¿Cómo afecta la incineración al medio ambiente?
La cremación es cada vez más común, pero existen opciones funerarias más verdes.
Según la Asociación Nacional de Directores de Funerales estadounidense, en los últimos cuatro años las incineraciones han superado los entierros como opción funeraria en Estados Unidos. Por otra parte, algunas empresas han sugerido formas creativas de utilizar las cenizas de un ser querido, como convertirlas en un vinilo, crear un arrecife marino con ellas o comprimirlas para crear diamantes.
La incineración —así como estas formas creativas de conmemorar a los difuntos— suele promocionarse como una opción más respetuosa con el medio ambiente que el embalsamamiento y el entierro en ataúd tradicional. La preocupación por el medio ambiente y los aspectos económicos podrían ser responsables del aumento de su popularidad.
«Creo que son factores importantes [para] algunas personas», afirma Nora Menkin, directora ejecutiva de la People’s Memorial Association de Seattle, que ayuda a las personas a elegir opciones funerarias.
Aunque es cierto que la incineración es menos perjudicial que llenar un cuerpo de formaldehido y enterrarlo sobre hormigón, aún existen efectos medioambientales que hay que tener en cuenta. La incineración necesita mucho combustible y produce millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono al año, lo suficiente para que algunos medioambientalistas estén replanteándose el proceso.
Por ejemplo, la incineración media en Estados Unidos «gasta casi la misma cantidad de energía y tiene las mismas emisiones que dos depósitos de gasolina de un coche medio», afirma Menkin.
Piras funerarias más verdes
El impacto particular de una incineración depende de dónde y cómo se lleve a cabo. En India, los hindúes tienen la antigua tradición de incinerar a sus parientes en una pira al aire libre. Esta ceremonia exige talar millones de árboles y la práctica contribuye a la contaminación fluvial y del aire, ya que la mayor parte de las incineraciones en piras se celebran cerca del agua.
Desde 1992, la organización sin ánimo de lucro Mokshda Green Cremation System ha tratado de reducir esta contaminación ofreciendo a las comunidades acceso a estructuras para ritos funerarios que consumen menos combustible.
En estas estructuras, la «pira» es una bandeja de metal calentada con leña. Esta configuración gasta menos tiempo y madera que una pira tradicional. También es más sencillo pasar de una incineración a otra retirando la bandeja de metal llena de cenizas y reemplazándola con una nueva que contenga el próximo cuerpo.
Ahora mismo, hay casi 50 unidades distribuidas por nueve estados indios. Según Anshul Garg, director de Mokshda Green Cremation System, una pira de metal puede llevar a cabo unas 45 incineraciones al día. El sistema también reduce la cantidad de madera usada: de los 400 o 500 kilogramos necesarios para una cremación convencional a 100 o 150 kilogramos.
«Así que es casi menos de un cuarto de la madera necesaria», afirma Garg.
Aunque ha habido resistencia ante este método no tradicional, Garg afirma que las personas son más receptivas al sistema Mokshda ahora que en los años 90. Ya se han celebrado más de 150 000 incineraciones en piras Mokshda en India, lo que ha salvado más de 480 000 árboles, evitado la llegada de unas 60 000 toneladas métricas de ceniza a los ríos y liberado 60 000 toneladas métricas menos de emisiones de gases de efecto invernadero, según Chitra Kesarwani, responsable del programa.
Asimismo, Garg afirma que la organización sin ánimo de lucro ha recibido preguntas de otros países de África y Asia que quieren hacer sus incineraciones en piras más verdes.
En cambio, en otros países todas las incineraciones se llevan a cabo en crematorios cerrados. Los grandes problemas medioambientales de este tipo de incineración son la cantidad de energía que gasta y la cantidad de emisiones de dióxido de carbono que produce.
Debido a las regulaciones medioambientales regionales, la mayoría de los crematorios estadounidenses, por ejemplo, tienen sistemas de limpieza y filtrado, como cámaras posteriores que queman y neutralizan contaminantes como las emisiones de mercurio de los empastes dentales.
«La mayoría de los sistemas de filtración reducen los metales y las partículas en suspensión y el óxido nitroso», afirma Paul Seyler, director del departamento de marketing de Matthews Environmental Solutions, que fabrica tecnología de cremación.
Sin embargo, estos filtros no neutralizan el CO2 generado por la incineración, como el gas generado como subproducto de calentar un cuerpo a 650 grados Celsius o más. Matthews estima que una incineración produce una media de 242,5 kilogramos de dióxido de carbono. Con esta cifra, Seyler estima que las incineraciones estadounidenses equivalen a casi 360 000 toneladas métricas de emisiones de CO2 al año.
Regreso a la tierra
Una opción para quienes no quieren gastar tanto combustible ni generar tanto dióxido de carbono al morir es la hidrólisis alcalina. A veces se denomina incineración en agua y es una forma de disolver el cuerpo en agua que aún no ha llegado a España, aunque es legal en algunas partes de Estados Unidos y Canadá.
La hidrólisis alcalina «tiene casi una décima parte de la huella de carbono de una incineración convencional. Aunque el proceso exige una cantidad similar de tiempo, no se necesita tanto calor y es el agua la que hace la mayor parte del trabajo», afirma Menkin. Asimismo, el proceso libera cero emisiones del cuerpo.
Al igual que en la incineración, tras la hidrólisis alcalina quedan restos que las familias pueden guardar en una urna o esparcir en un lugar especial. El proceso genera mucho líquido orgánico fangoso que tiene algunos usos prácticos.
«Algunas instalaciones capturan el líquido y se lo llevan para usarlo en tierras agrícolas; es un fertilizante excelente», afirma Menkin. «Pero en la mayoría de los casos, acaba en el sistema de alcantarillado municipal. Y muchos sistemas de alcantarillado lo agradecen, porque contribuye a la mejor calidad de las aguas residuales».
En el futuro, es probable que existan muchas más alternativas a la incineración. Este año, el estado de Washington se convirtió el primero de Estados Unidos en legalizar un tipo de compostaje de cadáveres llamado reducción orgánica natural o recomposición. A partir de 2020, este proceso convertirá los cuerpos en tierra útil que amigos y familiares pueden usar o donar a la región de Puget Sound. En Estados Unidos también es legal elegir el denominado entierro natural, en el que se permite que el cuerpo se descomponga bajo tierra sin añadir sustancias químicas, hormigón ni material sintético.
En última instancia, habrá que tener en cuenta muchos factores a la hora de hacer los preparativos funerarios, como el coste de cada opción, si se ajusta a las prácticas religiosas o culturales y si está disponible en una zona determinada. Pero ante el creciente abanico de opciones funerarias, es cada vez más fácil pasar de las cenizas a las cenizas siendo respetuosos con el medio ambiente.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.