Héroe del agua: Zeb Hogan

Por Redacción National Geographic
Zeb Hogan

5 de septiembre de 2010

Nombre: Zeb Hogan
Lugar de nacimiento: Arizona
Ciudad actual: Reno, Nevada
Ocupación:Profesor auxiliar de investigación, Universidad de Nevada (Reno)

De niño ¿qué querías ser de mayor?

No recuerdo lo que quería SER (excepto durante un breve período en el que quise ser camionero), pero siempre hubo cosas que quise HACER: ver a un tiburón ballena en el agua, visitar Madagascar, aprender submarinismo. En algún momento de mi vida, todas las cosas que quería hacer de niño se mezclaron con mis intereses académicos (biología, idiomas, actualidad) y los trabajos de verano en la universidad (como monitor auxiliar en proyectos de protección de las pesquerías autóctonas de Arizona) por lo que terminé haciendo una licenciatura y un posgrado para obtener la titulación de biólogo especializado en la protección del medio ambiente. Recuerdo también haber sido muy aficionado a los documentales en mi juventud, por lo que mi atracción por la biodiversidad y el mundo natural siempre ha sido muy acentuada. Me despertaba muy temprano, antes que nadie de la familia lo hiciera y veía el programa Wild Wild World of Animals que, por algún motivo, emitían a las 6 de la mañana. Probablemente eran reposiciones. Me encantaba el programa por lo que aún recuerdo la sintonía y aún hoy podría pasar 6 horas seguidas viéndolo con la misma afición de antaño.

¿Cómo empezaste a trabajar en tu área de especialización?

Mi carrera ha sido similar a la de muchos investigadores, en realidad: instituto, licenciatura, posgrado, doctorado, universidad. Aunque no lo planifiqué así directamente. En mi caso, pienso que una cosa llevó a la otra, ésta a otra y así sucesivamente.

Mi interés en el agua surgió a una edad muy temprana, cuando mi madre me enseño a nadar. El otro día estaba viendo un viejo «álbum de mi infancia» y leí un comentario que decía que aprendí a nadar antes que caminar. Decía algo así como: «zeb puede nadar tan lejos como lo permite su respiración» (lo que me hace sospechar, mamá, que no estada nadando sino que me estaba hundiendo). En Arizona, donde crecí, todos los niños adoran el agua puesto que el verano es sumamente caluroso. Pasaba mis veranos nadando en la piscina de mi vecino, y después hacía senderismo o acampada, siempre en lugares cercanos al agua. Cuando pasé al octavo grado, le escribí a todos los acuarios de Estados Unidos, a ver si ofrecían plazas para voluntarios. Por suerte, un acuario de Woods Hole (Massachusetts) ofrecía un programa de becarios y amigos de la familia vivían en Cape Cod.

Posteriormente, en la Universidad de Arizona, obtuve un puesto en la unidad de investigación cooperativa del departamento de fauna de EE.UU., como monitor auxiliar, ayudando a alumnos de posgrado en sus investigaciones sobre la fauna acuática de Arizona. Un verano colaboré en la detección de los efectos de las especies invasoras sobre el matalalote jorobado (nativo de Arizona) y el siguiente verano estudiamos el impacto de las descargas controladas (inundaciones artificiales), desde la represa del Cañón Glen, en la distribución y las migraciones del flannelmouth sucker (otro pez autóctono de Arizona). Estos trabajos de verano consolidaron mi interés en la biodiversidad de especies fluviales y muy especialmente, en las especies en peligro ya que muchos peces del suroeste desértico están en vías de desaparecer.

Tras la Universidad de Arizona, solicité una beca Fulbright en Tailandia para investigar el efecto de la construcción de 12 diques en la especies migratorias que habitan el río Mekong, y tras un año allí, accedí a un programa de Ph.D. en la Universidad de California para continuar con la investigación. Tras siete interminables años de posgrado y alrededor de 20 viajes al sureste asiático, finalicé mi Ph.D. y comencé otro posdoctorado en la Universidad de Wisconsin. Este curso se centraba en la conservación de la trucha más grande del mundo: la taimen. Después de acabar el posdoctorado, obtuve un puesto en la Universidad de Nevada (Reno) y formalicé mis vínculos con National Geographic. En los últimos cuatro años, he trabajado como profesor auxiliar de investigación en la UNR, trabajando principalmente en proyectos patrocinados por National Geographic, centrados en la ecología y la protección de los grandes peces de agua dulce.

¿Qué te motivó a dedicar tu vida al agua?

Buena pregunta, pero difícil de responder, puesto que mi inspiración procede de muchas experiencias vividas desde hace mucho tiempo. Desde que tengo uso de razón, me ha encantado el agua dulce (especialmente los cauces claros con movimiento). Siempre he pensado que los peces son seres fascinantes (hermosos y de todas formas y tamaños, ocupan casi todos los hábitats acuáticos de la Tierra, algunos pueden volar, otros respiran aire y otros te pueden electrocutar o envenenar mientras que otros, como el salmón y el esturión, llevan a cabo migraciones épicas desde sus predios de alimentación a los de desove. Por esos motivos, para un biólogo que aprecia la vida al aire libre, los peces de agua dulce son los animales perfectos para estudiar (diversos, ampliamente distribuidos, importantes económicamente e interesantes desde la perspectiva ecológica y evolutiva).

