La gente está empezando a coleccionar botellas de metal y, efectivamente, no es una buena idea

Las botellas de agua de acero inoxidable se han convertido en un símbolo de concienciación. Algunos se preguntan si esta buena práctica de reutilización está fomentando el consumismo derrochador.

Por Avery Schuyler Nunn
Publicado 24 ene 2024, 10:39 CET, Actualizado 31 ene 2024, 13:18 CET
Botella de agua reciclable

Las botellas de agua reutilizables han pasado de ser herramientas para la sostenibilidad a símbolos de estatus, pero los expertos medioambientales afirman que siguen siendo mejores para el medio ambiente que el plástico.

Fotografía de Westend61, Getty Images

Impresa en un periódico estadounidense de 1913, la escena de un picnic familiar anunciaba una cantimplora revolucionaria: un producto sellado al vacío que mantendría caliente lo caliente y frío lo frío. "El primer coste es el último, y se eliminan el gasto y la molestia de comprar piezas nuevas", rezaba, y la Stanley Super Vac se convirtió poco después en un emblema de durabilidad y longevidad.

Ahora, un siglo después, la empresa Stanley se ha alejado de su espíritu tan entusiasta de la naturaleza.

En 2016, lanzó su botella "Quencher" de 45 dólares y 1133 gramos, y en 2020, amplió sus opciones de color de su estándar "Hammertone Green" a una gama de colores de edición limitada, creando competencia entre los consumidores para cada botella. En 2023, la popularidad de las botellas de agua Stanley se disparó, generando unos ingresos anuales de 750 millones de dólares. Y en las últimas semanas, vídeos virales en las redes sociales y reportajes han mostrado a consumidores que construyen estanterías enteras para su colección de botellas, niños de los que se burlan en los colegios por tener Stanleys "de imitación" y clientes ansiosos que acampan frente a grandes almacenes en Estados Unidos para conseguir el último color y, a veces, incluso se pelean físicamente por las nuevas botellas.

Stanley es sólo el último envase que se ha visto envuelto en la moda de las botellas de agua reutilizables. Antes llegaron YETI, Hydroflask, Swell, Nalgene y muchos más. La compra constante de nuevas botellas reutilizables pone en duda su sostenibilidad, y algunos vídeos populares en Internet muestran incluso a usuarios llenando sus botellas reutilizables con agua embotellada en plástico.

Lo que antes era una herramienta de sostenibilidad se ha convertido en un símbolo de estatus.

Los expertos afirman que eso no es necesariamente malo: cualquier paso hacia la sostenibilidad puede ser un buen paso, aunque sea con fines estéticos, siempre que los consumidores utilicen realmente las botellas para el fin previsto: la reutilización.

(Relacionado: El destino de nuestras aguas)

La confusión psicológica del agua portátil

Aja Barber, defensora y autora de Consumed: The Need for Collective Change [Consumido: La necesidad del cambio colectivo], afirma que las tendencias sociales que confieren estatus a los objetos, como las botellas de agua, pueden aprovecharse de las inseguridades de los niños. Las botellas de agua reutilizables, en particular, apelan a las ansiedades sociales de las chicas jóvenes que buscan encajar con sus iguales.

"Los niños no se levantan un día y piensan: 'Oh, quiero esto'. Se les inunda de spam", afirma; "se les envía el mensaje [a través de las redes sociales] de que adquirir ciertos productos hará que su vida sea mejor, y tu pelo más brillante, y la gente querrá ser tu amiga".

Intentar comprar menos y a la vez estar al día de las tendencias no es fácil. Para evitar esta trampa, Barber dice que los consumidores deben tratar de entender qué motiva su compra.

"Pregúntate por qué quieres esta cosa en concreto. ¿Crees que envía un mensaje sobre quién eres? ¿Lo utilizarás realmente durante más de 10 años?", afirma Barber.

Aunque reconocen el fuerte impacto climático del consumismo, los expertos señalan que, por algunas razones, es esencial no confundirlo con una opción peor que las compras de plástico de un solo uso.

"Cada trozo de plástico que tienes en tu vida y con el que interactúas va a estar en este planeta más tiempo del que estará tu propio cuerpo", afirma Barber.

