubridor de Lucy.

Afar, que forma parte del valle del Rift en el este de África, ha proporcionado muchos otros fósiles de homínidos -miembros de la amplia familia humana- incluyendo los anteriores especímenes de Homo, una mandíbula superior conocida como AL 666-1, con datación de hace 2,3 millones de años.

Fotografía de NG MAPS; ANDREW UMENTUM SOURCE: E. N. DIMAGGIO, ET AL., SCIENCEXPRES

Los fósiles atribuidos a Homo en el período de hace dos a tres millones de años son extremadamente raros. Bill Kimbel, director del Institute of Human Origins en la Universidad Estatal de Arizona, en Tempe, que codirigió el análisis del nuevo espécimen, dijo una vez: “podrías ponerlos todos en una pequeña caja de zapatos y aún quedaría espacio para un buen par de zapatos”.

Entre las características del nuevo fósil especial están los molares delgados, un patrón particular de la cúspide de los dientes y la forma del cuerpo óseo de los rasgos de la mandíbula, todas ellas compartidas con el Homo posterior. Pero la parte frontal de la mandíbula muestra una morfología más primitiva, como el retroceso de la línea de la barbilla, característica del A. afarensis.

"Esto reduce el período de tiempo en el que podemos centrar ahora nuestra búsqueda de la aparición del linaje humano", dice Kimbel, que encontró la mandíbula AL 666-1 en 1994. “En gran medida es una forma de transición, como sería de esperar a esa edad. La barbilla mira hacia atrás en el tiempo. Pero la forma de los dientes mira hacia adelante”.

Historia de la zona este

En la medida en que la nueva mandíbula pone en relieve un origen en el este africano para el género Homo, parece frustrar el argumento presentado por otros investigadores de que el mejor candidato para nuestro antepasado inmediato de género es un Australopitecus sudafricano, el Australopitecus sedaba.

Los autores del artículo de Science puntualizan que el único espécimen conocido del A. sediba es casi un millón de años más joven que la nueva mandíbula de Homo de Etiopía al que habría tenido que dar lugar.

Fred Grine, de la universidad neoyorquina de Stony Brook, sin embargo, argumenta que bien podrían haber existido otras poblaciones de A. sediba o algo así, mucho más antiguas.

“La idea de que es poco probable que (la nueva mandíbula) pertenezca a un ancestro es ridícula”, dice Grine. “Esto sería como afirmar que el registro fósil está completo. Y sabemos que eso no puede ser, ya que han descubierto algo que no estaba ahí antes”.

Fotografía de Emily M. Eng, NG STAFF FUENTE: SCIENCE

Hace 2,8 millones de años, el lugar en el que se encontró la mandíbula, llamado Ledi-Geraru, era una mezcla de pastizales y matorrales, parecido al Serengeti de hoy en día, según el artículo adjunto de Erin DiMaggio, de la Penn State University, y sus colegas. Las especies animales presentes en el mismo momento indican un desplazamiento a un hábitat más abierto, árido, apoyando la hipótesis de que un cambio climático global en ese momento podría haber desencadenado los cambios en la evolución de muchos linajes de animales.

“Podemos ver la señal de la aridez de 2,8 millones de años en la comunidad de fauna Ledi-Geraru”, dice Kaye Reed, director del proyecto Ledi-Geraru en el Institute of Human Origins. “Pero aún es demasiado pronto para decir que esto significa que el cambio climático sea el responsable del origen del Homo”.

Un espécimen renacido

La mandíbula etíope es por sí misma suficiente como para causar un arrebato de emoción entre los paleoantropológos. Pero esta importancia se magnifica con la reconstrucción de un fósil de Homo un millón de años más joven, publicada en la revista Nature.

La mandíbula pertenecía al espécimen Homo habilis original (o tipo), llamado así por sus descubridores Louis y Mary Leakey en 1964, ya que se encontró en la garganta Olduvai en Tanzania, entre sedimentos que contenían las herramientas de piedra más antiguas conocidas hasta el momento. (Se han descubierto en Etiopía herramientas mucho más antiguas que datan al menos de 2,6 millones de años.)

Louis Leakey y sus colegas afirmaban que el H. habilis fue el ancestro más probable de todos los Homo posteriores, incluyendo a nuestra propia especie, el Homo sapiens. El H. habilis se ha mantenido cerca, de manera vacilante en una posición elevada en el árbol genealógico desde entonces, y esta precariedad ha sido causada por la naturaleza incompleta del espécimen tipo. Este está compuesto por un hueso de mandíbula fuertemente deformada, una colección de muchos fragmentos pequeños de cráneo y trozos de una mano.

Utilizando tomografía computerizada y tecnología de imágenes 3D de última generación, un equipo liderado por Fred Spoor, del University College, Londres, y del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, Alemania, han reconstruido digitalmente cómo sería la mandíbula en vida. Su forma estrecha, con las raíces de los dientes paralelas entre sí, se parece más a un australopitecino, el grupo de ancestros humanos anteriores, el Homo genus.

Una nueva reconstrucción de esta calavera fósil de Homo habilis, llamada Olduvai Hominid 7, presenta una mezcla de rasgos primitivos y modernos, incluyendo un cerebro más grande de lo que se creía anteriormente, sugiriendo un antepasado común de gran cerebro en el linaje Homo.
Fotografía de John Reader

Aunque medio millón de años más joven que la mandíbula superior del AL 666-1 de Afar, la mandíbula reconstruida de la garganta de Olduvia es claramente más primitiva. Esto sugiere un “linaje fantasma” de Homo aún más primitivo, que debió de existir mucho antes de los 2,3 millones de años, que se separó y debió de dar lugar a ambos linajes.

Y mira qué sorpresa: la nueva mandíbula etíope encaja perfectamente.

“La mandíbula Ledi-Geraru ha aparecido como 'a petición', lo que sugiere una línea evolutiva creíble entre el Australopitecus afarensis y el Homo habilis”, dice Spoor.

En otro giro de la trama, Spoor y sus colegas reconstruyeron digitalmente el cráneo del espécimen del Homo habilis original, que previamente habían estimado que contendría unos 700 centímetros cúbicos del cerebro, más que un australopitecino típico, pero menos que los humanos posteriores. Su nueva versión aumentó el volumen a 800 centímetros cúbicos, haciendo que progresase hasta la misma clase cerebral que otras dos especies de Homo que deambulaban por la sabana del este de África hace dos millones de años: el Homo rudolfensis y las primeras formas del Homo erectus.

“Lo que tenemos es una bestia con un hocico muy primitivo, pero con un gran cerebro”, dice Spoor, cuando habló por primera vez de la reconstrucción en una reunión del Turkana Basin Institute en Kenia. Ya que es poco probable que las tres especies de Homo contemporáneas (Homo habilis, Homo rudolfensis y Homo erectus) desarrollasen grandes cerebros de forma independiente, se deduce que su antepasado común había establecido el rumbo hacia un agrandamiento del cerebro mucho antes de lo que previamente se creía. Esto podría restablecer vínculos entre la aparición de grandes cerebros en el linaje de los homínidos y las primeras herramientas de piedra.

Así que quizás el H. habilis -dependiendo de cuánto tiempo atrás hayan vivido las especies- era, al fin y al cabo, un auténtico "hombre hábil".

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