 

Por supuesto, con el transcurrir de los años, llega a ser más que eso, siento que mi trabajo se torna cada vez en algo más personal y urgente. Cuarenta por ciento de las especies de agua dulce de Norteamérica están en peligro de extinción. Un tercio de las especies europeas están en peligro. Y un setenta por ciento de las especies de gran tamaño están gravemente amenazadas. Esta cifra engloba a 700 especies de agua dulce en Norteamérica y a 200 en Europa. Llega el punto que, cuando me reúno con otros biólogos acuáticos en nuestra reunión anual, conocemos la extinción de otra especie cada año. Es muy duro escuchar eso y no sentirse motivado a hacer algo para ayudarlos. En los últimos 10 años, he visto el pez espátula chino, probablemente el más grande de agua dulce, desaparecer de la faz de la tierra y en los últimos 20, he visto la captura del bagre gigante del Mekong (en grave peligro de extinción) reducirse en un 95 por ciento. En 2003 y 2004, cada muerte documentada me dejaba triste y frustrado.

Mi pasión por el agua dulce procede, en parte, de mi amor, fascinación y curiosidad por los hábitats acuáticos y sus moradores, y por otra, de reconocer que los peces de aguadulce son los verdaderos desamparados de la naturaleza, al menos en lo que amenazas se refiere, debido al crecimiento constante de asentamientos humanos que necesitan agua potable de forma exponencial. Obtengo mi inspiración al saber que los peces de agua dulce necesitan ayuda y tengo la esperanza de que vamos por la senda adecuada, es decir, espero que podamos llegar a un balance entre nuestras necesidades y las necesidades de otros (en este caso, los otros son los animales que dependen del agua dulce para sobrevivir).

¿Como sería un día normal para ti?

Cada día es diferente. Cuando estoy en la universidad, la paso leyendo trabajos científicos, comunicándome con colegas y personal de National Geographic, redactando artículos e informes, planificando viajes y asistiendo a reuniones. Aparte de mi trabajo administrativo en la universidad, también viajo cada vez que puedo para asistir a conferencias o dar ponencias, casi siempre sobre mis intereses e investigaciones de biodiversidad en agua dulce, en especial sobre las especies en peligro.

Cuando estoy haciendo trabajo de campo, paso casi todo mi tiempo en el agua o cerca de ella. En el sudeste de Asia, la mayor parte de mis lugares de investigación están situados cerca de áreas pobladas por lo que dependo de los pescadores para recopilar los datos pertinentes.

Mi viaje más reciente fue a las cascadas Khone en Laos, las únicas del lecho principal del río Mekong. La región de las cascadas Khone es uno de los lugares más importantes para los peces migratorios y para las personas que dependen de su pesca como medio de vida, a lo largo de toda la cuenca del Mekong. Hay más de 200 especies en las cascadas y el consenso general es que la mayoría son migratorias. Cada año, millones de peces ascienden penosamente por las cascadas y los pescadores del área aprovechan estos éxodos anuales para capturar un gran volumen de presas. Durante mi estadía en las cascadas supe de la existencia del Canal Sahong, una de varias rutas entre las cascadas. El consenso general es que el Canal Sahong es el más importante para las migraciones de verano e invierno de varias especies de peces, incluidos los verdaderamente grandes, como el bagre gigante del Mekong, en grave peligro de extinción. Estando allí, conversé con los pescadores sobre los patrones migratorios durante el transcurso de un año (primero pequeñas carpas, después bagres pequeños y después los gigantes), el momento de las migraciones, los métodos utilizados para capturarlos, además del volumen y la talla de la pesca.

Tuve suerte de llegar al Mekong en el momento exacto del flujo de mayor visibilidad por lo que pude bucear y ver los ejemplares bajo el agua, contemplar las migraciones e incluso algunas de las técnicas usadas por los nativos, como la pesca con arpón o redes sobre las cascadas. Las Cascadas Khone son un lugar único en el mundo, (un emplazamiento patrimonio de la humanidad queda corriente arriba) y el Canal Sahong es la ruta más importante de las que atraviesan las cascadas. Lamentablemente, el Canal Sahong es la localización prevista de una represa que cortaría la conexión entre las fértiles planicies corriente abajo en Camboya y los grupos de desove corriente arriba en Laos. Aunque no hay suficientes datos para evaluar las consecuencias con precisión, el coste de las pesquerías podría sobrepasar los beneficios potenciales de la represa.

¿Tienes a algún héroe?

Sé que suena a tópico, pero de niño admiraba a Jacques Cousteau. No tenía que ver con su aspecto o su forma de hablar ni nada por el estilo, sino con el hecho de que explorara océanos y arrecifes y los compartiera con gente como yo. Sin sus programas, no habría tenido ni idea de como era la vida en los océanos por lo que sus programas me abrieron las puertas de un nuevo mundo, era un pequeño totalmente fascinado por la fauna marina. Estoy seguro de que habían miles de niños como yo. También me gustaban sus libros: tenía uno sobre delfines que no podía dejar de leer. Y por supuesto, cuando me hice mayor, aprendí a bucear, probablemente por esos programas.

