¿Adiós a los microplásticos de tus cosméticos?

La cosmética, los detergentes, así como los productos agrícolas y médicos están un paso más cerca de desterrar los microplásticos de sus componentes, lo que eliminaría más de 400 mil toneladas en 20 años a nivel europeo

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 31 ene 2019, 15:39 CET
Muchos cosméticos y productos de higiene, como geles o exfoliantes, contienen microplásticos.
Fotografía de Fred Dott, Greenpeace
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Tu pasta de dientes, el detergente que lava tu ropa, el maquillaje, esa crema exfoliante que tanto te gusta y hasta las fibras de tu ropa. Los microplásticos impregnan nuestro día a día sin que seamos apenas conscientes de la cantidad de plástico que llega hasta el mar a través de nuestros desagües por culpa de estos pequeños productos matinales.  

La Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA, por sus siglas en inglés) fue la encargada, a principios del pasado año, de investigar al respecto por indicación de la Comisión Europea: ¿cómo podríamos limitar, e incluso eliminar, los microplásticos de todos estos productos?

Como conclusión de la evaluación de los riesgos que conllevan, la ECHA presentó ayer una propuesta de restricción de estas partículas, agregadas de forma intencionada a los productos por motivos de textura, función o incluso color. En el comunicado, la Agencia afirma que “si se adopta, la restricción podría reducir la cantidad de microplásticos liberados al medio ambiente en la Unión Europea en alrededor de 400 mil toneladas durante 20 años”.

Entre los descubrimientos, afirman que estos microplásticos agregados se concentran en el lodo de las aguas residuales, aplicado a menudo en fertilizantes, por lo que tienen más probabilidades de acumularse en zonas terrestres. Una proporción mucho menor se libera directamente al medio acuático.

Efectos de la bioacumulación de plásticos

Aunque, a día de hoy, afirman que conocer su impacto a largo plazo es imposible, sí alertan sobre el potencial de efectos adversos que puede conllevar esta acumulación en el medio ambiente, ya que pueden ser “extremadamente persistentes, durar miles de años y ser prácticamente imposibles de eliminar”. Además, denuncian que “el uso de microplásticos en productos que producen una liberación al medio ambiente no se controla adecuadamente”.

La restricción propuesta por la ECHA pone el foco en todos aquellos microplásticos que, añadidos de forma intencionada en productos, serán liberados al medio ambiente. La definición de microplástico engloba partículas de polímero sintético, microscópicas, es decir, de menos de 5 mm, que no se degradan.

Plásticos 101

Por tanto, la restricción afectaría a productos “cosméticos, detergentes y productos de mantenimiento, pinturas y recubrimientos, materiales de construcción y productos medicinales, así como diversos productos utilizados en la agricultura, horticultura, petróleo y sectores del gas”.

Los datos sobre los efectos perjudiciales son limitados, sobre todo en el medio terrestre, lo que dificulta la evaluación de sus riesgos. Sin embargo, un estudio publicado el pasado mes de octubre ya alertaba de lo inevitable: los microplásticos se encuentran en nuestros cuerpos como consecuencia de la contaminación de la cadena alimentaria.

¿Nocivos para la salud?

Aunque los posibles efectos en la salud no se conocen bien, debido a su pequeño tamaño, los microplásticos e incluso las partículas más pequeñas creadas a partir de su degradación, los nanoplásticos, pueden ingerirse fácilmente o ser confundidas con plancton en los ecosistemas, pasando así a la cadena alimentaria.

Tras analizar 102 alimentos de origen marino, un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios descubrió el pasado mes de agosto la presencia de microplásticos en el 69% de ellos.

Diversos estudios han analizado también la sal que consumimos, demostrando que los microplásticos se encuentran presentes en el 90 por ciento de las marcas de sal de mesa analizadas a nivel mundial, según un equipo de investigadores de Corea del Sur y Greenpeace East Asia. La Universidad de Alicante fue más allá y afirmó que fueron descubiertas de 60 a 280 micropartículas por kilo de sal en todos los tipos estudiados.

La restricción conllevaría también un impacto socioeconómico, que será diferente según el producto en el que tenga que aplicarse la modificación, pero esperan que “la implementación de la restricción sea rentable en todos los sectores, incluido el sector agrícola, identificado en la propuesta como la mayor fuente de microplásticos agregados intencionalmente”.

La Agencia pretende dar los últimos retoques a la propuesta de reducción de plásticos de aquí a 2020 para que sea apoyada por la Comisión Europea, cuya intención ya se situaba en esta línea a principios del pasado año.

Por aquel entonces, el vicepresidente primero Frans Timmermans, responsable de desarrollo sostenible de la Comisión, declaró en un comunicado que “si no cambiamos el modo en que producimos y utilizamos los plásticos, en 2050 habrá más plástico que peces en el mar. Tenemos que impedir que los plásticos sigan llegando al agua y los alimentos, e incluso a nuestro organismo. La única solución a largo plazo pasa por reducir los residuos plásticos, incrementando su reciclaje y reutilización”.

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