¿Tsunamis en Marte? Una nueva teoría provoca revuelo

Las observaciones parecen sugerir olas catastróficas en el pasado del planeta, pero no todos los expertos están convencidos de que existiesen océanos.

Por Nadia Drake
Imagen de posible sedimentación cíclica en Arabia Terra en Marte
Un satélite de la NASA muestra el relieve de Arabia Terra, una de las zonas investigadas en busca de antiguos tsunamis.
Fotografía de NASA, JPL, University of Arizona

20 de mayo de 2016

En nuestro planeta, los tsunamis provocados por los terremotos pueden ser catastróficos. Pero en Marte, la caída de meteoritos podría haber generado tsunamis diez veces más grandes que ninguno que hayamos visto aquí, auténticas olas monstruosas capaces de sumergir la Estatua de la Libertad y edificio del Capitolio de los Estados Unidos. Los mega tsunamis habrían tenido lugar hace unos tres mil cuatrocientos millones de años, cuando dos grandes rocas espaciales cayeron en un frío mar del norte de Marte. El primero de estos impactos, según un estudio publicado esta semana en Scientific Reports, generó unas inmensas olas de casi 120 metros de alto, que transportaron a muchos kilómetros tierra adentro rocas del tamaño de un autobús. Las olas inundaron más de 570.000 kilómetros cuadrados, un área más grande que la mayor parte de los estados de los EEUU. El segundo impacto, que habría sucedido varios millones de años después, cayó sobre un planeta que ya era un poco más frío. En lugar de caer en un mar de agua, el meteoro colisionó con un mar congelado, y en lugar de inundar las llanuras marcianas y después retirarse, las olas semicongeladas penetraron en tierra y allí se quedaron.

Uno de los coautores del estudio, Alexis Rodríguez, del Instituto de Ciencias Planetarias de Arizona, nos explica que, en la actualidad, las pruebas de la existencia de estos cataclismos son unos canales abiertos por las olas en retroceso, campos en forma de lóbulo en los que abundan las rocas, y cráteres que parecen haber estado llenos de un agua marina que ahora ya no está. Es una hipótesis interesante que además es coherente con las observaciones realizadas por varios artefactos espaciales que orbitan Marte. “Pienso que han hecho un muy buen trabajo elaborando una hipótesis que es en sí misma coherente y que está justificada por las pruebas que señalan”, comenta Don Banfield, de la Universidad Cornell.

Sin océano no hay tsunamis

Pero aún así, Banfield y otros insisten en que es necesario aclarar minuciosamente ciertos detalles antes de dar por probada la hipótesis. Lo primero y más importante: para que haya un tsunami, tiene que haber un océano. Y no está claro si Marte tuvo un océano norte durante el Hespérico, la era de hace unos tres mil cuatrocientos millones de años en la que Rodríguez y sus colegas sitúan los tsunamis. Hay pruebas sólidas de que el planeta rojo estuvo cubierto de agua, ya que ésta ha dejado sus huellas en las redes de valles y canales que existen en la superficie marciana. Pero esas formaciones se crearon en el periodo Noeico, de modo que tienen aproximadamente tres mil ochocientos millones de años, lo que significa que ya existían cuando Marte perdió la mayor parte de su atmósfera, que permitía al planeta tener agua. Cuando esa atmósfera fue desapareciendo y el planeta se congeló, se hizo imposible la existencia de agua líquida en su superficie. Pero es muchísimo lo que desconocemos sobre el antiguo clima marciano, de modo que aunque es posible que existiesen océanos, no está claro si durante el Hespérico todavía había grandes masas de agua. “En aquel punto, es probable que la atmósfera de Marte se hubiese deteriorado mucho en relación al periodo Noeico tardío, que es cuando tenemos más pruebas de erosión por agua líquida”, explica Robin Wordsworth, de Harvard. Pero según Rodríguez, eso no tiene por qué ser un problema. Podría haber existido un océano fugaz más adelante, quizá uno extremadamente salado que no se congeló. Y aunque el meteorito cayese sobre un océano cubierto de hielo, generaría un tsunami. Pero es necesario seguir investigando para determinar con exactitud cómo pudo ocurrir. Encontrar costas bien conservadas apoyaría la idea de que Marte tuvo océanos, pero es muy difícil obtener pruebas como esas. Joel Davis, del University College London, explica que “la idea de un océano no está fuera de lo posible, pero mucha de la geología de las tierras bajas del norte ha quedado oculta por materiales más jóvenes y por la erosión, de modo que es complicado encontrar pruebas directas de un antiguo océano.” Banfield está de acuerdo: “La búsqueda de costas características de antiguos mares marcianos ha sido complicada. Algunos creen haberlas encontrado, otros tienen dudas sobre estas supuestas costas”. Pero Rodríguez y sus colegas piensan que su trabajo ofrece una explicación de por qué esa costa está ausente: ha quedado erosionada y modificada por los mega-tsunamis que inundaron el planeta durante el Hespérico tras la caída de los meteoritos. “Si había un océano, los tsunamis serían una buena explicación de por qué no se detecta una costa”, dice Wordsworth.

La alternativa glacial

Hay científicos que opinan que las supuestas pruebas de la existencia de los tsunamis tienen explicaciones alternativas que no implican antiguos cataclismos. El transporte en el medio glaciar, por ejemplo, podría haber creado algunos de estos campos de rocas, según explica Edwin Kite, de la Universidad de Chicago.

“La acumulación de materiales se observa en lo alto y en los márgenes de los glaciares marcianos, y hay pruebas de una antigua glaciación ―y de hielo cubierto de materiales― en Deuteronilus Mensae.

Rodríguez responde que es muy poco probable que exista otra explicación a los flujos que ha observado su equipo, que se dan colina arriba y rodean pequeños obstáculos, algo que no hacen los glaciares. Y Brian Hyneck, de la universidad Colorado Boulder, está de acuerdo en que la hipótesis del tsunami es la mejor explicación a las observaciones. “En Marte ha habido mucha actividad glaciar en otras zonas a lo largo del tiempo, y estas formaciones a gran escala (canales de retroceso y franjas con rocas muy grandes) no se observan en otras zonas modificadas por el transporte glaciar”.

Huellas efímeras

La realidad es que incluso en la Tierra resulta extremadamente difícil señalar una formación y demostrar que es el resultado de una inundación marina. Para que la huella de un tsunami en la costa sea inconfundible, esa costa tiene que ser de un tipo muy concreto, nos explica Ricardo Ramalho de la Universidad de Bristol. “La costa debe tener ciertas características para que se produzcan depósitos de buen tamaño, tiene que haber un acantilado o un arrecife para que haya grandes rocas, por ejemplo. Y esto, por supuesto, no se puede establecer con claridad en el caso de Marte.” Las huellas de los tsunamis terrestres más recientes, como los del 2004 en Indonesia y 2011 en Japón, ya se están borrando, según explica Pedro Costa, de la Universidad de Lisboa.

Marte conserva mejor su historia geológica que la Tierra, ya que aquí la actividad tectónica y otros procesos borran continuamente las huellas del pasado. En última instancia, solo nuevas observaciones ―como identificar sedimentos oceánicos transportados― podrían demostrar de forma convincente que los tsunamis esculpieron el paisaje marciano. “Espero que esa historia sea cierta y se pueda demostrar la hipótesis del antiguo océano, porque sería muy emocionante” afirma Francois Forget, de la Universidad de París. “Pero sé que para confirmarlo son necesarios más trabajos. Así funciona la ciencia”.

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