Al madurar empecé a conocer a otras personas que trabajaron duro en el medio y que marcaron la diferencia en el mundo. E.O. Wilson me viene a la mente inmediatamente, también Daniel Pauly y Ransom Myers. Hace poco ví La Cala, un documental sobre la matanza de delfines en Japón, y aunque Ric O'Barry no es uno de mis héroes, pensé que había hecho un buen trabajo con la historia. Y tenían un mensaje verdaderamente importante que transmitir.

Si pudieras instar a la gente a colaborar en algo para salvar el agua dulce ¿qué le pedirías?

Que se interesen. Que no ignoren los problemas. Que hagan algo, aunque sea pequeño, una vez a la semana o una vez al mes. Hay tantas maneras hoy en día para marcar la diferencia: escoja una opción factible para usted en función del tiempo que tenga (hágase voluntario), su situación financiera (hágase donante), sus inclinaciones políticas (involúcrese en el proceso político) y en su hogar (haga mejoras en su casa o vecindario).

Las soluciones pueden ser tan sencillas como cambiar del agua embotellada a la de grifo, o poner puntas ahorradoras en los grifos de su casa. Puede involucrarse a otros niveles, si vive cerca de una universidad, haga donaciones a un instituto de investigación o al club acuático del alumnado; si vive cerca de un arroyo o un río, reserve un día para ayudar en la limpieza de sus riberas. Haga donaciones a organizaciones como American Rivers o National Geographic para apoyar sus nuevas iniciativas de protección del agua dulce.

El contacto con funcionarios gubernamentales puede tener un gran impacto, ya que varios estados y el gobierno federal están buscando formas de aumentar el flujo medioambiental en algunas cuencas fluviales. En Nevada, por ejemplo, hay un actuación en curso para trasvasar más agua al lago Walker, un acuífero que está a punto de fenecer debido a la reducción de sus afluentes, y en Texas también buscan reducir la extracción de aguas del acuífero Edwards. A medida que crece el movimiento en pro de los flujos medioambientales, es más fácil involucrarse en la promoción de ríos y lagos sanos.

¿Cuál ha sido tu experiencia favorita en el campo? ¿Tu mayor desafío?

Mi experiencia favorita en el trabajo de campo es colaborar con un buen equipo y recopilar datos que posteriormente ayudarán a proteger especies acuáticas en peligro. A veces no es tan fácil como suena, puesto que, después de todo, es difícil discernir si la investigación se traducirá en una mejor gestión, pero cuando sucede, es muy gratificante. Para ilustrar el punto, te comento que formé parte de un grupo de científicos que trabajaba en el río Eg-Uur de Mongolia y nuestra tarea era recopilar datos biológicos y ecológicos básicos sobre la trucha más grande del mundo, la taimen. Como parte de nuestro estudio, detectamos que la taimen del Eg-Uur no viaja grandes distancias y depende posiblemente de áreas relativamente pequeñas de «hábitat primordial» para su supervivencia. Nuestra investigación también sugiere que la taimen no puede soportar una mortalidad elevada debido a la pesca. Parcialmente, como resultado de nuestro trabajo, el gobierno mongol está considerando hacer que toda la pesca en Mongolia se haga mediante la modalidad de captura y liberación. Esto ayudará a que permanezcan poblaciones sanas de taimen en Mongolia para el disfrute de generaciones futuras.

Recientemente, he participado en varios documentales de televisión y creo que la mejor experiencia es sentir que el programa ha transmitido correctamente la idea de la historia. Entiendo que no parece gran cosa, pero el proceso de realización de un documental para televisión es largo y tedioso, con la participación de muchas personas, desde el canal de TV, los guionistas, el personal de producción, los cámaras e investigadores, sin mencionar a los biólogos y pescadores que conocemos en las locaciones y, por último, cómo olvidar a los PECES. Hay otros asuntos que se deben tener en cuenta como la estacionalidad (¿Estarán los peces allí en ese momento?), logística (¿Cómo trasladamos a todo un equipo al otro lado del mundo?) y por supuesto, el dinero. Lo que intento decir es que es un proceso extremadamente complicado, pero cuando veo en el producto final que todos han realizado un buen trabajo y que la mayoría de los participantes lo consideran un producto de calidad, siento algo muy gratificante.

¿Cuáles son tus otras aficiones?

Mi familia, mis amigos, mis recuerdos, el senderismo, las acampadas, los viajes, la exploración, los animales que nunca he visto, saltar desde una cuerda, los riachuelos en Arizona, la nieve fresca, el café.

¿Qué haces en tu tiempo de ocio?

Lo de todo el mundo, salir con amigos, ver películas, leer, trabajar en mi huerta, montar bici de montaña, hacer senderismo y nadar. También paso mucho de mi tiempo libre en actividades relacionadas con mi trabajo (ayudando a otros científicos con sus proyectos, visitando acuarios, viendo peces en embalses y cascadas, pescando o sentándome a la orilla de un río a ver el mundo pasar.

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