Comparando el impacto ambiental de las botellas de agua

Las propias botellas de plástico fueron en su día accesorios de moda, promocionados como alternativas saludables al agua del grifo en la segunda mitad del siglo XX. Pero en la última década, los consumidores se han vuelto cada vez más conscientes y preocupados por la creciente crisis de la contaminación por plásticos. Después de las bolsas de plástico, las botellas de plástico son las segundas que más contribuyen a la contaminación: representan el 14% de todos los residuos vertidos.

Anualmente, aproximadamente ocho millones de toneladas de residuos plásticos llegan al océano, lo que equivale a colocar cinco bolsas de basura llenas de desperdicios en cada metro de costa del mundo.

Sin embargo, las botellas de agua reutilizables también se fabrican a partir de un proceso que consume mucha energía, y los expertos señalan que fabricar una sola botella reutilizable puede producir más emisiones que producir una botella de plástico de un solo uso.

Un estudio de 2010 encargado por Nestlé (uno de los principales contaminantes plásticos de los últimos cinco años) concluyó que una nueva botella reutilizable de aluminio tenía que usarse entre 10 y 20 veces para compensar el impacto de su botella de plástico comercializada de forma sostenible. Pero los investigadores señalan que estas evaluaciones del ciclo de vida no se realizan de forma holística y suelen estar financiadas por grandes empresas.

"Si sólo se tiene en cuenta el primer uso, ya sea una bolsa de plástico, una botella de agua de plástico o cualquier artículo de plástico desechable, siempre va a tener una huella [de carbono] menor que un artículo reutilizable, pero la cuestión es la reutilización", afirma Sherri A. Mason, química de la Universidad Estatal de Pensilvania (EE. UU.) y destacada investigadora de la contaminación por plásticos en agua dulce.

"No cabe duda de que el plástico de un solo uso es el peor", afirma Thanos Bourtsalas, experto en economía circular de la Universidad de Columbia (EE. UU.). Señala que, si bien una botella individual de plástico de un solo uso puede requerir menos energía para su producción, el impacto de la contaminación por plástico es una amenaza mucho mayor no solo para los entornos marinos, sino incluso para la salud humana.  

Un estudio publicado recientemente revela que, de media, una botella de agua de un litro contiene casi 250 000 piezas de nanoplástico, un hallazgo con implicaciones preocupantes pero poco claras para nuestra salud.

"La idea de que el agua embotellada es más limpia o segura que la del grifo en Estados Unidos no es cierta", afirma Mason: "No está regulada como el agua del grifo". En cuanto a España, la calidad de nuestra agua potable es tan alta que la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) acostumbra a realizar clasificaciones con las mejores aguas, clasificadas por ciudades.

(Relacionado: ¿Es perjudicial el agua del grifo en Estados Unidos?)

¿Tienen sentido los debates sobre el agua embotellada?

Las crisis medioambientales, desde el cambio climático hasta la contaminación por plásticos, afectan de forma desproporcionada a las comunidades marginadas. Por eso, los expertos afirman que los debates sobre bienes de consumo, como las botellas de agua, no deberían distraer la atención de la mayor solución climática de todas: políticas que limiten y corten las principales emisiones de combustibles fósiles.

"Acciones individuales como elegir botellas reutilizables son importantes, pero no bastan por sí solas para abordar la crisis climática", afirma Bourtsalas.

(Relacionado: ¿Cómo ahorrar agua?)

Una reciente ley de California obliga a los productores a garantizar la reciclabilidad o compostabilidad de todos los materiales de envasado vendidos, distribuidos o importados en el estado para 2032. Y en marzo de 2022, los jefes de Estado, los ministros de Medio Ambiente y otros representantes de los Estados miembros de la ONU de 175 naciones acordaron elaborar un tratado jurídicamente vinculante sobre la contaminación por plásticos para finales de este año.

Los investigadores están explorando soluciones para hacer realidad el cambio en todo el sistema. Un estudio reciente realizado por OCEANA destaca que si las empresas de bebidas aumentaran sus envases reutilizables en tan solo un 10% para 2030, podrían eliminar más de 1 billón de botellas y vasos de plástico de un solo uso, y evitar que hasta 153 000 millones de estos envases lleguen a los océanos y vías fluviales de nuestro mundo.

"Como sociedad, tendemos a centrarnos en aspectos concretos y a ignorar los problemas más importantes", afirma Bourtsalas; "en algún momento tendremos que empezar a ver el mundo en su conjunto. El cambio climático es una lucha global, y necesitamos soluciones globales".

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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