Cameron quiere volver a la Fosa de las Marianas después del éxito de su primera inmersión

Por Redacción National Geographic
Cameron quiere volver a la Fosa de las Marianas después del éxito de su primera inmersión

16 de abril de 2012

Tras su histórica inmersión en las Fosas de las Marianas el mes pasado, James Cameron trajo consigo imágenes de un paisaje marino «casi lunar» carente de vida.

Sin embargo, pocas semanas después, el famoso director de cine y explorador está deseando volver a sumergirse en el Abismo Challenger, un valle de la Fosa de las Marianas que es considerado el punto más profundo de la Tierra.

«No te puedes hacer una idea después de un primer vistazo», afirmó ayer Cameron a National Geographic News a bordo del Mermaid Sapphire, en el puerto de Apra, en Guam.

«No conseguí llegar muy arriba de la ladera norte.     Buscaba una falla y no fui capaz de encontrarla hasta que se me acabó el tiempo de inmersión, por lo que necesito volver y explorar más la zona».

Sin embargo, de momento Cameron y su equipo están ultimando lo que llaman la Fase 1 del proyecto DEEPSEA CHALLENGER en colaboración con National Geographic y Rolex.

«Siempre pensamos en dos partes», afirma Cameron. «La primera fase se centra en probar y mejorar la tecnología, la segunda es más científica».

Por ejemplo, el 1 de abril Ron Allum, codiseñador del submarino DEEPSEA CHALLENGER, realizó una inmersión de 1000 metros en las costas Ulithi, un pequeño atolón del Pacífico. Durante su expedición, Allum tomó imágenes y videos de la vida submarina y recogió muestras con al brazo mecánico del submarino.

«Se trata de un trozo del coral que crece en el flanco de una montaña submarina», explica el miembro de la expedición Patricia Fryer, geóloga marina del Instituto de Geofísica y Planetología de Hawai.

Una experiencia religiosa

Cameron, que también es explorador residente de la Sociedad National Geographic, afirma que en un primer lugar el equipo planeó alrededor de doce inmersiones en la Fosa de las Marianas durante la primera fase del proyecto.

Sin embargo, un accidente que tuvo lugar en febrero y que acabó con la vida de dos miembros de la tripulación, junto con una serie de problemas técnicos y el mal clima provocó la reducción del programa.

Finalmente, durante la inmersión récord que realizó el 25 de marzo, las seis horas con las que contaba Cameron no fueron tales debido a un escape de fluido hidráulico que inutilizó el brazo mecánico, y los problemas que surgieron en los propulsores.

Varios días después, Cameron se tomaba los problemas técnicos con calma: «Si algo he aprendido de mi experiencia en el océano es que a menos que vayas en un submarino turista que hace la misma inmersión todos los días, te encontrarás con problemas de este tipo».

Al recordar su breve incursión en el Abismo Challenger, donde solamente han llegado otras dos personas, Cameron afirma que su primera visión fue como una experiencia religiosa.

«Al ver esa luz tan tenue hay un momento en el que crees que ni siquiera hay un fondo, que simplemente vas a seguir bajando y bajando sin llegar a ningún sitio».

Cameron añade que no sufrió ningún problema físico ni mental tras la inmersión, aunque sí experimentó un enorme cansancio al llegar a la superficie.

«Estaba completamente agotado emocional y físicamente», comenta. «Habíamos estado dos días despiertos, así que en cuanto encontré un sitio para tumbarme, me quedé inconsciente».

Si sus planes se lo permiten, le gustaría volver a sumergirse con el DEEPSEA CHALLENGER. «Me encantaría hacer más inmersiones, pero no estoy seguro de tener mucho tiempo los próximos años si hago Avatar 2 y 3».

Ahora que se ha demostrado que su submarino puede ser de gran utilidad para la ciencia, Cameron afirma que no pondría objeciones a que otros científicos lo utilizaran en su lugar. «No tengo por qué ser yo el que lo pilote. Otros pueden sumergirse en él».

Fryer añade que no dudaría en aprovechar la oportunidad: «Sería la primera en comprar un billete».

En busca de fondos para la Fase 2

Sin embargo, según Cameron, las futuras inmersiones dependen en parte de los fondos que obtenga el proyecto.

«Tenemos el equipo. Lo que necesitamos son fondos para apoyar no solamente la investigación inicial, sino los análisis que deberán llevarse a cabo una vez consigamos las muestras», afirma.

«Y necesitamos fondos simplemente para conseguir el tiempo de fletamento, que es lo verdaderamente caro. Se necesita un millón de dólares al mes para pagar los costes del barco. Está por ver que podamos volver el año que viene».

Andy Bowen, director del proyecto Nereus, un vehículo operado por remoto que exploró el Abismo Challenger en 2009, afirma que los fondos que obtenga el proyecto DEEPSEA CHALLENGE dependerán de la calidad de las propuestas del equipo científico.

«La cuestión es, ¿ofrecerán los científicos respuestas que solamente se pueden obtener con su submarino?», se pregunta Bowen, de la Institución Oceanográfica Woods Hole.

Doug Bartlett, jefe del equipo científico de DEEPSEA CHALLENGE y biólogo marino del Instituto Scripps de Oceanografía de San Diego (California), cree que es posible que el proyecto encuentre cierta oposición dentro de la comunidad científica.

«Suelen ser bastante conservadores y el submarino de Jim tiene todo menos un diseño conservador».

Por su parte, el equipo de Bartlett está sacando el mayor provecho posible a sus últimos días en la zona llevando a cabo más experimentos. «Jim nos ha dado una gran oportunidad», afirma. «Queremos aprovecharla al máximo y conseguir material de gran valor científico».

Por ejemplo, el equipo envió recientemente una sonda no tripulada a una sección inexplorada del Abismo Challenger y recogió con éxito docenas de los pequeños anfípodos parecidos a las gambas que Cameron vio durante su inmersión.

«También tenemos imágenes y videos en 3D de la inmersión», añade Bartlett. «Fue todo un éxito».

«Estoy seguro de que los científicos estarán deseando tener acceso a material como éste», comenta el jefe de proyecto, Bowen.

«La conclusión es que hay tan poco material e información de la zona hadal (el nivel más profundo del océano, por debajo de los 6000 metros) que cualquier cosa es considerada de gran valor y los científicos matarían por ella».

Ciencia y turismo

Cameron afirma que hay muchísimos sitios que serían buenos candidatos para sus expediciones. «Si sumamos la superficie total de las profundidades de la zona hadal tenemos una extensión igual a los Estados Unidos».

«Así que podríamos decir que tenemos todo un continente marino por visitar y explorar que exige artefactos como el DEEPSEA CHALLENGER».

Aunque actualmente el submarino de Cameron es el único sumergible tripulado capaz de llegar al Abismo Challenger, otras empresas, como Virgin Oceanic, de Richard Branson, o Triton, el fabricante de submarinos de lujo, afirman que cuentan con vehículos que pueden sumergirse en esa zona y ofrecer tal posibilidad a los turistas.

Sin embargo, a Cameron le preocupa que la gente no entienda el riesgo que esto conllevaría. Él no está, sin embargo, interesado en llevar turistas a bordo del DEEPSEA CHALLENGER.

«Hay que trazar una línea muy clara entre ciencia y turismo».

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