La intensificación de las precipitaciones provocará un aumento de la contaminación del agua en el futuro

Un nuevo estudio prevé un incremento de los dañinos excedentes de nitrógeno como resultado de los cambios en las precipitaciones.

Por Casey Smith
Publicado 9 nov 2017, 4:20 CET
Contaminación por nutrientes
Crecimiento de fitoplancton en la costa atlántica de Estados Unidos en agosto de 2015, provocado por la contaminación por nutrientes.
Fotografía de Joshua Stevens, NASA Earth Observatory

Si el cambio climático sigue progresando, el aumento de las precipitaciones podría implicar consecuencias perjudiciales para la calidad del agua en Estados Unidos, según advierte un nuevo estudio.

Un ciclo de agua intensificado puede sobrecargar considerablemente los cursos navegables con escorrentías con un exceso de nitrógeno —pudiendo alcanzar el 20 por ciento para 2100— y aumentaría la probabilidad de fenómenos que afectan gravemente a la calidad del agua, según un nuevo estudio publicado en la revista Science.

Cuando las precipitaciones arrastran nitrógeno y fósforo procedentes de actividades humanas como la agricultura o la combustión de combustibles fósiles a ríos y lagos, estas escorrentías están cargadas de nutrientes y se produce un fenómeno denominado eutrofización.

Esto puede resultar peligroso para personas y animales. Se puede producir un crecimiento de algas tóxicas, así como zonas muertas con escasez de oxígeno, muy dañinas, un fenómeno conocido como hipoxia. Todo ello puede tener efectos negativos sobre la salud humana, los ecosistemas acuáticos y la economía. Entre las zonas muertas más destacables están las del Golfo de México, la bahía Chesapeake y las que se encuentran en torno a Florida.

En el nuevo estudio, los investigadores predicen cómo el cambio climático podría aumentar la eutrofización y las amenazas a los recursos hídricos empleando proyecciones de 21 modelos de clima diferentes, cada uno de los cuales deduce tres escenarios climáticos y dos periodos de tiempo diferentes (futuro cercano, 2031-2060, y futuro lejano, 2071-2100).

Los modelos previos habían estimado sistemáticamente que la carga de nitrógeno aumentaría en los tres escenarios posibles y en ambos periodos de tiempo. Pero en un hipotético futuro lejano «sin novedades en el frente», lo que implicaría una situación sin cambios respecto a los ritmos de calentamiento actuales, el aumento proyectado de carga de nitrógeno en Estados Unidos continental es el más alto.

Conforme a estas condiciones, el estudio afirma que los cambios en el clima alterarían los patrones de precipitación en Estados Unidos y aumentarían la contaminación por nutrientes en un 20 por ciento para finales de siglo. Las consecuencias de mayor envergadura afectarían al cinturón del maíz y al noreste del país.

Aunque algunos argumentan que esta predicción sin cambios no es probable, Anna Michalak, investigadora en el Instituto Carnegie para la Ciencia y coautora del estudio, afirma que no es tan poco realista como aparenta.

«Si observamos la trayectoria en la que nos encontramos actualmente, se parece mucho a la de una situación sin cambios», afirma Michalak. «Me encantaría que fuera poco realista y que ese camino fuera el erróneo, pero no es poco realista pensar que a no ser que nos pongamos serios sobre la mitigación y la gestión del cambio climático, este es el camino en el que nos encontramos».

Sin embargo, si aumentamos los esfuerzos por reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero y ralentizamos el avance del cambio climático, estas situaciones podrían evitarse.

Un aumento de las precipitaciones es una consecuencia esperada del cambio climático, y otros científicos han informado recientemente de que una atmósfera cada vez más caliente retendrá más agua y producirá lluvias más intensas en el transcurso de un siglo.

«Las proyecciones climáticas para el futuro muestran una sequía generalizada en el suroeste de Estados Unidos y un aumento de la humedad en el resto del país, con diferencias estacionales», explica Andreas Prein, científico del Centro Nacional de Investigación Atmosférica.

Se espera que el clima futuro produzca más lluvia en fenómenos extremos, añadió Prein, lo que significa que se espera un aumento de las precipitaciones extremas, incluso en algunas regiones que, de media, muestran tendencias de sequía.

Pese a todo, evitar el incremento del exceso de nitrógeno en las aguas de escorrentía es una tarea importante. Los investigadores han señalado que sería necesaria una reducción de un tercio del total del aporte de nitrógeno, como el uso de fertilizantes, y el control en las regiones afectadas no será suficiente.

La Agencia de Protección Medioambiental estadounidense (EPA) recomienda en la actualidad la reducción del aporte de nitrógeno en la cuenca fluvial del Atchafalaya en un 20 por ciento en relación a los niveles de 1980-1996 para mitigar los efectos negativos del nitrógeno que fluye hasta el Golfo de México.

Sin embargo, con los cambios estimados en precipitación, se necesitaría una reducción del 62 por ciento de aporte de nitrógeno para lograr un objetivo similar.

Esto podría suponer un problema en el futuro para las comunidades de todo el país donde es esencial empezar a pensar en la actualización de infraestructuras para lidiar con un futuro repunte de las tormentas extremas.

«Al desarrollar estrategias de gestión de la calidad del agua, necesitamos tener en cuenta el hecho de que las precipitaciones van a cambiar y la calidad del agua no es solo un problema local», explicó Michalak. «Necesitamos dar un paso atrás y darnos cuenta de que lo que vemos en nuestros jardines en términos de calidad de agua es acción humana a nivel local, regional y global».

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Consecuencias mundiales

Aunque el modelo de los investigadores es específico para Estados Unidos, otras áreas que se verán duramente afectadas también figuran en el estudio, entre ellas la India, China y el sureste asiático. Debido al rápido desarrollo y al crecimiento demográfico continuo de estas zonas, corren un mayor riesgo de un aumento de contaminación por nitrógeno debido al incremento de las precipitaciones.

Michalak dijo que los grandes centros de población de todo el mundo muestran ya pruebas de zonas muertas hipóxicas y crecimiento de algas dañinas.

Se trata de un problema global, afirma ella. Mediante el nuevo análisis en Estados Unidos, los investigadores han abierto las puertas a estudios en otras partes del mundo donde se espera que aumenten las precipitaciones y que registran un alto uso de nitrógeno.

«El agua sirve a muchos propósitos, e incluso si no vives cerca de agua también te afecta a ti, a las cosas que comes y a la forma en la que vives», explica Michalak. «Es extremadamente crucial entender que la sostenibilidad hídrica no tiene que ver simplemente con tener agua suficiente, sino con si los animales y las personas pueden utilizar esa agua de forma sana y segura».

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